Edy Tavares sigue siendo el jugador diferencial en el baloncesto español. Fue, de largo, el MVP de la final de la Supercopa y se erigió, de nuevo, en el verdugo de un Barça obstinado, partido tras partido, a chocar contra el mismo muro. En 36 minutos en pista, anotó 24 puntos, cogió 12 rebotes (5 de ellos en ataque) y puso 5 tapones. Y escogió el momento para ponerlos. Uno de ellos sirvió para que Laprovittola no ganase el partido en el minuto 40. Otro sobre Sanli sirvió para que el Barça enterrase sus opciones en el último minuto de la prórroga. Además, Tavares logró que Sanli y Vesely se fueran al banquillo con 5 faltas mientras que Tobey, que también se las tuvo contra el gigante caboverdiano, terminó con 4. En cuanto a rebotes, entre Sanli, Vesely y Tobey cogieron los mismos (12) que el pívot madridista por si solo.
Por cierto, Tavares metió 10 de los 11 tiros libres que tuvo en su mano. El Barça no hubiera llegado a la prórroga, y hubiera ganado el partido, si Jan Vesely hubiese anotado alguno de los tres tiros libres que tuvo durante el partido. No es de recibo fichar a un jugador de baloncesto, como estrella mundial, si arrastra un paupérrimo índice de tiros libres. Es una bicoca para el rival que ya sabrá, en los minutos decisivos, sobre quién cometer la falta. ¿O no recordamos ya que el Fenerbahçe de Obradovic tiró una final de Euroliga ante el CSKA por el 1/10 paupérrimo de Vesely desde la línea de tiro libre? Mientras en la NBA no se den cuenta de que tienen que volver a fichar a un Tavares pletórico, al Barça le tocará sufrir en España y en Europa.