El Circo Americano triunfa en Europa



Se veía venir y no habíamos caído en la cuenta. Boris Johnson, el presunto charlatán inelegible —también se pensó lo mismo de él y se hizo con la alcaldía de Londres en 2008—, ha barrido en el Reino Unido produciendo un reajuste político histórico; ha mandado al cuarto de los trastos al Partido Laborista, propinándole la mayor derrota desde 1935. Jeremy Corbyn le ha echado una mano vendiendo antigüedades ideológicas para la segunda década del siglo XXI. BoJo, el populista simpático, ha entrado en el 10 de Downing Street con su novia para al menos un lustro.

No tiene sin embargo un camino fácil. Primero, el desatranque de Europa, con la que aspira a mantener una difícil asociación comercial, que deberá negociar y anudar durante 2020. Salvar la City y la concentración de servicios financieros, frente a la que Europa no tiene recambio hoy. Aprovechará los 150.000 millones de libras esterlinas de inversiones que han salido del Reino Unido o cuya llegada ha sido diferida por la zozobra del Brexit.
Los principales nubarrones serán Escocia, donde han ganado los nacionalistas, que pelearán por un nuevo referéndum de independencia, e Irlanda del Norte, donde la derrota de los unionistas por los republicanos irlandeses puede propiciar en un determinado plazo la unificación de Irlanda. Con la consiguiente crisis constitucional para la unidad del Reino Unido. Intenso trabajo para el pragmático vendedor del nuevo Reino Unido soberano que quiere ser Johnson.
El trumpismo prende también en la vieja Europa. Un éxito del Circo Americano dirigido por Donald Trump, iniciado en el otoño de 2016 ante la sorpresa mundial, cuando tampoco lo vimos venir. El circo triunfa a ambos lados del Atlántico, con el celebrado número del Brexit representado en la pista de la posverdad, a cargo del émulo del presidente de EE UU, su gemelo del pelo pajizo. Tras una campaña electoral mendaz, donde la verdad ha sido la primera víctima, en la que ha triunfado el mal menor ante la incompetencia manifiesta de Corbyn.
En Washington y Londres, dos políticos extravagantes triunfan atizando las emociones y la nostalgia, enfermedad típica británica. Dos nacionalistas populistas, ayudados por el ágora digital y su juicio viral simplificador, que banaliza la complejidad de cualquier cuestión importante. Soluciones mágicas para los problemas más complejos. Debelación de lo público y puesta en cuestión del sentido de la democracia. Un tiempo de fuegos artificiales y credulidad potenciado por las redes sociales.
Trump, enredado en un proceso político de destitución de la presidencia, por supuesto abuso de poder y obstrucción a la justicia, consolida su base electoral y se apunta éxitos indudables: en la economía y una tregua en la guerra de aranceles con China. El impeachment propuesto por los demócratas morirá previsiblemente en el Senado. Se convertirá en una nota a pie de página y como tal será olvidada. La próxima gran función del Circo Americano tendrá lugar el martes 3 de noviembre de 2020 y los demócratas, sin un candidato presidencial claro y sin un proyecto político ganador, pueden regalar al mundo cuatro años más de Trump. Esta vez, veámoslo venir a tiempo.fgbasterra@gmail.com
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