WASHINGTON — Venezuela puso en libertad el sábado a siete estadounidenses encarcelados en el país sudamericano a cambio de la liberación de dos sobrinos de la esposa del presidente Nicolás Maduro que habían estado presos desde hace años en Estados Unidos por condenas de contrabando de drogas.
El canje de los estadounidenses, entre los que se encuentran cinco ejecutivos petroleros retenidos durante casi cinco años, es el mayor intercambio de ciudadanos detenidos jamás realizado por el gobierno del presidente Joe Biden.
“Estas personas pronto se reunirán con sus familias y volverán a estar en los brazos de sus seres queridos, donde pertenecen”, dijo Biden en un comunicado.
“Hoy, después de años de estar detenidos injustamente en Venezuela, traemos a casa” a los siete hombres, a quienes el presidente estadounidense citó por su nombre. “Celebramos que siete familias estarán completas una vez más”.
La Casa Blanca señaló que Biden habló con las familias y que los hombres tenían una salud estable y se les ofreció apoyo, incluida la atención médica.
Se trata de un raro gesto de buena voluntad por parte de Maduro, en momentos en que el mandatario socialista busca reconstruir las relaciones con Estados Unidos tras superar a la mayoría de sus opositores internos.
El acuerdo se produce después de meses de negociaciones entre el principal negociador de rehenes de Washington y otros funcionarios estadounidenses, en conversaciones secretas con uno de los principales productores de petróleo que adquirieron mayor urgencia después de que las sanciones impuestas a Rusia ejercieran presión sobre los precios mundiales de los productos energéticos.
Entre quienes fueron puestos en libertad se encuentran cinco empleados de la empresa Citgo, con sede en Houston —Tomeu Vadell, José Luis Zambrano, Alirio Zambrano, Jorge Toledo y José Pereira— que fueron atraídos a Venezuela justo antes del Día de Acción de Gracias de 2017 para asistir a una reunión en la sede de su empresa matriz, el gigante petrolero estatal PDVSA. Una vez allí, fueron detenidos por agentes de seguridad con los rostros cubiertos, que irrumpieron en una sala de conferencias de Caracas.
También fueron liberados Matthew Heath, un excabo de la Armada estadounidense originario de Tennessee y que fue detenido en 2020 en un retén de carretera en Venezuela por lo que el Departamento de Estado de Estados Unidos ha calificado de cargos “engañosos” de armas, así como un hombre de Florida, Osman Khan, detenido en enero.
Estados Unidos, por su parte, puso en libertad a Franqui Flores y a su primo Efraín Campo, sobrinos de la llamada “primera combatiente” Cilia Flores, como Maduro llama a su esposa. Los hombres fueron detenidos en Haití en 2015 durante una operación de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) e inmediatamente fueron llevados a Nueva York para ser juzgados. Fueron condenados al año siguiente en un caso altamente cargado que atrajo los reflectores a las acusaciones estadounidenses de narcotráfico en los niveles más altos del gobierno de Maduro.
Ambos hombres recibieron clemencia del presidente Joe Biden antes de ser liberados.
El gobierno de Biden se ha visto presionado para hacer más por traer de vuelta al país a los aproximadamente 60 estadounidenses que cree que están retenidos como rehenes en el extranjero o detenidos injustamente por gobiernos extranjeros hostiles. Aunque gran parte de la atención se centra en Rusia, donde Estados Unidos ha intentado en vano conseguir la liberación de la estrella de la WNBA Brittney Griner y de otro estadounidense, Paul Whelan, Venezuela ha estado reteniendo al mayor número de estadounidenses que se sospecha han sido utilizados como moneda de cambio.
Al menos otros cuatro estadounidenses permanecen detenidos en Venezuela, incluidos dos ex boinas verdes involucrados en un intento improvisado de derrocar a Maduro en 2019, y otros dos hombres que, al igual que Khan, fueron detenidos por supuestamente entrar sin autorización legal en el país desde la vecina Colombia.
El gobierno de Biden no liberó a otro prisionero largamente buscado por Maduro: Alex Saab, un empresario con información privilegiada que Venezuela considera un diplomático y que los fiscales estadounidenses consideran un habilitador del régimen corrupto. Saab se resistió a la extradición desde Cabo Verde, donde fue detenido el año pasado durante una escala en ruta hacia Irán, y ahora está a la espera de un juicio en un tribunal federal de Miami por cargos de desvío de millones de dólares en contratos estatales.
Los ejecutivos de la empresa petrolera fueron condenados por malversación el año pasado en un juicio empañado por retrasos e irregularidades. Fueron condenados a entre ocho y 13 años de prisión por una propuesta nunca ejecutada de refinanciar miles de millones de dólares en bonos de la petrolera. Maduro los acusó entonces de “traición”, y el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela confirmó sus largas condenas a principios de este año. Todos los hombres se han declarado inocentes y el Departamento de Estado norteamericano los ha considerado —al igual que a los otros dos estadounidenses liberados el sábado— como detenidos injustamente.
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