El ‘caso Zozulia’, en compás de espera


El ‘caso Zozulia’ ni mucho menos quedó zanjado al ser suspendido al descanso el Rayo-Albacete del pasado domingo por los insultos de parte de la afición franjirroja al delantero ucraniano del conjunto manchego, tildado de “puto nazi”.



El Comité de Competición se reúne este miércoles para decidir qué hacer en cuanto al partido, con diferentes escenarios posibles desde la reanudación del encuentro a puerta cerrada hasta la disputa en campo neutral. Será fundamental en la decisión del organismo lo que contiene el acta arbitral. Y López Toca, el colegiado encargado de impartir justicia en dicho Rayo-Albacete, especificó en la misma que el partido fue suspendido por razones de seguridad después de que, tras ser detenido en dos ocasiones, quedase descartada la opción de desalojar el fondo de donde procedían los insultos por falta de efectivos.

Pero decida lo que decida el Comité de Competición este miércoles, lo sucedido el pasado domingo promete sentar un precedente que intensifique la lucha contra los insultos en el deporte. Porque fue la primera vez que se suspendió un partido de fútbol español profesional por este motivo, pero todo apunta a que, si en el futuro se dan casos similares, ni mucho menos será la última. “Lo que se hizo me pareció ejemplar y lo apoyo absolutamente. Hay que agradecérselo a los dos equipos, al árbitro y a la Federación Española. Hay que erradicar los insultos en el deporte. Es intolerable”, aseveró el ministro de Cultura y Deporte José Guirao, defendiendo la decisión que se tomó.

“El deporte es lo contrario, así que si hay que suspender algún partido más, se hará. Siempre justificadamente y por un motivo”, apuntilló Guirao.

Un precedente en Inglaterra

En España no, pero en Inglaterra sí se había suspendido un partido no hace demasiado por insultos racistas. Ocurrió el pasado mes de octubre en el Haringey Borough-Yeovil Town de la fase preliminar de la FA Cup. Tom Loizou, técnico de los locales, decidió retirar a su equipo del terreno de juego afirmando que tanto su portero Pajetat Douglas como su defensa Cobt Rowe habían sido víctimas de abusos racistas por parte de los ultras del conjunto visitante presentes en la cita. Y el propio Yeovil Town apoyó la decisión de su contrincante marchándose también del campo. 10 día más tarde, y tras la detención de dos aficionados acusados de lo sucedido, el partido se reanudó.


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