El coste político del gasoducto Nord Stream 2

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Si Angela Merkel se hubiera retirado antes de las elecciones de 2017 tras 12 años en el cargo, la gente la habría recordado por su valiente decisión de abrir las fronteras alemanas a casi un millón de refugiados en 2015. Lo que la gente recordará ahora es su último gran éxito político, si se le quiere llamar así: conseguir que Joe Biden acepte que se concluya el gasoducto Nord Stream 2.

El gasoducto, ideado por Gerhard Schröder, es un símbolo de la amistad rusogermana. También es un símbolo de la división europea. Los Estados bálticos y Polonia, así como Ucrania, ven en ella una violación a gran escala de sus intereses de seguridad. La primera consecuencia será una alianza estratégica entre Polonia y China. El proceso ya ha empezado. China es la única opción de seguridad que le queda a Polonia, ya que Rusia y Alemania están construyendo un eje político que la deja de lado, ahora con el apoyo de Estados Unidos. Como resultado colateral, cualquier intento de la Unión Europea de fraguar una política exterior y de seguridad común ha quedado ahora condenado al fracaso. Los países del centro y el este de Europa estarían locos si renunciaran a su derecho de veto en política exterior. Es el único instrumento de poder que les queda. Si lo hicieran, serían derrotados una y otra vez en las votaciones por la mayoría organizada por Alemania.

Las próximas elecciones parlamentarias polacas, que se celebrarán en 2023, serán la hora de la verdad para el país. El partido Ley y Justicia actualmente en el Gobierno se ha beneficiado siempre de la paranoia antialemana. El germanófilo y enemigo del Brexit Donald Tusk se enfrentará a unos comicios muy duros. Para la oposición centrista de Polonia, el Nord Stream 2 es veneno puro, ya que su mensaje proeuropeo no cuajará entre los votantes polacos si Alemania actúa como lo está haciendo.

Desde una perspectiva europea, el gasoducto es un error a muchos niveles. Ahora, Biden lo tendrá aún más difícil para que sus 60 candidatos al cuerpo diplomático aún pendientes de confirmación obtengan el visto bueno del Senado, donde el senador Ted Cruz está obstaculizando las audiencias. La manzana de la discordia es el gasoducto.

El Nord Stream 2 no solo hace a Alemania más dependiente de Rusia, sino también de los combustibles fósiles. Ese será el próximo campo de batalla. La acción más eficaz contra la obra pasa por los tribunales. Polonia tuvo éxito en un caso relacionado con el gasoducto Nord Stream 1/Opal, que ahora tiene que operar a una capacidad reducida. En aquel asunto, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea se puso de parte de Polonia en contra de Alemania.

Cualquier impugnación legal contra el Nord Stream 2 podría situar a la infraestructura por debajo del umbral de rentabilidad. Otro posible peligro para sus partidarios son los Verdes alemanes. Si llegan al poder en esta década, es probable que insistan en una fecha de abandono de la producción de combustibles fósiles anterior a la prevista actualmente. El abandono del carbón está programado para 2038, y el final de la generación de energía a partir de gas se prevé para 2035. Si los Verdes consiguen acelerar las inversiones en fuentes de energía renovables y adelantar algunos años esas fechas, la rentabilidad del negocio del gasoducto quedaría en entredicho.

A la larga, la excesiva dependencia de Rusia del petróleo y el gas supondrán una calamidad económica para el país. A diferencia de los noruegos, el Gobierno ruso no invirtió las ganancias fruto de los combustibles fósiles, sino que llenó con ellas los bolsillos de los oligarcas, incluido el propio Vladímir Putin. Así que se podría sostener que el Nord Stream 2 ni siquiera va en interés de Rusia.

Si el gasoducto llega a fracasar, o se da por fracasado, será en el futuro lejano. Entre tanto, seguirá siendo el factor único más dañino para la política de seguridad europea ‒un atentado de Sarajevo de nuestros días‒, aunque Alemania no lo vea así. En una ocasión, Emmanuel Macron también expresó sus reservas sobre el proyecto, pero nunca aportó capital político a la campaña para pararlo. Biden y su equipo de política exterior creen, erróneamente a mi modo de ver, que pueden incorporar a Alemania a su estrategia con China. Acabarán descubriendo que el candidato con más posibilidades de suceder a Angela Merkel es todavía más mercantilista que ella. Armin Laschen pertenece a la tradición del corporativismo alemán. No por casualidad cuenta con el apoyo de Schröder. Es el Schröder de la CDU.

Mi consejo a los Gobiernos de Polonia y de los Estados bálticos es que sigan oponiéndose al gasoducto por todos los medios legales y políticos. Mi consejo a los Verdes de Alemania es que apoyen a los europeos del Este. Lo que está en juego es el futuro de la política exterior y de seguridad de la Unión Europea. Tal como están las cosas ahora, esto tendrá que esperar al menos una generación.

Wolfgang Münchau es director de www.eurointelligence.com.

Traducción de News Clips.


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