El espíritu de la Real campeona

En las dos temporadas en las que la Real ganó la Liga (1981 y 1982) hubo futbolistas que ni siquiera llegaron a debutar. No pisaron el césped en un partido oficial. En una época en la que el ‘once’ titular se recitaba de carrerilla y en un fútbol que no conjugaba el verbo rotar, el suplente lo era con todas las letras, con mayúsculas. Y, sin embargo, por muy resignado que estuviera a desempeñar ese papel, nadie que analizara aquella histórica Real negará que los futbolistas que no eran
Arconada
,
Celaieta
,
Górriz
,
Kortabarria,


Olaizola
,
Diego
,
Alonso
,
Zamora
,
Idígoras
,
Sarústegi
o
López


Ufarte
jugaron un papel esencial en la consecución de los títulos.

El ‘once’ tipo del primer campeonato jugó el 88% de los minutos. En la segunda Liga,
Ormaetxea
rotó un poco más, los titulares se llevaron el 86% del minutaje de los 34 partidos. A pesar de que el reparto de papeles era tan claro, todos los componentes de la plantilla acudieron cada lunes a entrenar como si no hubiera un mañana. Radiografiado con el viento a favor que proporciona saber que hablamos de la auténtica edad de oro de la Real, de su época gloriosa, casi ningún protagonista directo de la misma negara que parte de lo que hizo tan bueno al equipo campeón fue la extrema dureza de los entrenamientos. Lo difícil que lo ponían cada día los suplentes. La exigencia del trabajo diario.


Imanol
dosifica más los esfuerzos. Es otro fútbol. Han pasado casi 40 años. Los once que más juegan en esta Real suman el 73% de los minutos por un 23% el resto. Pero hay algo del espíritu de aquella Real campeona en la actual. Y tampoco es difícil ver encarnado a
Ormaetxea
en
Alguacil
, incluso hasta en su enjuta figura. La altura del listón en que se ha colocado la exigencia diaria, la cultura del trabajo, es similar. Y ahora, como entonces, el entrenador ha logrado que aunque los suplentes también quieren ser titulares, asuman que su labor diaria en los entrenamientos mejora al colectivo y es tan importante como la clase de
Merino
, una asistencia de
Silva
, la ascendencia de
Oyarzabal
o los goles de
Portu.


Un cimiento esencial

Si la Real gana mañana,
Imanol
alcanzará su 45ª victoria en 90 partidos. El 50%. Ya está casi todo dicho respecto al tremendo promedio de victorias de la escuadra txuri urdin a las órdenes del técnico de Orio. Ninguno de los entrenadores que más dirigieron a la Real en su historia logró vencer la mitad de sus partidos. Pero hay un apartado de las estadísticas del guipuzcoano al frente del conjunto txuri urdin igual de relevante, o más, que se destaca menos. La Real sólo ha perdido con Alguacil 25 de los 89 partidos que ha jugado (un 28%), lo que sitúa cerca del 24% de
Ormaetxea
, aunque el mérito del técnico campeón se multiplica exponencialmente al lograrlo en 324 partidos. Desde que el triunfo se premia con tres puntos el empate ha perdido el valor que tuvo en los años 80. No es tan decisivo cuántos partidos se mantenga un equipo sin perder como cuántos sea capaz de ganar. Pero perder poco siempre será un punto de partida hacia el éxito ya que un equipo que se sienta poco vulnerable, siempre tendrá la opción de ganar partidos. La Real subcampeona en 1980 estuvo 32 partidos seguidos sin perder y la de 2003, 19. La de
Imanol
sólo ha perdido tres de sus 16 últimos partidos y 11 de los últimos 38. Una solidez que, sin duda, supone el cimiento esencial para las más grandes aspiraciones.

Seis años con un activo seguro

Una latosa lesión de pubis y la espectacular irrupción de Gorosabel han dejado en un segundo plano a Joseba
Zaldua, de cuyo debut se cumplen el lunes siete años. Un tiempo en el que el lateral donostiarra ha demostrado con creces que es un valor seguro. Tuvo que salir a Leganés para demostrar su valía y regresó reforzado. Mañana será titular en Cádiz, estamos tranquilos.

El valor de un póster

Sería necesario que alguien explique qué hay detrás de la decisión de tener que comprar un producto en las tiendas, pagar al fin y al cabo, para lograr el póster oficial de la Real. Al ponerle precio, paradójicamente, el club le quita valor a un producto icónico. La mejor manera de hacer Real, de expandir la marca, es que sea gratuito y que todos los niños de Gipuzkoa lo tengan en la pared de su habitación.


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