Buenas noticias para la Real: llega el Real Madrid a Anoeta. Es el legítimo delirio de grandeza al que se agarra el equipo de Imanol, crecido cada vez que se avecina un partido de alta alcurnia. Máxime cuando los decibelios de la esperanza se rebajan, como ahora. A tal rival, tal honor. A grandes males, grandes remedios, parece grabarse en Anoeta cuando los resultados dejan de acompañar y un transatlántico como el blanco desembarca en el Muelle donostiarra. A falta de nueve jornadas para el final y con todo por decidirse, el viento soplará en popa a toda vela en caso de victoria y perder no significará un naufragio, pero sí perder un tanto el rumbo de las aguas internacionales.
Un Real Sociedad-Real Madrid es igual de hermoso que cualquiera de los siete mares. Los de Imanol
Alguacil reciben esta noche (22.00 horas, Movistar LaLiga) a un archienemigo indiscutible, un blanco que no es fácil pero sí muy apetecible. Detrás del resultado hay historia, mucha tradición, bíblicas contiendas con títulos de Liga en juego en tiempos cada vez más lejanos pero no remotos. La Real le ha ganado campeonatos al Madrid y viceversa. Es una rivalidad eterna, un clásico de Primera, el desafío por excelencia para el menos poderoso de los contendientes.
La magnitud del pulso es tal que la expectación no se reduce por mucho que Anoeta esté vacío hoy. Los efectos devastadores de la pandemia obligan a un escenario insólito, un partidazo en soledad, pero no puede faltar el empuje desde la distancia. A la Real le avala el majestuoso triunfo sobre el Madrid en la Copa. Un 3-4 para toda la vida que se tradujo en las semifinales. Hoy no será lo mismo. Otra victoria es posible, pero no se parecería demasiado. Como máximo en el arrebato de orgullo inherente a batir al gigante.
Mikel Merino y diez más
Los tropiezos realistas contra Osasuna y Alavés hacen que la necesidad de ganar aumente. Es una cuestión clasificatoria de notoria relevancia, puesto que los combatientes no se arrugan y aprietan de lo lindo. La Real parte sexta, en Europa, y su intención es no perder comba con la cuarta plaza que otorga el acceso a la Copa de Europa. El partido de esta noche será similar a los más apasionantes entre guipuzcoanos y madrileños porque también está en juego el liderato: si los de Zidane ganan serán los nuevos líderes merced al empate del Barcelona.
Sólo la baja de Zaldua impide a Imanol alistar a su guardia pretoriana. El donostiarra está sancionado y verá el partido desde el graderío. Mikel
Merino recorre el camino adverso y se une tanto a la convocatoria como a la alineación. No puede ser de otra manera: el navarro es el mejor futbolista txuri urdin de la temporada y el entrenador cuenta con sus servicios siempre que puede.
Gorosabel saldrá en el lateral diestro, mientras que Monreal y Portu también aspiran a volver por Aihen y Januzaj. Zurutuza será el damnificado por el retorno de Merino. La formación titular no diferirá demasiado de la compuesta por Remiro; Gorosabel, Aritz, Le
Normand, Monreal; Zubeldia, Odegaard, Merino; Portu, Oyarzabal y Willian
José.
En el fuselaje del vuelo chárter que desplaza hoy al Real Madrid hay sitio para toda su artillería. Los 16 goles del temible Benzema, la categoría del renacido Hazard o la estricta retaguardia de los Courtois, Varane o Ramos aterrizan en Donostia con intención de sumar los tres puntos. Nacho, Isco y Lucas
Vázquez son las bajas madridistas. Marcelo podría sustituir a Mendy. Zidane no se inventará nada más porque sabe que este partido no es de andar por casa.
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