El cámara que cambió la guerra por el fútbol


A los 16 años ganó sus primeras pesetas grabando los partidos de fútbol en los que se enfrentaban los bares de su ciudad, Elche, y vendiendo los casetes de vídeo de esas pachangas. A los 18 dedicaba las tardes libres que le dejaba la mili para contar al resto del mundo, a través de su cámara, los años de plomo de ETA. A los 21, estaba ya en la guerra: se marchó a Kosovo para seguir captando la realidad cruda, algo que haría por el resto de su vida, incluso entre las bombas. A los 51, Diego Miralles lo ha visto (y lo ha grabado) todo. En sus brazos murió en 2003 el reportero gallego José Couso después de que el ejército norteamericano atacara el Hotel Palestine en Bagdad (Irak). Al año siguiente se vio apartando decenas de cadáveres que el agua arrastraba contra sus antenas para seguir emitiendo el desastre causado por el devastador tsunami de 2004 en Indonesia. Cuando ya no pudo más, o no quiso más, cuando sus vacaciones, lo que él llama vacaciones, “volver a casa”, se hicieron más complejas, cuando sus hijas comenzaron a mirar de reojo el chaleco antibalas que colocaba al lado de la puerta antes de salir a cada expedición, Miralles eligió el fútbol otra vez. Ahora es el director de la unidad de cámaras especiales de Mediapro, la productora de las retransmisiones de LaLiga, una especie de ilusionista que crea los planos más espectaculares de partidos que llegan a 600 millones de personas, como ElClásico de este sábado. “Pasé de contar lo que nadie quiere ver a entusiasmar a todo el mundo”. Un mensaje que la propia organización refuerza de cara al próximo Real Madrid-FC Barcelona con una campaña que llevará el partido a los rincones más recónditos del planeta.

Miralles es el único técnico que obtuvo un premio Ortega y Gasset de periodismo. Fue por su cobertura de la guerra de Irak en 2003. “Allí, un bombardeo destruyó nuestro vehículo y dejó todos nuestros equipos bajo escombros. Detuve una furgoneta, la compré en el momento, rescatamos todas las cámaras y montamos una unidad móvil en pocas horas”, recuerda. Con esa misma maña, la que solo la guerra puede dar, “la que adquieres cuando una botella de agua por día tiene que alcanzarte para beber y lavarte”, fue construyendo el departamento de cámaras especiales de LaLiga que ahora dirige en Mediapro. Una especie de laboratorio que va ensayando con distintos artefactos hasta dar con la toma perfecta y con la calidad de imagen adecuada. “Cuando probamos una nueva cámara tenemos que adaptarla para que retransmita con el nivel y con la señal que necesitamos”, explica.

Sus cámaras especiales llevan al espectador del salón de su casa a sitios insólitos del campo de juego. Para lograrlo Miralles, coordina un equipo de 60 personas que se despliegan por toda España cada fin de semana. “Solo nosotros podemos llevarte a volar con nuestro helicóptero. Partimos de una premisa: informar, entusiasmar e ilusionar”, dice. “Pero hemos tenido que aprender a formar a nuestros técnicos. Muchas de nuestras cámaras son nuevas en su uso profesional. Fue un verdadero desafío”. Helicóptero, cámaras aéreas sujetadas por poleas, drones, cámaras superlentas, grúas detrás de las porterías, minicámaras en las redes… Su última joya, una cámara “cinematográfica” a pie de campo, permite a cualquier aficionado sentir que está abrazándose con sus ídolos. “Durante la peor parte de la pandemia tuvimos hasta una cámara a pie de campo robotizada, operada a distancia, para evitar que los jugadores tuvieran cualquier tipo de contacto con gente ajena al juego”, cuenta. “Para ElClásico desplegamos todos nuestros recursos”.

Miralles guarda cientos de fotos de las guerras que nunca publicó. Casi nadie las ha visto. Es el álbum que le une con el horror y con una experiencia que le marcara por siempre. Irak, las cámaras destrozadas de Couso, la llave de su habitación. Palestina, la llegada de los restos de Yasser Arafat, kaláshnikovs por doquier. Colombia, una reunión de guerrilleros de las FARC en la selva. Sudán, Sierra Leona… Vio y vivió lo peor. “No puedo transmitírselo a quien no haya estado allí”, asegura. Aún recuerda el tenso silencio en Irak después de cada bombardeo. La calma tenebrosa. Luego los llantos. Los alaridos. Y más tarde, el adhan, la llamada a la oración, un canto que puede recitar de memoria. “Quien haya estado en una guerra y no haya sentido miedo miente”, afirma. “Muchas de las imágenes que hemos grabado no se han emitido jamás. Al final, el minuto y medio que la gente consume y se lleva de una guerra no es exactamente lo que allí sucede”.

En una época en la que, dice, el contenido prevalece sobre la calidad, en la que “cualquiera con un móvil abre un informativo”, Miralles reflexiona sobre el rol de los reporteros. “Desenvolverte por cualquier lugar del mundo con casi 400 kilogramos de material técnico no ha sido nunca fácil”, dice. “Las imágenes abrían el noticiario, sin voz en off ni nada. Tenían que hablar por sí solas”, analiza.

Tres décadas después de su primera salida a Kosovo, el espíritu de su trabajo permanece. “En el proyecto que tenemos ahora con LaLiga intentamos trasladar lo que nadie ve y darle ese acceso inalcanzable a la gente a la que le gusta el fútbol. Tú no vuelas, pero mi cámara sí; tú no puedes ver por el agujero de la red, pero mi cámara sí; tú no vas a estar corriendo por la banda, pero mi cámara sí”.

Es miércoles y Miralles está ya en Madrid para ultimar los detalles de ElClásico de este sábado. Su noveno o décimo en estos cuatro años a cargo de las cámaras especiales de LaLiga. Otro partido único. Como aquel que, en plena guerra, dio entre las bombas en Irak. Para calmar los ánimos montó una antena con la que captar la señal de un Real Madrid-Barcelona. “¡Caían bombas y estábamos viendo un partido!”. Casi dos décadas más tarde, está convencido: “La gente lo está pasando muy mal. Si ahora puedo ayudarlos a que al menos por 90 minutos se relajen un rato y desconecten, bendito el esfuerzo que hemos hecho con este granito de arena que son las cámaras especiales…”. Es el hombre que lleva ElClásico a todo el mundo.

ElClásico que se juega en todos los rincones

LaLiga subraya que ElClásico de este sábado, que se disputa en el estadio Alfredo di Stéfano desde las nueve de la noche hora española, se vivirá “en todo el mundo”. Desde esta temporada, el Real Madrid-FC Barcelona puede verse en cada rincón del planeta y por eso LaLiga ha hecho flamear la bandera del partido en 15 puntos marcados en el mapa que representan la diversidad de las ubicaciones desde donde pueden disfrutarse este fútbol de alto vuelo. 15 formas únicas de vivir un partido Desde el salar de Uyuni en Bolivia o las cataratas del Niágara en Canadá a los globos aerostáticos turcos de Capadocia o al monte Asahidake en Japón. La bandera llegará además a: Egipto, Angola, Islas Mauricio, Nicaragua, Indonesia, Brasil, Malasia, Ecuador, Tailandia, Dinamarca y Estados Unidos.

En el monte Bromo de Indonesia, en el lago Eibsee de Renania del Norte-Westfalia en Alemania, en la ciudad de Samarcanda, Patrimonio de la Humanidad, en Uzbekistán y en la reserva natural del Masai Mara, con una tribu masa del poblado de Boma, en Kenia, LaLiga ha montado cuatro salones para trasladar la emoción del partido. “Queremos lanzar un mensaje muy concreto: ElClásico  es un fenómeno mundial y se disfruta desde cualquier parte”, explica Juan Girón, gestor de Publicidad y Contenidos de Marca de la organización, a cargo de la campaña.

Los 22 canales internacionales de LaLiga en las redes sociales han estado publicando contenido extraordinario durante la semana previa al partido y transmitirán en directo información relevante sobre el encuentro a más de 130 millones de seguidores de todo el mundo. En la calle, en la naturaleza y en los móviles: ElClásico se hace presente en todas partes.

La campaña de LaLiga para ElClásico de este sábado.

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