Migrantes que lleguen a Alemania son alemanes aunque tengan nombres que suenen a extranjeros: Merkel

El gobierno de Merkel no ha hecho nada para reducir la pobreza: Sociólogo

Por Anastasia Becchio

 

Es la hora de la limpieza en el comedor de la escuela Herbert Grillo, en el barrio de Marxloh. Sobre las mesas se apilan las sillas de plástico negras, grises y naranjas. Klaus Kumbholz termina su jornada de trabajo: como ayudante de comedor escolar, gana un pequeño sueldo que lo obliga a contar cada céntimo, pero lo que más le preocupa es su jubilación, dentro de 10 años.

“Si tengo suerte, recibiré mil euros, pero podrían ser sólo 800. Empecé a trabajar a los 16 años. Llevo 41 años trabajando. Aquí hay muchos pensionistas que tienen que recoger botellas retornables para conseguir unas decenas de céntimos”, se lamenta Klaus.

“Nuestro futuro no está asegurado. Puede que algún día tengamos que mendigar. Todo trabajador alemán debería poder seguir viviendo con dignidad después de la jubilación y no verse obligado a recoger botellas retornables. ¡Alemania es rica!“, agrega.


Un barrio transformado por la desindustrialización
El barrio de Marxloh, a 20 minutos en tranvía del centro de Duisburgo, está rodeado de altos hornos. Hasta los años 70, la población se benefició de la prosperidad de la industria siderúrgica y de los empleos bien remunerados. Pero con la desindustrialización, Marxloh ha cambiado, comenta Thomas Mielke, que trabaja para la asociación de integración social Rundertisch.

“En la región tenemos un gran empleador, Thyssen Krup, pero no hay tantos puestos de trabajo como cuando yo era niño. Por aquel entonces, todos nuestros vecinos trabajaban allí. Hoy en día, muchas familias no tienen trabajo y tienen que vivir de las prestaciones, lo que no hace la vida fácil”, explica Mielke.

“En nuestra asociación, cuando organizamos talleres de cocina para adolescentes, por ejemplo, pedimos una pequeña contribución de 3 euros para comprar los productos porque no podemos pagarlo todo de nuestro bolsillo, pero nos damos cuenta de que algunas personas no pueden permitírselo”, continúa.

Protesta en Berlín por las restricciones sanitarias por el coronavirus.

 

Una sociedad polarizada
El sociólogo Christoph Butterwegge, cercano al partido de izquierdas Die Linke, señala que la tasa de pobreza ha aumentado en general en los últimos años: “El gobierno de Merkel no ha hecho nada para reducir la pobreza. Por el contrario, hoy hemos alcanzado un récord: la pobreza afecta al 15.9% de la población alemana, la tasa más alta desde 2005, cuando Angela Merkel llegó al poder”.

“Las políticas del gobierno han contribuido a la polarización de la sociedad. Ha habido una desregulación del mercado laboral, una liberalización del trabajo temporal, de los empleos precarios, los llamados minijobs donde la gente gana poco dinero”, sostiene el sociólogo.

Entre las formas de reducir la brecha social, el programa del Partido Socialdemócrata (SPD) propone aumentar el salario mínimo de 9.60 euros a 12 euros.

Anastasia Becchio, enviada especial a Duisburgo. RFI


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