El derbi de los reyes del caño


Una de las últimas escenas de genio feliz de Diego Armando Maradona sucedió en abril de 2019 en México, en el vestuario visitante de Mineros de Zacatepec, a los que el equipo que entrenaba, Dorados de Sinaloa, acababa de ganar 0-2. Maradona está sentado en una silla y se agarra a los bordes del asiento para no caerse. Se le ve gordo, con dificultades para moverse por el tamaño, el deterioro general y la artrosis en las rodillas. Bajo el pie izquierdo tiene una pelota. Entonces entra su ayudante, José María Martínez, y le tira un caño. Maradona estalla en carcajadas: “¡No sabés el caño que se comió el Pancho!”, se burla. “Aparte se rompió las rodillas”, y gesticula como si tratara de cerrar las piernas, revitalizado por un divertimento infantil.

En el disfrute del caño, que conserva ese aroma a niñez, coinciden este sábado en el Bernabéu (21.00, Movistar LaLiga) el Real Madrid y el Rayo Vallecano, el segundo y el tercer equipo de las cinco grandes ligas europeas que más utilizan este recurso por partido, según los registros de Statsbomb procesados por fbref.com. Ambos recurren a él 1,4 veces por encuentro, y solo tienen por delante al Watford, que sale a dos por partido. Los ingleses llevan 20 en 10 jornadas, por 17 en 12 del Rayo y 16 en 11 del Madrid.

El caño es un disparador de alegría, y también un termómetro de confianza. Vinicius, el dominador de esta suerte en la Liga, la temporada pasada se dejaba llevar por ese impulso menos de la mitad de las veces que ahora. En las once jornadas que ha disputado el Madrid ha completado ya seis, tantos como en todo el curso pasado. En Europa, solo Emmanuel Dennis, del Watford, y Trincão, en los Wolves, llevan uno más que él. Fuentes de su entorno atribuyen el salto a que se encuentra más cómodo bajo el mando de Carlo Ancelotti, lo que le invita a arriesgar más que con Zidane, e insistir en la intensificación de su esencia, que describen como de regates y caños. Lo mostró desde el primer partido que jugó con el Castilla en Segunda B, en agosto de 2018. Acosado por dos rivales del filial del Las Palmas, escapó tirando un túnel de tacón y corrió hasta que lo derribó de una embestida un tercer contrario.

Este sábado por la noche tendrá delante a Iván Balliu, lateral derecho de 29 años nacido en Caldes de Malavella (Girona) e internacional con Albania. Además, Balliu es, con Trejo, el que más caños acumula en el Rayo (3). Coincide en que el atrevimiento es fruto de la confianza: “Va con el resultado, con que en la jornada 12 llevemos ya 20 puntos. Eso hace que te atrevas a más cosas, a tirar caños, a subir más al ataque… No vas con el freno de mano”, dice en conversación telefónica. “Al míster [Andoni Iraola] le gusta el rock and roll: robar y salir. No le importa que estemos dentro del área contraria cinco tíos. Si salimos con cinco, salimos con cinco. Se ve también en los cambios, que vas ganando y en lugar de sacar un defensa puede sacar otro delantero. En cambio, cuando jugaba en Francia, algún entrenador casi no me dejaba cruzar la línea de medio campo”.

El Rayo va en globo y Balliu nota el impulso a la osadía: “El fútbol son momentos. Hay momentos en los que te ves y te dices ‘¿Ese soy yo?’, y otros en los que no te sale nada. Dependemos de las sensaciones. Ahora el clima te lleva a una jugada con la que no te la juegas en otro momento. Te atreves”, explica.

Y no es que no noten la tensión de competir como recién ascendido, la amenaza de hundirse de repente: “Sufrimos mucho, pero cuando ganas te diviertes más”, dice. En esa diversión, el túnel es como un estallido infantil, como la carcajada de Maradona: “El caño es como cuando eras niño, que dejas al otro un poco en ridículo, te ríes…”, dice Balliu.

El lateral encargado este sábado de la zona de operaciones de Vinicius afronta el desafío sin demasiada inquietud —”En preparación mental quizá hay que estar un poco más preparado, pero no hago nada especial”—, y con el mismo espíritu juguetón de estas semanas, que recupera cuando se le pregunta quién tiene más posibilidades de tirarle un caño al otro en el Bernabéu: “Si llegamos a tocar el balón, yo a él”, bromea.

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