Un tribunal francés ha condenado a Damien Tarel, el hombre que abofeteó al presidente Emmanuel Macron este martes, a una pena de 18 meses de prisión, de los que cumplirá cuatro encarcelado, informa Reuters.
La agresión se produjo cuando el presidente francés se acercó a saludar a un grupo de ciudadanos durante una visita en el municipio de Tain-l’Hermitage, en el departamento de Drôme, en el sureste de Francia. El atacante, de 28 años, se encontraba al otro lado de una valla. Cuando tuvo a Macron cerca, le sujetó el brazo y le agredió entonando un eslogan monárquico. Tarel es aficionado a las artes marciales medievales y en las redes sociales sigue cuentas de extrema derecha.
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El condenado ha reconocido los hechos ante el tribunal de Valence, pero ha asegurado que no fue una agresión planeada. “Actué de forma instintiva”, ha afirmado. La Fiscalía lo ha considerado, sin embargo, “un acto deliberado de violencia”. Detenido desde el martes, Tarel ha sido acusado de un delito de violencia contra persona que ostenta autoridad pública, que implica una pena máxima de tres años de cárcel y una multa de hasta 45.000 euros. A su favor ha contado que no tenía antecedentes penales.
Durante el juicio, según la agencia France Presse, Tarel ha relatado que se encontraba con un amigo esperando en el coche, cuando pensó en llamar la atención durante la visita del presidente tirándole un huevo o una tarta con nata. “Cuando vi su aspecto amable y mentiroso, que me captó como votante, me sentí asqueado”, ha añadido ante el tribunal.
Descrito por sus amigos como tímido y afable, Damien Tarel explicó a los agentes que simpatizaba con el movimiento antigubernamental de los chalecos amarillos y se declaró afín a la derecha o la extrema derecha, aunque “sin pertenecer a ningún partido”.
Su amigo Arthur C. fue detenido al mismo tiempo el martes por haber filmado la agresión, pero finalmente no ha sido acusado por el incidente.
Cuando abofeteó a Macron, se le escuchó decir “Montjoie Saint-Denis, abajo la macronía”. “Montojoie Saint-Denis” es un grito de guerra de los monárquicos de extrema derecha en Francia.
El presidente, que continuó con su agenda oficial, calificó el incidente como un hecho aislado y advirtió de que la violencia y el odio son una amenaza para la democracia. Todos los partidos condenaron el ataque.
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