El eco del silencio resuena en San Mamés

La sensación de ver un partido con San
Mamés vacío viene a ser la misma en la Champions femenina que en la Liga. El fútbol es otra cosa. Las gradas vacías de un estadio tan futbolero como el del Athletic enfrían cualquier encuentro por mucho que haya en juego.

No volvió a sonar el himno de la Champions en el nuevo estadio rojiblanco. Al contrario. La seriedad del momento imperó a nivel protocolario. Primero salió el equipo arbitral al césped, después el Atlético y más tarde el Barça. Fotos de rigor y minuto de silencio compartido en círculo en el centro del campo en memoria de los fallecidos por el coronavirus.

Más tarde, antes del pitido inicial, todas las protagonistas hincaron la rodilla en el verde como símbolo de protesta ante el racismo. También hubo unanimidad en ambas escuadras a la hora de tener un gesto con Virginia
Torrecilla, la jugadora colchonera operada hace algunos meses de un tumor cerebral. Ella, cómo no, también vivió su propio partido.

Las jugadoras, con rodilla en tierra, en una protesta contra el racismo.
Las jugadoras, con rodilla en tierra, en una protesta contra el racismo.

Atlético y Barça, balón al suelo, ofrecieron ayer un digno espectáculo sobre el césped bilbaíno. Dos apuestas futbolísticas muy diferentes en dos coyunturas también muy distintas en uno y otro bando. Al final ganó el que más atacó y perdió el que más bajas tenía.

El protocolo establecido para la prensa a la entrada al interior de San
Mamés, acreditación en mano, se asemejó bastante al fijado con los partidos a puerta cerrada del Athletic tras la reanudación de la Liga. Toma de temperatura, revisión del material de trabajo, ‘desinfección’ del mismo y de manos de dos en dos en un ascensor con capacidad para cerca de diez personas.

Aitor Elizegi, presidente del Athletic, y Joseba Agirre, director deportivo de la sección femenina del club rojiblanco.
Aitor Elizegi, presidente del Athletic, y Joseba Agirre, director deportivo de la sección femenina del club rojiblanco.

Arriba, en la tribuna de prensa, se sitúa un pupitre de separación entre periodista y periodista. Presencia de mucho menos prensa, a modo y manera de lo acontecido con las últimas jornadas de los leones, de lo que era habitual en este estadio antes de la pandemia. La música, eso sí, a todo tren con Bruce a la cabeza y recordatorios puntuales para los contados asistentes de cara al uso obligatorio de la mascarilla y del mantenimiento de la distancia de seguridad. En inglés, en euskera y en castellano. El eco del silencio imperó luego en San
Mamés. Cuando el balón empezó a rodar se escucharon, eso sí, las voces y gritos de las protagonistas.


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