El año que cambió la música en directo

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Del mismo modo que en la música ya no hay repertorios, sino que los artistas tocan una setlist, hubo un tiempo en que el crowdfunding se llamaba recaudar dinero para una buena causa. Es lo que Muriel Massinovitch, la primera profesora de piano de Nina Simone (entonces Eunice Kathleen Waymon), hizo entre los vecinos de Tryon (Carolina del Norte) cuando quiso que el don de su virtuosa alumna no acabase en el mismo barrizal que el de otros muchos músicos por el simple hecho de ser negra y pobre. En realidad, la cadena de solidaridad había comenzado en casa de un matrimonio blanco donde la madre de Eunice servía a finales de los años treinta, cuando la niña tenía solo seis años. Según cuenta la propia Nina Simone en su autobiografía, Víctima de mi hechizo (Libros del Kultrum, 2018), la señora Miller fue a verla tocar y le dijo a su madre: “Con semejante talento, sería un pecado que no tomase lecciones de piano. Mamá le dijo que no podíamos pagarlas. La señora Miller reflexionó un par de segundos y luego dio una respuesta: me pagaría las clases durante un año”.
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Después de ese primer año, la señorita Mazzy —como su alumna la llamaba— creó el Fondo Eunice Waymon para recaudar el dinero necesario para los estudios secundarios y de música a la futura estrella. La ciudad respondió con entusiasmo a la llamada de la profesora, pero al acabar la secundaria rechazaron a la virtuosa Eunice en su soñado Curtis Institute of Music por puro racismo. Después de una temporada de desaliento, en 1950, la adolescente se rehízo y comenzó a buscar trabajos que le permitieran seguir recibiendo clases particulares. El primero de ellos la puso en el camino de la música de actualidad —porque ella seguía en su senda sinfónica—: acompañaba al piano a los alumnos de una profesora de canto que los instruía a base de estándares de jazz y éxitos melódicos del momento. Allí fue donde, probablemente, Simone se echó por primera vez a los ojos la partitura de My Baby Just Cares For Me, canción incluida en el musical Whoopee!
La intérprete iba guardando en su cerebro aquellas armonías que, por otro lado, despreciaba por su sencillez en comparación con las arquitectónicas sonatas de Bach. Tenía la memoria y el aguante físico muy desarrollados desde la larga época en que su madre, pastora metodista además de empleada de hogar, la llevaba a tocar góspel durante las “ceremonias de avivamiento” (de la fe) que celebraba por iglesias de todo el condado.
También en aquellos primeros años cincuenta, una timorata Eunice comenzó a tocar en locales de turistas en Atlantic City todo ese repertorio reconocible que había aprendido. Cuando terminó su primera noche en el Midtown Bar and Grill encontró al dueño del local acodado en la barra. Él preguntó rudamente que por qué no había cantado en las siete horas de recital, a lo que ella repuso: “Soy pianista”. Y su jefe profirió la amenaza más de agradecer de la historia del jazz: “Mañana por la noche serás cantante. Si no, te quedarás sin trabajo”. Así fue como Nina tuvo que oírse a sí misma cantar casi por primera vez, algo en lo que nunca había reparado.
Quien sí reparó en su talento fue el dueño de Bethlehem Records, Sid Nathan, que le ofreció su primer contrato discográfico. Sin entusiasmo alguno, Simone grabó en 14 horas algunos estándares de jazz y temas de góspel, y añadió varias canciones propias cuyos arreglos escribió casi sobre la marcha. Pero Nathan le pidió que añadiera un número más animado para cerrar el álbum, y Simone eligió su arreglo de My Baby Just Cares For Me.
El disco (Little Girl Blue, 1958)y la propia canción pasaron por las tiendas y emisoras de radio sin demasiada gloria. Pero es cierto que aquello la colocó en el mercado discográfico e hizo despuntar una carrera de intérprete a caballo entre el pop y el jazz que le permitió tener un nombre y bastante trabajo y dinero durante la década de los sesenta y principios de los setenta. Aun así, cuando llegaron los ochenta, Nina Simone no era más que una vieja gloria agradable de encontrar en los carteles de los festivales de jazz. Hasta que un buen día de 1987 le llegaron inesperadas noticias desde Europa: My Baby Just Cares For Me triunfaba en las listas después de que la canción sirviera de gancho en un anuncio televisivo de Chanel Nº 5. Simone llamó a su representante, quien comprobó, para disgusto de ambos, que la artista no tenía derecho a un solo céntimo de los enormes royalties que el tema generaba casi 30 años después. Entonces Nina Simone recordó cómo acabaron las 14 horas de grabación de aquel día de 1958: “Nathan me dio un papel para que lo firmara, lo que hice sin leerlo. (…) Había renunciado a prácticamente todo lo que habían generado mis grabaciones allí. Y eso me había costado más dinero del que podía contar”. —eps

Rebobinando: De Eunice a Nina

Álbum: Little Girl Blue (Bethlehem).
Año: 1958.
Lista Billboard: sin referencias (1958). Número 5 (1987).
Antes de cerrar su primera actuación en el Midtown Bar and Grill de Atlantic City, que la conduciría finalmente a grabar My Baby…, a Nina le martilleaba la cabeza la reacción que su madre pudiera tener al leer en el cartel de un piano bar: “Esta noche, Eunice Waymon”. La imaginaba diciendo: “¿Un bar? ¡Dios mío, tengo al diablo en mi propia familia!”. Desde la aparición del blues, las músicas derivadas eran las de la perdición y el pecado, algo que su madre combatía desde la iglesia (aunque había sido pianista de variedades). Así que, para ocultar su nombre, Eunice Waymon decidió reconvertir en Nina el vocativo “niña” que, cariñosamente, le dedicaba un novio hispano que tuvo un corto periodo. A él añadió el nombre de pila de una actriz francesa cuyas películas le producían un especial magnetismo: Simone Signoret.


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