El jardinero horticultor

La eclosión de la covid-19 ha despertado la solidaridad y el instinto de cooperación hasta límites insospechados. En La Riche, un municipio francés del centro del país, se constituyó en asociación, Les Couturières masquées (las costureras enmascaradas, en español), para agrupar a modistas profesionales y aficionadas, todas ellas deseosas de aportar tejidos, hilo y tiempo de manera gratuita para confeccionar máscaras. Han donado hasta el momento unas 25.000 a personas privadas y a colectivos que estaban desarmados, en lo que máscaras se refiere, frente a la pandemia. Esta asociación ha conseguido fabricar una máscara para cada uno de los habitantes de su municipio y hacerlo en tiempo récord.

Resuelta la urgencia sanitaria, un nuevo colectivo de ciudadanos de la misma región, en la ciudad de Tours (Francia), donde yo vivo, se siente llamado ahora a combatir la crisis alimentaria. Se autodenominan Los jardineros enmascarados y se reúnen y se comunican a través de su grupo en Facebook. Al principio de la pandemia se puso de manifiesto que la ausencia del comedor escolar, a menudo subvencionado por el Estado, ponía algunas familias numerosas en riesgo de hambruna en el corazón de la rica Francia.

En un principio se organizaron colectas de alimentos, donaciones, pero pronto surgió la idea de reapropiarse el espacio público para cultivar comida. ¿Qué mejor que convertir a la ciudad en un espacio autosuficiente en materia de alimentación para aumentar su capacidad de resilencia en situaciones de crisis, como cuando no es posible restablecer las comunicaciones con el exterior? Porque al fin y al cabo, ¿a quién pertenece el parque público? Todo el mundo está invitado a participar, con sus competencias y sus herramientas, a la tarea de cultivo organizada por Los jardineros enmascarados y todo el mundo por igual está invitado a servirse una vez los cultivos hayan dado su fruto.

Todo el mundo está invitado a participar, con sus competencias y sus herramientas, a la tarea de cultivo

La ciudad de Tours tiene hasta la fecha un programa oficial para reverdecer el municipio. Hablamos de ello en el post Slow Flowers: en casa y en la acera. El programa municipal A fleur de trottoir (A flor de acera, en español) tiene por objetivo reverdecer, pero sobre todo embellecer las calles de la ciudad con flores y plantas decorativas.

Los Jardineros enmascarados no han pedido permiso a las autoridades, aunque les han comunicado lo que estaban haciendo. Y esperan reunirse con el equipo municipal en breve para poder trabajar de manera conjunta y no aislados, y así multiplicar en los parques públicos los tomates y los melones, que son necesarios, en lugar de las flores ornamentales, que se han convertido en estos momentos en un lujo asiático y prescindible.

Todo el mundo está invitado a servirse una vez los cultivos hayan dado su fruto
Todo el mundo está invitado a servirse una vez los cultivos hayan dado su fruto

De momento, el colectivo ha hecho ya varias campañas de plantación en algunos espacios de la ciudad. Son ya unas 60 personas inscritas, quienes trabajan la tierra no sólo enmascarados sino también respetando las distancias de seguridad. De hecho se dividen en grupos de 10 para facilitar el respeto a la distancia social.

Ojalá que la iniciativa local se replique en otras ciudades y en otros países porque son muchos los aspectos positivos asociados: el empoderamiento de los ciudadanos anónimos, que no esperan la iniciativa de la administración pública para “poner manos a la tierra”; la toma de conciencia colectiva de que el espacio público es, valga la redundancia, público y por lo tanto tuyo y mío; y el descubrimiento de que la ciudad, sí, ella también, puede producir vegetales y frutas. Es más: debe hacerlo. No es algo reservado en exclusiva al campo.

París, con su iniciativa Vegetalisons Paris (Vegetalicemos París, en español), ha demostrado ya que debajo del empedrado se encuentra la huerta. Hablamos de esta confusión creciente entre ciudad y campo en el post París: sobre el asfalto crece el campo. Lo dicho: ojalá que cunda el ejemplo y que nazcan y florezcan plantas (comestibles) en todas las ciudades. De hecho, Poitiers, que es una ciudad no muy lejana de Tours, ha tomado ya nota y acaba de nacer allí su propio grupo de jardineros enmascarados.


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