El Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el “banco del Vaticano” busca una clientela “cada vez más selectiva” en medio de la campaña de transparencia impulsada por el Papa Francisco y cerró 400 cuentas durante 2021, según el balance de la institución.
“La actividad de apertura y/o mantenimiento de las cuentas en el Instituto está destinada en los próximos años a ser cada vez más selectiva, a fin de salvaguardar su misión de servicio”, plantea el balance de 2021, de 140 páginas, divulgado anoche.
PROCESO DE TRANSPARENCIA
Desde 2013, el IOR vive un proceso de transparencia impulsado por el Sumo Pontífice dentro de un plan generalizado del pontífice para adecuar al Vaticano a las normativas de los organismos que luchan contra el lavado a nivel europeo y mundial, como Moneyval.
En ese marco, el anuario del banco vaticano informó que a lo largo de 2021 pasó de 14.991 cuentas corrientes a 14.519, con una rebaja de 400 clientes (el 3% del total) por motivos informados oficialmente como “falta de los criterios de titularidad” o “incumplimiento de las normas contractuales aplicables a las cuentas”.
El IOR no debería aceptar como clientes a “personas físicas que no tengan una relación estrecha con la Santa Sede y con la Iglesia Católica”, indican sus estatutos. E incluso, el banco reconoce que mantiene “activos rigurosos procesos de control para garantizar que esta regla sea respetada en todo momento”.
RECONOCIMIENTO DE MONEYVAL
Tras hacer una inspección en octubre de 2020, Moneyval señaló en 2021 “los avances” del Vaticano en la materia gracias a las reformas aplicadas por Francisco en la estructura financiera de la Santa Sede. “Moneyval reconoce los avances de la Santa Sede y la anima a seguir reforzando las medidas de lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo”.
A lo largo de 2021, según se informó, el IOR registró ganancias por unos 19,3 millones de dólares, en el décimo año consecutivo de utilidades, aunque casi la mitad de los 39 millones de u$s registrados en 2020.
La publicación del balance, habitual en esta época del año, coincide con el tramo final de la operación inmobiliaria por la que el Vaticano finalmente venderá el edificio de Londres que derivó en el primer juicio de la historia por malversación a un cardenal, que sigue en curso, y por el que un total de 10 personas están acusadas en la megacausa que investiga las pérdidas de cerca de 100 millones de libras esterlinas causadas a la Santa Sede.
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