El club de los fabricantes de robots caseros que tienen a R2-D2 en el salón

José Antonio Caraballo Ordoñez tenía ocho años cuando vio por primera vez La guerra de las galaxias. Desde aquel momento, supo lo que quería ser de mayor: constructor de robots. Empezó creando sus propios droides con botes de detergente, medias pelotas de papel maché como cabeza y una mano de pintura. Años más tarde estudió electrónica y telecomunicaciones y ahora, a sus 50 años, cuenta orgulloso que ya ha construido dos unidades del mítico robot de Star Wars R2-D2 y una del R5-D4. Pero para él, crear estas máquinas ha significado mucho más que un objetivo vital. Ha sido, en sus propias palabras, “una terapia contra la depresión” después de sufrir un derrame cerebral en 2006 que le obligó a jubilarse.

Caraballo es uno de los miembros del club R2-D2 Builders, compuesto por más de 5.000 personas en todo el mundo que se ayudan entre ellos para construir réplicas de los robots del universo de Star Wars. El club nació en Estados Unidos en 1999. “Lo fundó Dave Everett, un australiano que fue el primero en conseguir que la productora Lucasfilm le facilitara los planos originales de los robots. Después, se fue extendiendo a diferentes lugares como Reino Unido, Francia o España”, cuenta Alejandro Clavijo, técnico de formación y desarrollo en Coca-Cola European Partners, que tiene 37 años y forma parte del club en España.

En este país, R2-D2 Builders está formado por 278 fans de Star Wars. Su edad va desde los 20 hasta los 60 años, construyen sus robots sin esperar ninguna retribución a cambio y tienen perfiles muy variados: desde técnicos de robótica a carpinteros o guardias de seguridad. Al igual que Santiago Miguel Bernal, soldador de 45 años, muchos miembros comparten su pasión por la ciencia ficción y los robots. Bernal asegura que es su propia satisfacción lo que le ha llevado a terminar un mouse droid y a empezar a construir a R2-Q5, un droide imperial que aparece en la estación espacial la Estrella de la Muerte. “Me gusta esta unidad porque siempre he sido muy del lado oscuro”, comenta.

Construir un robot desde cero no es una tarea fácil. El primer paso es estudiar qué partes tiene y hacerse con los planos del mismo. Para Jesús María Llaneza Martin, técnico de mantenimiento de aeronaves en Air Europa de 46 años, lo más complicado es precisamente “empezar”. Pero después, solo se necesitan “ganas, paciencia y entrar en un club donde te ayuden y aconsejen sobre el mejor método para construir tu robot”. Él ya ha invertido al menos unos 3.000 euros en fabricar a C1-10P, un droide comúnmente conocido como Chopper sacado de la serie de animación Star Wars Rebels. A día de hoy su robot mueve la cabeza y un brazo, tiene luces e incluso habla.

En ocasiones conseguir las piezas necesarias puede ser una auténtica odisea. Federico Aguirre Santandreu, ingeniero industrial de 50 años, tardó más de cinco años en terminar su R2-D2. Pedía algunas piezas a fabricantes de países como Estados Unidos o Alemania y en ocasiones, tras pagarlas por adelantado, tenía que esperar hasta seis meses para que se las hicieran y se las enviaran. “Incluso algunas tuve que fabricarlas yo mismo a mano”, recuerda.

El dinero que conlleva fabricar un robot de Star Wars abarca una amplia horquilla. Desde el club calculan que puede costar desde 1.000 a 20.000 euros. Aguirre ha invertido entre 15.000 y 18.000 euros en construir a R2-D2. “Es todo de aluminio. Hay algunos que están hechos de madera, impresión 3D o resinas, pero yo quería que fuera como el original de la película”, cuenta. En ocasiones, los robots construidos se manejan en control remoto y son idénticos a los de Star Wars. Es decir, miden exactamente lo mismo y son 100% funcionales.

De hecho, 16 droides del club en España cuentan con la aprobación de Lucasfilm para poder participar en películas o anuncios de televisión. Entre ellos están un R2-D2 y un C-3PO construidos por Juan Antonio Lozano Ortiz, que tiene 49 años y, además de trabajar en una joyería, es coleccionista de todo lo relacionado a la saga de Star Wars desde niño. Para construir a R2-D2 ha invertido unos 3.600 euros y para C3PO, unos 2.000 euros. Este último robot de momento es estático mientras que R2-D2 puede andar en todos las direcciones, mueve su cabeza 360 grados, tiene luces, canta y emite todos los sonidos originales de la película.

Además de dinero, lo que más requieren estos robots es tiempo. Tanto para montarlos como para pintarlos y hacer que funcionen. A Lozano le llevó 12 meses terminar a C-3PO y 18 a R2-D2. Ambos droides están ahora expuestos en el salón de su casa. Mientras tanto, Antonio Rosales Martínez, administrativo de 30 años, lleva cuatro meses creando a BD-1. “Es de un videojuego de Star Wars y básicamente son unos prismáticos con patas y piezas recicladas de otros props [modelos] de la saga. En el videojuego corre, abre puertas, salta y ayuda al protagonista como si fuera una mascota pequeña”, señala.

Un día Rosales salió a la terraza a pintar a BD-1 mientras que hablaba por teléfono con unos auriculares inalámbricos. Sus vecinos pasaron meses pensando que le gustaba hablar con robots hasta que coincidió con ellos y les explicó sus aficiones. “Ahora quieren uno para ellos”, comenta. Más allá del diseño, uno de los retos más complicados es conseguir que el robot se mueva, especialmente si no se tienen conocimientos de programación: “He terminado programando en un entorno visual y probando infinitas veces hasta dar con la tecla. Recomiendo bastante empaparse con conocimientos básicos sobre Arduino antes de meterse en estos ‘berenjenales’, que más de una vez me he visto en un callejón sin salida con 20 nudos de cables en las manos”.

Pero si algo bueno tiene pertenecer al club, es la ayuda que se proporcionan entre sí los fans de Star Wars en la página web de R2-D2 Builders y un grupo de WhatsApp. Raquel Pérez, de 50 años y residente en A Coruña, decidió construir un R2-D2 “sin saber nada de tecnología”. “No tengo terminado mi proyecto, pero puedo decir que he aprendido mucho sobre tecnología e impresión 3D”, afirma. A día de hoy Pérez es la única mujer que forma parte de este club en España: “Conozco muchas otras chicas en el mundo de la robótica, electrónica y nuevas tecnologías. Aunque se dedican a otras materias, podrían construir un robot R2-D2 sin problema”.

Para Pérez, construir robots es “un trabajo en equipo” y un pasatiempos que hace en familia junto a su pareja Eduardo Santos, de 50 años. En 2015 Santos decidió crear un R2-D2 con materiales reciclados porque su hijo tenía una feria de tecnología escolar. La creación tuvo tanto éxito que actualmente se encuentra en una exposición itinerante por toda Europa, según cuenta Santos. Después, decidieron crear el mismo robot, “pero ya conforme al canon de las películas de Star Wars”. También han construido otros robots de la saga como D-O y MSE-6.

En cuanto estos robots salen de casa se convierten en el centro de atención. “El día que lo sacamos a la calle para ir a un centro comercial, un coche casi se sale de la carretera”, recuerda entre risas Clavijo, que ha construido junto a su padre a R4-P17, un droide blanco y rojo que acompaña al personaje Obi-Wan Kenobi en su misión a Kamino o Geonosis. Lo que más le impresionó ese día a Clavijo fue la reacción de los adultos: “Algunos niños lo tocaban y otros se asustaban. Pero he visto a padres fanáticos de Star Wars echarse a llorar”.

Además, algunos de estos robots han sido los protagonistas en salones del cómic, presentaciones de videojuegos, estrenos de películas, colegios, centros de día de personas mayores y hospitales. Por ejemplo, Pérez y Santos han visitado más de 30 centros de educación para fomentar la vocación en robótica y carreras técnicas. Su R2-D2 también ha hecho visitas a niños hospitalizados vestido de médico y pasando consulta por las habitaciones.

Estos robots también han dado a sus miembros la oportunidad de conocer a algunos de sus ídolos. Caraballo cuenta que Kenny Baker, la persona que iba dentro de R2-D2 en algunas escenas, acabó firmando la cúpula de su droide por la parte inferior. Junto a su firma se acumulan muchas otras como la del actor Anthony Forrest; el doble de Darth Vader y Chewbacca, Stephen Calcutt; o David Martel, el único actor español de todas las películas de Star Wars.

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