Hace casi tres décadas, en sus ratos libres, los tres compañeros de equipo se subían a un coche y salían por las calles de Buenos Aires con una misión: encontrar un albergue transitorio, un ’meublé’, que cumpliera con los espacios suficientes para transformarlo en un lugar VIP de la pasión y, por qué no, también del amor. Cuando observaban uno que les parecía el indicado, ingresaban y lo recorrían. Todo lo realizaban con absoluta discreción. Precauciones lógicas en profesionales del fútbol, en tipos que con asiduidad eran portdas de revista, personajes más que públicos, uno por sus voladas de palo a palo, otro por sus cruces defensivos y su personalidad abrumadora y el tercero por su facilidad para gritar gol. Hasta que en un momento descubrieron un sitio que era ideal.
Eso sí, había que demolerlo y levantarlo de cero. Los metros cuadrados eran los ideales, pero se hallaba pasado de moda y deteriorado. Hicieron cuentas. Al final, como la inversión era demasiado importante, desistieron…
Sin renovar con Perú mientras esperaba a la Albiceleste
Uno de los tres protagonistas de aquel negocio frustrado era Ricardo Alberto Gareca, hoy entrenador de la selección de Perú que dibujó un batacazo con la goleada 3 a 0 a Chile que representó la clasificación a la final de la Copa América contra Brasil. Eso sí, ese entrenador que planificará todo como para coronar otro Maracanazo el domingo en Río de Janeiro encierra una curiosidad: fue ignorado por la Selección Argentina después del Mundial de Rusia. Estaba ahí, esperando la llamada, pero jamás el teléfono le sonó.
Lo ‘ningunearon’. Entonces, cansado de esperar, Gareca renovó su contrato con Perú. Seguro que ahora en la AFA deben estar arrepentidos.
Cansado de esperar a Argentina, Gareca renovó en Perú tras el Mundial de Rusia
Nunca lo dijeron en forma pública, pero por lo bajo los dirigentes de la AFA señalaban a Gareca como “técnico pasado de moda” por la edad (cumplió 61 años el 10 de febrero) y por su estilo clásico de sentir el fútbol. También por la simpleza. No suele ser misterioso el Tigre, un apodo que a partir de su larga cabellera rubia arrastra de su época de goleador potente. No le gusta vender humo.
Hace casi un año, apenas finalizado el Mundial de Rusia, la dirigencia de la Federación Peruana de Fútbol desesperaba. Es que Gareca demoraba su respuesta. Les había pedido un tiempo para pensar la propuesta de renovación. En realidad, el Tigre aguardaba un llamado de la Selección Argentina. Sabía que se había acabado el ciclo de Jorge Sampaoli. Conocía que era imposible que aceptaran los tres preferidos de la AFA: Diego Simeone, Mauricio Pochettino y Marcelo Gallardo. Era consciente además de que Gerardo Martino, desencantado con los dirigentes argentinos, de ningún modo retornaría tras haber renunciado a mediados de 2016.
En ese escenario, entonces, Gareca era un candidato más que potable, más que interesante, para hacerse cargo de la Selección de Lionel Messi. Venía de redondear un trabajo más que rico con Perú. Por algo gran parte de la prensa lo apoyaba. A él la posibilidad celeste y blanca lo desvelaba. Por algo la agencia de noticias IAM recuerda una frase que pronunció en aquellos días: “Me preparé para dirigir a la Selección Argentina”. Por eso esperó durante un mes esa propuesta tan ansiada. Sin embargo, nadie marcó su número.
Es más, su amigo Guillermo Cóppola (ex apoderado de Diego Maradona) intentó avanzar en un contacto, pero en la AFA le cerraron la puerta en la cara. Entonces, Gareca le volvió a decir que “sí” a Perú. Ahí vaya sí lo valoran: después de 36 años lo había devuelto a un Mundial y ahora, luego de 44, lo instaló en una final de Copa América.
Gareca devolvió a Perú a un Mundial 36 años después y lo acaba de clasificar para la final de la Copa América
Más allá de aquella curiosa historia buscando un ’meublé’ por Buenos Aires junto a Oscar Ruggeri (campeón del mundo con Argentina en México 86 y de trayectoria más que rica, inclusive con pasado en el Real Madrid) y Julio Falcioni (ex arquero de Vélez y de la Selección; prestigioso entrenador), se muestra Ricardo Gareca como un personaje querido, especialista en protagonizar capítulos interesantes.
A la Selección Argentina que ahora no lo llamó, Gareca la clasificó para el Mundial de México 86 convirtiendo un gol agónico en la cancha de River. Ese grito lo pegó justo ante Perú, la selección que desde hace rato lo cobija y le permite cumplir montones de sueños como entrenador. Es que Perú le regaló a Gareca la chance de estar en un Mundial, eso que Argentina siempre le negó. Como jugador no pudo porque Carlos Bilardo, a pesar de haber estampado aquel gol decisivo, no lo incluyó en la lista que se consagró en México de la mano de un Diego Maradona descomunal.
Antes, cuando César Menotti era el entrenador albiceleste, había sido citado por primera vez en 1981, pero el Flaco también lo dejó afuera de España 82. Y al Gareca-técnico, lo dicho: la AFA no lo consideró a pesar de su trayectoria (7 títulos: 4 en Vélez, 1 en Universitario de Perú y 2 en Talleres en Córdoba; también dirigió a Palmeiras de Brasil), a pesar de su dulce actualidad al frente de Perú, donde desembarcó en marzo de 2015.
Jugó en Boca Juniors y River Plate
Encierra Gareca, además, algo que muy pocos jugadores lograron. Jugó en Boca y en River. Lo más fuerte es que pasó de un club al otro. No hubo escalas intermedias. Y el salto, en 1984, se dio en medio de un escándalo que incluyó una huelga de futbolistas en la Argentina.
Así, por un conflicto contractual, Gareca dejó Boca y pasó a River. No fue el único: el otro resultó ser su amigo y compañero de aventura en la búsqueda de un meublé, Oscar Ruggeri, a quien la barrabrava de Boca le prendió fuego su casa.
“Es un muy buen tipo”, dicen todos de Ricardo Gareca, el Tigre también apodado Flaco. “Soy cabulero como cualquier técnico”, acepta. Y en ese sentido, el de las costumbres adoptadas a rajatabla pensando que alimenten la suerte, en su paso por Vélez nadie olvida que no empezaba la conferencia de prensa previa a los partidos si no estaba presente un periodista que consideraba talismán: Guillermo Tagliaferri. ¿Por qué? Porque ese hombre de prensa que en ese entonces trabajaba para el diario Clarín le había hecho la primera pregunta en una conferencia anterior a un partido que rompió una racha negativa. Y pasó a ser cábala.
Supersticioso con el color verde y las bodas
Gareca también cree que el color verde es trae mala suerte, tanto que cuando fue técnico del Palmeiras de Brasil (su camiseta es de ese tono) pidió que le confeccionen especialmente para él y en azul una chaqueta con el escudo del club. Tiempo más tarde, ya al frente de Perú y en camino hacia Rusia 2018, antes de un duelo decisivo con Uruguay, estaba concentrado en un hotel donde justo había una boda. Entonces, Gareca le pidió a la novia una foto. El episodio se viralizó y Gareca, con una sonrisa, lo explicó: “Trae suerte”.
De todos modos, en este Perú hay mucho más que suerte. Se trata de un equipo trabajado, con un fútbol prolijo, que prioriza el toque y la construcción. Que a Chile en semifinales de esta Copa América con una presión alta lo sorprendió y lo goleó. Gareca le aportó además orden, disciplina y mentalidad ganadora. Desde que asumió en marzo de 2015 hasta hoy, este DT que la Selección Argentina ignoró le hizo creer a Perú que puede escribir una historia llena de pasión y también de amor, como una de esas que a veces se dibujan en un ‘meublé’. Una aventura pasajera seguro no es…
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