El Mallorca planta cara al Sevilla

El Mallorca jugó de maravilla durante una hora. Fino en los duelos, aplicado y solidario en lo colectivo para aplicar el plan previsto, recuperar la pelota y dispararse hacia el área del Sevilla, que pareció más espeso, con un par de marchas menos. Pero el partido acabó en empate y gracias para los locales, porque bien pudo caer en un final surrealista en el que, tras cinco minutos de estudio videográfico, el árbitro anuló un gol al Sevilla en la última jugada por mano de Fernando antes de un centro que Ocampos remató a la red. Habría sido un marcador injusto.

Mallorca

1

Manolo Reina, Valjent, Russo, Pablo Maffeo, Brian, Ruiz de Galarreta (Salva Sevilla, min. 77), Dani (Joan Sastre, min. 93), Iddrisu Baba, Antonio Sánchez (Sedlar, min. 71), Ángel (Fernando Niño, min. 78) y Amath (Jaume Costa, min. 77)

1

Sevilla

Bono, Diego Carlos, Jesús Navas, Marcos Acuña (Lucas Ocampos, min. 45), Koundé, Óliver Torres (Delaney, min. 52), Fernando, Joan Jordán (Rakitic, min. 81), Rafa Mir, Suso (Lamela, min. 52) y Munir (Augustinsson, min. 52)

Goles 1-0 min. 21: Antonio Sánchez. 1-1 min. 72: Lamela.

Árbitro Santiago Jaime Latre

Tarjetas amarillas Marcos Acuña (min. 40), Antonio Sánchez (min. 48), Munir (min. 50), Lamela (min. 73), Brian (min. 82), Delaney (min. 92), Manolo Reina (min. 95), Russo (min. 95), Fernando (min. 98) y Jesús Navas (min. 99)

Tarjetas rojas Jaume Costa (min. 91)

El gol premió al Mallorca justo en el minuto en el que la grada recordaba a Raíllo, bastión defensivo y superviviente del equipo que escaló desde Segunda B. Hacía apenas unas horas que había pasado por el quirófano para reparar un tobillo y la afición le brindó una ovación cuando el reloj llegaba al número que luce en su camiseta, el 21. Entre la gratitud emergió Ángel, un delantero multiusos que robó la pelota en el flanco izquierdo defensivo de su equipo, hizo una conducción y montó una revolución que pilló al Sevilla en Babia.

El despliegue para responder tras la recuperación ejemplificó la verticalidad del Mallorca, que fue un equipo decidido y concreto. Amath y Dani Rodríguez, dos agitadores, auxiliaron a Ángel para que una oleada llegase al área de Bono. En el segundo palo, Antonio Sánchez remató a gol mientras medio Sevilla trataba de recomponerse.

La aguardada respuesta de un equipo que pugnaba por el liderato se plasmó de manera tibia. Rafa Mir estuvo cerca del empate tras una conexión de costa a costa con Koundé, que encontró el atajo del pase en largo. Y antes del descanso la exuberancia de Diego Carlos gobernó un saque de esquina para conectar un testarazo que silenció Son Moix.

Apenas fueron dos acciones episódicas. El Mallorca mandó porque además en su plan de robar y salir disponía de un especialista que se hizo fuerte en la sala de máquinas. Iddrisu Baba es un siete pulmones infravalorado. Durante bastantes minutos pareció que había más jugadores de rojo que de blanco.

Quizás por eso Lopetegui varió el dibujo en el descanso. Se fue Acuña, entró Ocampos para operar en el carril izquierdo y cerró la zaga con Fernando de central entre Koundé y Diego Carlos. Pero el reinicio del Mallorca fue tan demoledor que, cuando en el cuarto minuto Ángel envió un remate al palo, Lopetegui pegó un volantazo, llamó a Delaney, Augustinsson y Lamela y retomó la zaga con cuatro en línea. Munir, Suso y Óliver Torres se fueron al banquillo y bien por los relevos, por cansancio local o porque era complicado que el Sevilla siguiese adocenado con un marcador en contra, el partido empezó a escribirse con otros renglones. El Mallorca se replegó y ya no encontró tantas opciones para dispararse en ataque.

Un centro de Delaney lo remató Rafa Mir al palo, previo desvío del meta Reina, decisivo en una acción de reflejos. Ocampos atisbó el empate tras centro de Navas. Con algo más de veinte minutos por jugar, el Sevilla empezó a sentirse fuerte. García Plaza ya veía otro partido, así que llamó a Sedlar, un central, para situarse de mediocentro vecino a Baba. Entonces marcó Lamela un gol de bandera, el retrato de un zurdo con el don de poner la pelota donde quiere.

Con el mazazo del empate y tanta tralla como llevaba, el Mallorca no perdió identidad. Refrescaron el once y recuperaron piernas para subir líneas, pero ya no encontraron los caminos hacia Bono y quedó a expensas del VAR para no lamentar una derrota.

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