El día más triste en el Montealto, el colegio de Madrid en el que murió una niña atropellada


—Papá, ¿dónde fue lo de la niña?

—Ahí, cariño, en la puerta.

Es el día después del atropello mortal de María, de seis años, a las puertas del colegio Montealto de Madrid. En lo que se investiga como un error al volante, una mujer embistió en la tarde del jueves a ella y a otras dos pequeñas, Begoña e Isabel, de 10 años y 12 años respectivamente, a la salida de clase. Las dos últimas permanecen estables dentro de la gravedad en sendos hospitales. En esta fría mañana de noviembre, todos hablan de lo que se vivió el día anterior en la misma acera que todos pisan para entrar a este centro de más de 1.500 alumnos. “Buenos días, por decir algo”, le dice un padre al trabajador que supervisa una de las entradas. “¡Qué tarde vivimos ayer!”, espeta la monitora que se encarga de los niños que usan el autobús escolar. “¿Dónde puedo dejar estas flores?”, pregunta un chico con un ramo, mientras se seca las lágrimas.

Rocío, Mercedes, Jimena y Leticia, ataviadas con la falda roja de cuadros y el jersey verde que compone el uniforme del centro, comentan en corro al lado de la parada del autobús. Las alumnas de 16 años cuentan que la menor fallecida es hija de una empleada del colegio y tiene otros cinco hermanos. Uno de ellos va al curso de estas chicas. Mercedes cuenta que cuidó en campamentos a las que están heridas. Ella estaba saliendo de clase cuando ocurrió todo. “Estaba lleno de luces, había mucho lío, no entendíamos qué había pasado”, señala. “Este es un colegio muy familiar, al final nos conocemos todos”, explica Rocío. Algunas de sus compañeras caminan por la acera dando un último repaso a los apuntes de un examen que tienen este viernes.

Desde las ocho de la mañana y hasta pasadas las nueve, el goteo de estudiantes es constante. Los niños llegan en el autobús de la línea 134, en los autocares escolares o los traen sus padres en coche. Uno de estos progenitores es Ricardo Lobera, de cuyo coche tipo furgoneta salen varias menores. Él es padre de 10. “Esto ha sido un trágico accidente que solo se puede sobrellevar si tienes fe. Esa niña está en el cielo y es lo único que podemos decir a nuestros hijos”, comenta desde el asiento del conductor.

El alcalde de Madrid, José Luís Martínez Almeida, atiende a los medios este viernes.David Fernández/ EFE

Sobre las nueve menos cuarto se abre una segunda puerta de acceso al centro. Por ella asoman parte de las imponentes instalaciones de este centro privado ubicado en el barrio de Mirasierra. Desde la acera se ve una pista de tenis, una cancha de baloncesto y parte de un campo de fútbol. Hasta los seis años, esta escuela es mixta y desde esa edad es femenina. A esta hora, el trajín de coches empieza a aumentar. La mayoría son SUV. Algunos padres aparcan y acompañan a sus pequeños hasta la entrada, otros paran unos segundos como pueden.

En doble fila

Diego es un padre que sale por este segundo acceso. “Lo único que hemos podido explicar a nuestros hijos es la verdad, no podemos hacer como si la muerte no existiera”, apunta mientras se enciende un cigarrillo. Mientras habla, uno de los autocares escolares para unos minutos en doble fila. “Es verdad que esto es un poco ratonera con tanto coche; antes del covid, se podía entrar con él dentro del recinto, pero como tuvieron que hacer separación de acceso y salida, ya no. Esto siempre está un poco así a estas horas, mira, los autobuses tienen que parar como pueden”, dice señalando al vehículo del que sale un grupo de niñas dándose la mano.

Unos minutos antes se aproxima a la puerta el capellán del colegio. Todavía con el susto en el cuerpo, solo acierta a decir que sigue “en shock” y continúa con paso decidido hasta la entrada. Cada mañana, en el centro se celebra una misa, muchos alumnos y padres han querido acudir esta mañana para despedir en este acto a la niña fallecida. Una de ellas es Sara, que llega al colegio con su hija. “Solo podemos rezar, y eso es lo que vamos a hacer”, se lamenta.

Desde la dirección, mandaron la tarde anterior una circular en la que informaban a los padres del accidente y mostraban su apoyo tanto a las familias de las menores como a la de la madre que conducía el coche. Los datos recabados hasta ahora apuntan a que la mujer quiso dar marcha atrás y, por error, condujo hacia delante, donde estaban las tres niñas. Este viernes ha sido el día más triste en las aulas del Montealto.

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