Espen Andersen Bråthen, el autor confeso del asesinato de cinco personas con un arco y flechas en la ciudad noruega de Kongsberg, está desde la noche del jueves bajo custodia de los servicios de salud. Las autoridades sanitarias analizan los posibles problemas psiquiátricos del hombre de 37 años que el miércoles por la tarde disparó y mató a cuatro mujeres y un hombre de entre 50 y 70 años de forma aleatoria en distintos puntos del centro histórico. Los servicios de inteligencia noruegos apuntan a “un acto terrorista” y afirman que tenían bajo su radar al atacante, converso al Islam hace años y que había dado señales de radicalización.
“Los servicios sanitarios se han hecho cargo de él”, confirmó a EL PAÍS el abogado del detenido, Fredrik Neumann. Mientras los psiquiatras analizan su estado mental, Bråthen sigue bajo custodia policial y a la espera de que el tribunal de la provincia de Buskerud decida durante cuánto tiempo y en qué condiciones estará detenido. La policía ha pedido que sea un mínimo de cuatro semanas, con prohibición total de visitas de familiares y que esté completamente aislado de los medios de comunicación al menos dos semanas. Neumann afirmó en conversación telefónica que su cliente ha reconocido los hechos durante los interrogatorios policiales, pero no quiso hacer comentarios sobre su salud mental ni sobre la motivación del ataque.
La matanza ha conmocionado a la sociedad noruega, que hace solo unos meses recordaba en su décimo aniversario la masacre de Utoya. El 22 de julio de 2011 un extremista de derecha, Anders Breivik, colocó una bomba en el distrito gubernamental de Oslo y después disparó a decenas de personas en la isla de Utoya, donde las juventudes socialistas celebraban una convención. Asesinó a 77 personas, muchas de ellas adolescentes. Aquel atentado fue planificado y tuvo un claro componente ideológico. Ahora las autoridades investigan cuál ha sido la motivación de Bråthen y qué papel han podido jugar sus problemas psiquiátricos. La evaluación definitiva de su estado mental podría demorarse semanas o meses, afirman los medios noruegos, y será decisiva para establecer su condena. Breivik se sometió a dos exámenes psiquiátricos. El inicial determinó que padecía un trastorno; el segundo y definitivo concluyó que era consciente de sus actos y por eso fue condenado a 21 años de cárcel.
Edificios oficiales de la capital, como el Stortinget o Parlamento noruego, lucen banderas a media asta en recuerdo de los fallecidos. En Kongsberg, un tranquilo municipio de 28.000 habitantes situado a unos 84 kilómetros de Oslo, decenas de personas se reunieron en una plaza del centro histórico el jueves por la noche con flores y velas en memoria de las víctimas. Entrevistados por el canal de noticias TV2, varios aseguraban estar “en shock” y no se explicaban cómo Bråthen había podido moverse por las calles de su ciudad durante más de media hora disparando con su arco y flechas a viandantes y personas dentro de sus casas.
El nuevo Gobierno del país, que tomó posesión horas después del ataque, se ha mostrado consternado por lo sucedido. El nuevo primer ministro, el laborista Jonas Gahr Store, lanzó un mensaje de apoyo a las víctimas y a “todos los que están viviendo esta conmoción”. En una rueda de prensa el jueves se refirió a las deficiencias de los servicios de salud mental en Noruega y apuntó a que una de cada cuatro o cinco personas que son derivadas a psiquiatría no reciben tratamiento.
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El jefe de la policía local, Oyvind Aas, explicó que Bråthen logró escapar de un enfrentamiento inicial con los agentes antes de ser finalmente detenido a las 18.47 hora local, 34 minutos después de haberle dado el alto por primera vez. La policía había sido alertada porque el hombre estaba disparando con su arco y flechas en un supermercado. Las autoridades creen que mató a las víctimas después de ese primer encuentro con las fuerzas de seguridad, durante el que los agentes dispararon al aire. La policía analiza ahora por qué tardó 34 minutos en atrapar al hombre, que se movió con rapidez por varias zonas y fue disparando al azar, a veces hacia el interior de domicilios, otras a personas que caminaban por la calle.
Con el paso de las horas, los medios noruegos han ido publicado detalles del pasado de Bråthen, de nacionalidad danesa pero que ha vivido casi toda su vida adulta en Kongsberg, donde también residen sus padres. El hombre tiene antecedentes por pequeños delitos como la compra de droga y robos ocurridos en 2012. El año pasado fue condenado y se le impuso una orden de alejamiento de seis meses de sus padres después de que amenazara con matarles. Según el diario Aftenposten, se atrincheró en el domicilio familiar y dejó una pistola sobre un sofá. Otros medios han publicado testimonios de vecinos suyos, que le describen como un tipo solitario que levantaba sospechas.
También se ha publicado un vídeo que publicó en 2017, en un perfil de Facebook con nombre falso, en el que Bråthen, que aparece rapado y hablando muy despacio, mira directamente a la cámara y lanza una confusa “advertencia”. “Hola, soy un mensajero. Vengo con una advertencia. ¿Es esto lo que quieres realmente?”, dice. En el mensaje afirma que es musulmán. La policía confirmó el jueves que se había convertido al Islam. Un vecino y conocido de la infancia de Bråthen envió el vídeo a las autoridades en diciembre de 2017 y alertó de su preocupación por el comportamiento del hombre. Ni la policía ni los servicios de inteligencia, el PST, han detallado qué ocurrió con ese aviso, si se investigó y qué medidas se tomaron. En una rueda de prensa el jueves el jefe del PST, Hans Sverre Sjøvold, reconoció que manejan listas con varios cientos de nombres sobre los que han recibido alertas similares. Descubrir a quien pasa de la palabra a la acción es difícil, dijo por su parte el responsable de la lucha contra el terrorismo en este cuerpo policial, Arne Christian Haugstøyl.
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