El circo clásico de carpa se pone en pie de guerra para no ser engullido por el contemporáneo

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El circo tradicional de carpa ha abierto un nuevo frente en la vieja batalla entre el arte clásico y el contemporáneo. El artista Jesús Silva, conocido como Suso Silva, ganador del Premio Nacional de Circo en 2003, ha enviado este jueves una carta al ministro de Cultura, Miquel Iceta, firmada también por otra veintena de galardonados con la misma distinción, para protestar por la “indiferencia y falta de respeto” con que son tratados, que los “asfixia” cada vez más y “hace muy difícil su supervivencia”. Hace unos meses Silva fue elegido para formar parte del jurado que este miércoles se reunió para elegir al nuevo condecorado, que resultó ser Manolo Alcántara, pero no asistió a la deliberación en protesta, según explica en su carta, por el trato discriminatorio que reciben los profesionales de la carpa frente a los que actúan en teatros por parte del ministerio en sus políticas de apoyo, articuladas por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem).

“La realidad es que existen dos formas de entender el circo, dos sensibilidades que conviven, se ayudan y complementan, pero esa no es la visión del máximo responsable de la subdirección de teatro y circo”, denuncia Silva en su carta al ministro. Se refiere a Fernando Cerón, actual titular del cargo dentro del Inaem. Además, “como consecuencia de esa mirada dogmática, no existe desde hace años un equilibrio de fuerzas en la composición del jurado del Premio Nacional del Circo. Lo que haría casi imposible que, de estar hoy en activo, figuras de la talla de Pinito del Oro, Miss Mara, Rogelio Rivel o Pepe Tonetti, por citar algunos, pudieran ser galardonados con el mismo”, prosigue Silva en su misiva, que firman también otros 19 artistas, la mayoría pertenecientes a familias de larga tradición circense.

Manolo Alcántara, en un momento de su espectáculo 'Déja Vu', por el que se le ha concedido el Premio Nacional de Circo.
Manolo Alcántara, en un momento de su espectáculo ‘Déja Vu’, por el que se le ha concedido el Premio Nacional de Circo.

Silva, creador del Circo de los Horrores, que ha estrenado varios espectáculos en carpa desde 2006, asegura que no se trata de una guerra de artistas tradicionales contra vanguardistas, sino de una denuncia contra las políticas del Inaem en los últimos años. “No es una batalla de antiguos contra modernos. Porque este es un arte en continua renovación y los nuevos lenguajes los encontramos tanto en las carpas como en los teatros. No hay más que ver fenómenos como el Circo del Sol. Y yo mismo he creado un circo de carpa que no tiene nada que ver con los tradicionales. Pero parece que en el ministerio solo interesan los que actúan en teatros”, explica el artista por teléfono a este diario.

El sector está dividido en dos realidades muy diferentes. “Que no se quejen de que haya fuego cuando llevábamos tiempo previniendo de las brasas”, resume Genís Matabosch, uno de los expertos en circo más reconocidos de España, jurado de premios internacionales, director del prestigioso Festival Internacional de Circo Elefante de Oro de Figueres y presidente de la Circus Arts Foundation. Matabosch es además miembro del consejo asesor de circo del Inaem. “Llevamos años de tensión con el tema del premio, y yo hace tiempo que digo que la solución es tan fácil como que hubiera dos galardones. Eso evitaría el mal rollo de cada año y todo el mundo estaría tranquilo. Si hubiera paridad en el jurado, no existiría el problema, claro, pero este año todos eran de circo contemporáneo. Que gane una vez más ese tipo de circo realmente clama al cielo”.

Según Matabosch, circo clásico y contemporáneo “son totalmente diferentes, lo que hace uno no lo hace el otro, incluso en danza hay más transversalidad que en circo. Aquí es inexistente el currículo cruzado. Y es imposible opinar sobre algo que desconoces. Es como si el jurado de música tuviera que juzgar sobre teatro”. El especialista apunta que el premio “ha encendido la mecha, pero detrás está el hecho de que el circo de carpa se siente menospreciado”. No son realidades confrontadas, recalca, “no hay una guerra, pero hay claramente un tipo de circo que constata que no se le tiene en cuenta”.

Para explicar la diferencia entre ambos mundos artísticos, Matabosch considera que el contemporáneo “podría incluso no llevar la palabra circo, pues te encuentras muchas veces mezclas de danza y teatro que no presentan ningún otro elemento y se denominan así”. Para él, el circo ha de incluir acrobacia, “que es la base de este arte”, y una técnica muy depurada, además de riesgo. “La diferencia es de lenguaje artístico, en el circo clásico no hay dramaturgia o es muy somera, el peso está en la proeza técnica, prevalece la técnica sobre la dramaturgia. Y el riesgo, sí, también ha de estar, el más difícil todavía frente al explicar una historia. Un circo de atracciones frente a un circo teatralizado”.

La división se refleja en las propias asociaciones en las que se agrupa el sector. Los profesionales se han unido en distintas asociaciones territoriales que a su vez forman la federación nacional Circored, pero en esta entidad no está integrada la Unión de Profesionales y Amigos de las Artes Circenses (UPAAC), que representa a los artistas y empresarios de carpa. El motivo, según explica una portavoz de Circored, es que las necesidades de la UPAAC son muy específicas: “Por ejemplo, ellos demandan cosas como que se rebajen los precios de los alquileres de los terrenos municipales donde instalan sus espectáculos. Nosotros hacemos más hincapié en otros aspectos, como la formación, la investigación o la creación”.

Suso Silva, en una imagen promocional de su espectáculo 'Circo de los Horrores. Bacanal'.
Suso Silva, en una imagen promocional de su espectáculo ‘Circo de los Horrores. Bacanal’.

Desde la UPAAC aseguran que los profesionales a los que representan están siendo arrinconados. “En la última década las ayudas al circo han aumentado un 9%, pero eso solo ha favorecido a una parte del sector. Entre otras cosas, ha desaparecido la subvención a infraestructuras de carpa, que se eliminó por la crisis y luego no se ha recuperado, mientras que se han creado nuevas líneas de ayudas a residencias”, asegura un representante de la asociación.

¿Está pasado de moda el circo clásico? Desde la UPAAC recuerdan que en España siguen activos entre 28 y 35 circos de carpa, dependiendo de la temporada, que dan trabajo directo a un millar de personas y ofrecen al año de 8.000 a 12.000 funciones. “Eso demuestra que seguimos muy vivos, a pesar de los malos años que pasamos con la crisis de 2008 y ahora con la pandemia. El problema, por tanto, no es la falta de público, sino el abandono del ministerio, que parece empeñado en que desaparezcamos. Eso es lo que nos está dañando”, subraya el portavoz de la UPAAC. Para Matabosch, “si se quiere estigmatizar al sector, también podrías identificar al circo contemporáneo con el malabarista de semáforo. Hay excelencia en ambos lados y también cosas malas. El problema es que hay mucha cosa de baja calidad en este ámbito artístico. Lo injusto es que solo se quiera ver calidad en un lado”.

¿Y la prohibición de los animales no ha dañado también al sector? “Cuando algo llega de golpe, sin tiempo para reconvertirte, desde luego que hace daño. En este asunto, más allá de las prohibiciones que se han ido aprobando en los últimos años por sorpresa en distintos municipios, también tenemos que reprocharle al Inaem que hace cuatro años decidiera eliminar las subvenciones a los circos con animales con una moratoria de dos años sin haber hablado antes con el sector”, responden desde UPAAC. En todo caso, según Matabosch, ese es otro debate: “No es algo que diferencie a unos y otros; por ejemplo, la compañía Baró d’Evel, que hace circo contemporáneo, tenía caballos y ahora emplea un cuervo”.

A través de un portavoz, el Inaem asegura a este diario que apoya el arte circense “independientemente de su aproximación al hecho escénico, del formato que adopte (ya sea una compañía o un único actuante, incorpore o no dramaturgia…) o del espacio en donde se realice (en carpa clásica levantada al efecto para la representación, en una plaza o espacio público al aire libre, en un espacio no convencional o en un escenario teatral tradicional)”. En 2021 este apoyo se ha concretado en 959.049 euros destinados a ayudas específicas y además se ha puesto en marcha un nuevo circuito estatal íntegramente dedicado a las artes circenses. Para 2022 “está contemplada la recuperación, por importe de 250.000 euros, de una línea de ayudas destinada específicamente a empresas privadas para infraestructuras de circo itinerante, una modalidad de subvenciones que fue eliminada en 2014″.

El jurado que concedió este miércoles el galardón a Manolo Alcántara, figura consolidada en el mundo del circo contemporáneo en España, estuvo presidido por la directora general del Inaem, Amaya de Miguel, con la asistencia de Fernando Cerón como vicepresidente y los vocales Darío Dumont Swinkels, miembro de La Nördika, una compañía que combina el circo con la danza contemporánea; la payasa Merche Ochoa, ganadora del Premio Nacional de Circo en 2014; el artista de espectáculos de calle e investigador Miguel Ángel Tidor López y Nèlida Falcó Faydella, directora del área de artes escénicas del Institut Català de les Empreses Culturales. Además de Silva, excusaron su presencia Marceline Kahn, miembro de Los Excéntricos, la compañía galardonada el año pasado, un trío de equilibristas, malabaristas y payasos que combina técnicas tradicionales y contemporáneas, y Pilar Toboso Sánchez, representante del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer (IUEM) de la Universidad Autónoma de Madrid.

Los ganadores de los últimos años han sido la ya citada Marceline Kahn, en 2020; la asociación Bidó de Nou Barris, que gestiona un centro en Barcelona donde se hace circo de sala, en 2019; Consuelo Reyes, referencia internacional en la especialidad de antipodismo (técnica circense que consiste en hacer malabares con los pies), en 2018; Rolabola, pequeña compañía que actúa sobre todo en salas, en 2017, y el payaso Miguel Ángel Moreno Bolo, creador de la compañía Vaivén, en 2016. En 2015, eso sí, se le concedió a la UPAAC.


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