El hambre puede cambiar la historia


Para quienes tienen en su piel las cicatrices de L’Hospitalet, Beasain, Miranda de Ebro o Zamora, era inevitable mirar con cierto recelo un partido en Palencia, en medio de un diluvio y ante un rival de categoría inferior. Quien más quien menos pensaba que el fantasma de la Copa se podía reencarnar en el modestísimo Becerril.



Pero Imanol, presente en aquella eliminatoria ante el Numancia que fue el germen de los desastres coperos, era probablemente el primero en recelar de un rival de categoría inferior.

Claro que nadie tardó en caer en la cuenta de que la diferencia entre la Real y el conjunto palentino pocas veces se había visto en un partido oficial y por eso tuvo mérito la actuación de unos futbolistas que mostraron ese hambre y ese carácter competitivo necesario para no dejar lugar a la sorpresa en un escenario como La Balastera.

El primero que lo quiso transmitir fue el propio entrenador, sin dejar lugar en la convocatoria a los chavales del Sanse. Era un partido para los mayores y estos se turnaron en sus reivindicaciones. El primero en alzar la voz fue Rubén Pardo, que puso el córner del primer gol. En este caso, sus gritos no parecen tener espacio para la resonancia porque su futuro a medio plazo está fuera de la Real y a corto, parece que volverá a estar al margen de las convocatorias.

Quizá el que más galones reclamó para sí fue Andan
Januzaj. Puede ser el jugador de mayor talento del plantel. Incluso muchos habrían apostado porque sería al que menos le apetecería un partido como el de ayer. Pero el belga asumió responsabilidades y se llevó el balón a casa. Estuvo lejos de desentenderse del juego y se rebeló ante la realidad que vive en la Real. Quizá eso venía esperando por su parte Imanol desde hace muchos meses. Está por ver si esta noche en Palencia puede empezar a cambiar el rumbo de su errática trayectoria en Donostia.

El belga jugó con el cuchillo entre los dientes y de ese mismo modo ingresaron en el terreno de juego los sustitutos. Isak entró obsesionado con el gol tras el descanso y no se quedó tranquilo hasta que celebró un par. Llegó un momento en el que eso parecía imposible, pero terminó encontrando su doblete el sueco.

Con 0-5 en el marcador entraron Portu y Oyarzabal en el campo y lo hicieron desbocados, sin pensar en el partido del domingo. Ellos generaron precisamente los dos tantos de Isak. El primero le asistió y el segundo hizo un jugadón de cuyo rechace se aprovechó el de Solna.

Estos tres hombres que entraron tras el descanso fueron el fiel ejemplo del hambre con el que la Real se pasea también en la Copa y que fue precisamente el que permitió que la lógica se impusiera y que no hubiera ni una sola opción a vivir una noche infame como las que se sucedieron a principios de siglo que alimentaron una historia negra en esta competición que esta generación, libre de esa carga, quiere hacer saltar por los aires


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