El botín de narcolanchas que escondía el clan de Polo

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Controles policiales de la Guardia Civil en La Línea de la Concepción (Cádiz), dentro de la operación en la que han detenido a 59 personas de una organización dedicada al narcotráfico.
Controles policiales de la Guardia Civil en La Línea de la Concepción (Cádiz), dentro de la operación en la que han detenido a 59 personas de una organización dedicada al narcotráfico.MC.I.C / EFE

Un hombre sentado en una triste banqueta de plástico remendada con presillas vigila un ostentoso chalé de dudoso gusto de La Línea de la Concepción (Cádiz). Al ver llegar a los agentes de la Guardia Civil, el vigilante le da el agua a su jefe. El dueño de la casa, salta la tapia y emprende la huida con un fardo de billetes. De poco le sirve. Horas después, los agentes le encuentran escondido en un solar cercano. Es uno de los supuestos narcos detenidos en la operación Desvanes que, este jueves, ha sumado 59 detenidos de una banda, conocida como el clan de Polo, especializada en la logística de las narcolanchas del hachís en el Estrecho de Gibraltar.

La escena, vivida en un chalé del camino de Cartagena —una zona entre El Zabal y La Atunara, barrios donde el narco sigue siendo poderoso—, se ha repetido a lo largo y ancho de la costa andaluza. Los registros se ha repetido en otros 37 puntos, tanto en la provincia de Cádiz (en La Línea y en Algeciras), como en las de Málaga (en concreto, en Marbella), Almería, Albacete o Alicante.

En total, los 450 agentes desplegados en todos estos puntos y comandados por Ocon Sur —el organismo creado para la lucha contra el narco en Andalucía— han llegado a detener a 59 personas, además de decomisar 2,5 toneladas de hachís. Entre los apresados este miércoles no está el capo máximo de la organización, un “histórico” del narcotráfico del que solo ha trascendido el apellido con el que es conocido en La Línea: Polo.

Polo y su gente no han podido ocultar cuál era su punto fuerte: la logística. Los investigadores han localizado 22 lanchas, casi todas semirrígidas equipadas de potentes motores, las conocidas popularmente como narcolanchas, y cuya tenencia está prohibida desde hace tres años. “Es de las operaciones en la que hemos pillado mayor cantidad”, ha relatado un agente, en referencia a unas embarcaciones que pueden llegar a valer entre 150.000 y 300.000 euros.

Del poderío económico de los narcos también han dado cuenta los registros en casas ostentosas y llenas de extraños lujos y caprichos. En el camino de Cartagena, los guardias civiles se han topado con una piscina decorada con una fuente en forma de elefante de gran formato en casa de un narco que cuenta con su propio vigilante. Se trata de la misma casa que se hizo popular hace años por las vistas satélite en las que se apreciaba una alberca con forma de corazón.

Como otras tantas bandas de la zona, en el clan ya llevaban tiempo en una maniobra de dispersión que les había llevado a otros puntos del Mediterráneo con el fin de obtener nuevas vías de entrada. Sin embargo, las maniobras seguían dirigidas desde el Campo de Gibraltar. Desde ahí organizaban las botaduras con las narcolanchas que ocultaban con la ayuda de los camiones, preparados para desplazarlas a cada punto. El volumen de lo incautado también da señas del poder de la organización. Además de las 22 embarcaciones, a la banda le han decomisado también 21 vehículos, cuatro armas, 100.000 euros en metálico, 35.000 litros de gasolina y diverso material electrónico y de navegación en unas actuaciones de registro y detenciones que se han alargado hasta entrada la tarde.

La caída de la banda de Polo también señala a grandes clanes del hachís en la sombra que aún quedan por desmantelar. El Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar ha ido evolucionando con los años, desde que se puso en marcha en 2018. Al principio, los golpes fueron destinados a las grandes mafias más conocidas, como las del Messi del hachís o la de Los Castaña. Luego evolucionó a segundos espadas o a lugartenientes de estos que se hicieron fuertes, como Kiko El Fuerte, mientras que las pesquisas han evolucionado hacia delitos vinculados al narco, como el blanqueo de capitales.

En respuesta, los traficantes diversificaron la actividad, además de los puntos de entrada de la droga. Solo en 2020 las incautaciones de gasolina a supuestos traficantes de la zona crecieron más de un 80%. Con alijos cada vez más dispersos, las bandas se ven obligadas a perfeccionar unos portes en los que ahora necesitan más combustible o más horas de espera y navegación en el mar para conseguir el objetivo de traer grandes cantidades de hachís desde Marruecos.


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