El camino inmaculado de la Real

Inmaculado. Sin mácula. Sin mancha alguna. Así ha sido el camino de la Real en esta Copa del Rey que mañana escribe en La Cartuja su epílogo tras 471 días de travesía que han llevado al conjunto txuri urdin desde Palencia a Ceuta, pasando por Donostia, Madrid y Miranda de Ebro, estación esta última en la que el viaje txuri urdin se interrumpió bruscamente aquel ya lejano 4 de marzo de 2020.

Después de 34 años de espera seguro que ningún realzale había imaginado semejante escenario, menos aun cuando por el camino se vivieron noches memorables como las del Santiago Bernabéu o Anduva, incluso cuando el coronavirus ya dejaba sentir sus efectos. A nadie entonces se le pasaba por la cabeza ver a su equipo jugándose otra vez un título sin el calor de su gente en las gradas.

El viaje se inició el 17 de noviembre de 2019, en Las Rozas, cuando Marc
Cucurella extrajo las bolas que emparejaron en la primera ronda a la Real con el desconocido CD Becerril, equipo de la pequeña localidad palentina de Becerril de Campos, de poco más de 700 habitantes, y que recién ascendido a Tercera acogía desde el bar El Rescate su enfrentamiento con los txuri urdin con enorme alegría.

Los jugadores de la Real y del Becerril se saludan tras el partido
Los jugadores de la Real y del Becerril se saludan tras el partido

La Real puso en el escaparate a esta localidad que inmediatamente se volcó en la celebración de un partido que tuvo que trasladarse del Mariano
Haro, vetusto campo para 2.000 aficionados, a la Nueva Balastera de Palencia. Allí, el 19 de diciembre, la Real goleó al modesto Becerril haciendo gala de un profundo respeto hacia un adversario que no dio una mala patada y hacia una localidad que para siempre ha quedado hermanada con el club guipuzcoano.

Al día siguiente el bombo envió a la Real hasta Ceuta para enfrentarse a otro Tercera, aunque con poco que ver con el Becerril. El equipo tuvo que volar de Iruñea a Tetuán y desde allí desplazarse en autobús custodiado por la policía marroquí hasta la frontera del Tarajal, que cruzó sin problemas para llegar al Alfonso Murube, escenario donde resolvió la eliminatoria en 10 minutos de inspiración.

Tras la limpia de las dos primeras rondas, el bombo de los dieciseisavos ya ofrecía pocas ‘Marías’, pero el sorteo no fue del todo malo al emparejar a la Real con un Espanyol de capa caída y con la ventaja de jugar en Anoeta.

Estalla el caso WJ

Sin embargo, el estallido a pocas horas del partido del caso Willian
José, con su ausencia voluntaria de la convocatoria para forzar su marcha al Tottenham, empañó un encuentro que la Real supo resolver con solvencia, lo mismo que hizo en octavos ante Osasuna, de nuevo en Anoeta.

El examen definitivo que confirmó a la Real como candidata a todo llegaría en cuartos de final. Esta vez el sorteo fue canalla y emparejó a la Real con el Real Madrid. Y en el Santiago Bernabéu.

Isak celebra uno de sus goles en el Bernabéu
Isak celebra uno de sus goles en el Bernabéu

Y allí, donde tantas veces hincó la rodilla, donde a comienzos de los 80 le birlaron una Liga, la Real reivindicó su condición de aspirante con una victoria que forma ya parte de la historia. La gesta tuvo sus héroes y su final épico, con el equipo en inferioridad defendiendo una renta mínima pero suficiente para colarse en las semifinales. El sueño era posible.

La eliminación del Barça a manos del Athletic dejó a los dos equipos vascos junto a Granada y Mirandés en unas semifinales, ya a doble partido, tan inéditas como abiertas. Tocó el Mirandés, con la ida en Anoeta donde la Real no logró encarrilar su clasificación y donde por momentos sufrió para irse a Anduva con ventaja. Allí, y con la Covid golpeando ya con dureza, la Real realizó su partido más práctico para sellar 32 años después una nueva presencia en una final que se ha hecho esperar. Veremos si ha valido la pena.

El Athletic hace de la resiliencia su modo de vida

Si el camino de la Real fue inmaculado, todo lo contrario le sucedió a un Athletic que superó con solvencia las primeras eliminatorias ante el Intercity de Alicante y el Sestao para vivir a partir de los dieciseisavos de final una agonía que mostró la capacidad de resiliencia del conjunto rojiblanco.

Ante el Elche, y tras empatar a un gol, superó la eliminatoria en una tanda de penaltis en la que llegó a ir perdiendo por 3-1 tras los tres primeros lanzamientos.

Repitió experiencia en Tenerife, donde llegó a los lanzamientos desde los 11 metros tras un tanto de Yuri en el minuto 118 (3-3), cuando se mascaba su eliminación.

En cuartos, ante el Barça, un gol de Williams en el minuto 93 le metió en unas semifinales en las que otro tanto de Yuri en el minuto 81 evitó la eliminación ante el Granada.


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