El carácter de LeBron es la fuerza de unos Lakers que sienten el intenso deseo de ‘The King’ y lo manifiestan, ajenos a toda tentación de rendición. Y es que los tan prometedores Dallas Mavericks con el fabuloso dúo dinámico Doncic-Irving llegaron a verse victoriosos con ventajas que llegaron a ser de 27 puntos en la primera parte, con un no tan amplio 61-47 al descanso que anunciaba remontada. Ni el ambiente festivo dominical de Dallas, ni la inspiración de su fabulosa pareja -26 puntos para Luka y 21 para Irving-, ni su precario estado físico -vio aún más afectado su maltrecho tobillo en una caída-, hicieron mella en la voluntad de LeBron para remontar, 26 puntos al final -, 11 de ellos en el último cuarto.
Parecía que tenía el día apático ‘Bron’ entre la tempranera fiesta que montaron los Mavericks y el dolor de ese tobillo izquierdo que le lleva perturbando toda la temporada. Pero, conoce tan bien el baloncesto y se conoce tan bien el máximo anotador de todos los tiempos de la NBA que no hay nada ya que no esté planeado en él. Se dosificó para pasar empujar en la segunda parte y especialmente en el último cuarto con 11 tantos, casi tantos como en los tres primeros parciales (15).
A su lado, puntual y servicial como siempre -cuando está sano pocos hay mejores que él-, Anthony Davis, dictador de la pintura con 30 puntos (12/20 en tiros), ante la amable defensa de Dallas de su aro, mero títere Dwight Powell defendiendo a la ‘Ceja’, señalado por el peor más-menos de su equipo con un -14. Y menudo elemento han añadido los Lakers con Jarred Vanderbilt, 15 puntos y 17 rebotes e impactante en ambos lados de la cancha, gladiador con una pasión que encendió al resto, alimentando la fiera naturaleza competitiva que distingue a los Lakers de Darvin Ham frente a la indolencia de los de Frank Vogel del año pasado.
Al margen de vencedores y vencidos, fue también un digno final de domingo este encuentro, con todos los alicientes en alto, el de la sociedad Doncic-Irving, el de la amistad LeBron – Irving ‘interrumpida’ con un taponazo del ‘6’ al base, el de la intensidad de un enfrentamiento de poder a poder en el que Mavericks y Lakers se lo dejaron todo porque la necesidad les aprieta, sobre todo a los de púrpura y oro, asomando ya el hocico por la décima plaza de play-in que ocupan los Pelicans de Willy Hernangómez con 30-31, undécimos los angelinos con 29-32. Sextos son los Mavs con 32-30.
Y en Dallas, lo del fastuoso ‘Big Two’ Doncic – Irving es de momento más palabras que hechos, más expectativas que realidad. Porque, aunque se encuentra esta relación en una etapa muy inicial, la única certeza -por muy esperanzador que pueda ser el futuro-, es que sólo han ganado un partido juntos y ante los Spurs. Lucen pero por separado, no tanto Kyrie -8/22 en tiros y 2/10 en triples aunque con 11 rebotes-, como Luka, con un 10/22 en lanzamientos y un 4/8 en triples.
Contra los Lakers fue una pareja inconexa, sin que se percibiera ningún intento del nuevo Doncic, del que debe jugar más al margen del balón. En común, su poca clarividente tarde en cuanto a ver el baloncesto, 5 asistencias pero 3 pérdidas para Irving, y más balones perdidos (6) que pases de canasta para el esloveno (6). Pero mucho más grave es lo de Dallas con el juego interior, endeble Powell cerca de su aro ante Davis y casi nulo en ataque -6 tantos y 6 capturas en 27 minutos-, más influyente en ambos lados de la pista Christian Wood -14 puntos y 9 rebotes en 20 minutos-, pero sin la confianza de Jason Kidd. Unos problemas interiores con ya poca solución.
Esgrime el propio Kidd ante la ‘contraindicación’ defensiva de jugar con Irving y Doncic juntos en la pista algo como que a partidos con muchos puntos como los que se supone que producirán los dos astros va a ser muy difícil batirles. La realidad a la que les sumió la defensa de los Lakers desmontó el argumento y, en un partido sin anotaciones bárbaras ni del esloveno ni del estadounidense, sólo Tim Hardaway Jr. registró dobles dígitos con 17 aparte de Wood (14).
La tan abultada ventaja a la que llegó Dallas en la primera parte tenía letra pequeña. Más que producto de un ataque ordenado y con alternativas, los Mavericks se dispararon por todas las transiciones que les entregaron unos Lakers esperpénticos en ataque ante la zona de los de Texas. Lo de los de púrpura y oro con los triples -algo que no se sepa ya esta campaña por otra parte-, era un desplante tras otro -acabaron con un 6/34 y un 17%-, mientras hacía sangre Dallas desde la larga distancia -un 20/49 y un 41%-, y con los triples de alta dificultad de Doncic pese a la intimidante defensa perimetral de Anthony Davis.
Los Lakers iban a regresar desde un ardiente y entusiasta ambición, pero también desde meditados cambios. Ante el fracaso de los triples, el nulo movimiento de balón, la intrascendencia de Hachimura en el poste bajo, los de Darvin Ham fueron directos a por lo más efectivo y sencillo: aclarar el panorama a Davis para que el pívot hiciera lo que quisiera con Powell. A su vez, el espíritu de Vanderbilt se sumó al de LeBron y Davis. El ex de los Jazz alborotó el gallinero con su sacrificio y sudor, el ‘pesado’ de la tarde.
Cogió 17 rebotes y robó 3 balones aparte de sus 15 tantos, su esfuerzo contagió al resto e hizo una buena defensa de Doncic, limitado a 12 puntos en la segunda parte. El esloveno, que se atrevió más a penetrar cuando no estuvo Davis en pista, encontró una durísimo oponente en el alero, que inspiró al resto. LeBron, descifrando la gran carencia de los Mavericks, también hurgó en la debilidad interior de los de Kidd.
Con Powell encargándose de Davis y sin ningún otro jugador en pista que llegara a los 2 metros, a ‘The King’ la resultaba muy sencillo con su envergadura y sus 2,06 hallar el ‘mismatch’ en el poste medio y bajo, origen de gran parte de sus puntos. Wood, aunque sufre también ante pívots como Davis, no lo hizo peor que Powell y, aparte, podía desgastar más a la ‘Ceja’ con el tiro exterior que no tiene su compañero de equipo. Pero Kidd le sentó en el banquillo en los minutos finales, donde Dennis Schröder, 15 puntos y dañino con sus penetraciones, surtió también el ataque de los Lakers.
Los de púrpura y oro supieron superar la adversidad de la desventaja, la ausencia de D’Angelo Russell para encontrar las soluciones ideales en un ataque que se desaceleró en Dallas. Jason Kidd deberá seguir dándole vueltas a la cabeza para que el de Irving-Doncic sea el dúo dinámico que todos esperan. Sigue el tiempo de reflexión para el técnico de unos Mavericks donde el panorama dista de ser idílico con tantas imperfecciones.