Gaizka Garitano
apuesta por el derroche físico, por la presión, por el hostigamiento perpetuo al rival. Quizá lo hace porque es quien mejor conoce a su plantilla. La química que debe enlazar a sus jugadores a la hora de combinar a sus elementos sobre el campo es manifiestamente mejorable. El Athletic sufre en muchos partidos porque sus futbolistas apenas son capaces de combinar tres pases seguidos, más si no están frescos.
Es lo que tiene jugar tres partidos semanales. El técnico de Derio se quejó de la falta de acierto de sus hombres tras la derrota ante el Valencia, “hemos tirado 31 centros, pero no ha habido demasiada calidad”. En realidad fueron más de 40, la mayor parte sin destinatario alguno.
Yo no era ni de Física ni de Química, me entusiasmaban los Atlas y la Geografía Humana. Recuerdo aquellas explicaciones de EGB, y viendo a los extremos e interiores del Athletic me viene a la memoria lo de sembrar a voleo -si, aquello de coger un puñado de semillas de un cesto y lanzarlas sin ton ni son para que queden esparcidas por el suelo-.
El abono sobre el césped consistiría en que los hombres de ataque se desplegaran y se desmarcaran con fundamento, mientras los de banda encararan y regatearan, sacando centros medidos y precisos. Pues va a ser que no. Y en San Mamés, por lo menos lo intentan, aunque no estén acertados, pero es que fuera ni se acercan a la meta contraria.
Lo de Butarque no tuvo un pase. El pestiño fue de época, salvando a
Larrazabal
. El penalti transformado por
Raúl García
, en el minuto 57, fue el primer disparo a puerta de los rojiblancos, y enfrente estaba el colista. Miren dónde están los ‘pepineros’ y el Mallorca en la tabla. Cuatro puntos que ya no volverán. El domingo, por lo menos, fue un buen Valencia.
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