El Madrid de Zidane no aprende


A pesar de reafirmarse en el liderato, el Real Madrid de Zinedine
Zidane tropezó de nuevo con la misma piedra ante el Granada para firmar un triunfo agónico que vuelve a sembrar de dudas a un equipo que no termina de ser fiable y regular. “Hay que enviar el balón a tomar por saco”, lamentó Zidane cuando el Valladolid rascó un punto en la segunda jornada en el feudo blanco. Desde entonces no ha habido ni un día tranquilo en la oficina del Santiago Bernabéu, sofocado el Madrid por rivales menores como el Levante, el Brujas y el Granada. Solo el inofensivo Osasuna pasó de puntillas sin hacer un solo rasguño a los de Zidane.



El choque por el liderato frente al Granada fue un calco de lo ocurrido hace menos de un mes contra el Levante en el mismo escenario. Un Madrid serio y solidario se pone 3-0 y la relajación general a punto está de costarle un empate aparentemente imposible.

Con el tropiezo ante el Brujas todavía fresco en la memoria, el equipo de Zidane salió como un trueno para cortar de raíz cualquier conato de rebelión del Granada, muy superado en la primera parte. Solo la portentosa actuación de Rui Silva salvó al equipo nazarí de irse goleado al descanso. Benzema y Hazard, por fin goleador, pusieron tierra de por medio.

Pero si el choque tuvo un protagonista claro fue Fede Valverde, omnipresente los 90 minutos. El todoterreno uruguayo, observado con recelo por buena parte de la parroquia, se multiplicó por toda la zona ancha para recuperar, jugar y asistir. Suyo fue el pase de gol a Hazard tras recuperar el balón y participó en origen del 3-0 con otro robo fundamental.

Pero con el partido encarrilado y visto para sentencia, un error infantil de Areola puso a tiritar a los blancos. El 3-2 de Duarte angustió todavía más al equipo y solo la entereza de Ramos, Valverde, Varane y Casemiro evitó la catástrofe.

Los rivales parecen haberle perdido el respeto al Bernabéu y cualquier equipo (Brujas, Levante, Valladolid, Granada) se ve con serias opciones de salir con premio en el zurrón. Ya no hay miedo escénico que valga.


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