El misterioso robo de dos ‘degas’ en el chalé en obras en Galicia de un ciclista veterano


Ni una banda organizada, ni un caco de medio pelo, ni un exquisito ladrón de guante blanco con olfato infalible para las obras maestras imaginarían que en aquella casa sin rematar, con el cartel de obra todavía puesto con fecha de principios de siglo y bombillas desnudas, sin pantalla, alumbrando las habitaciones, podían colgar de la pared del dormitorio un par de cuadros auténticos de Edgar Degas. De tener que elegir un objetivo en este paraje idílico de urbanismo deslavazado que es Monteferro (Nigrán, sur de Vigo), cualquiera hubiera pensado que las piezas de arte más cotizadas adornarían alguno de esos exclusivos chalés con piscina, escalera de bajada a una cala secreta y pista de tenis en la que, si fallas el drive, la pelota se precipita al mar por el acantilado.

Pero la de I. G. L., el hombre que en febrero fue al cuartel de la Guardia Civil en Baiona y denunció el robo de dos obras millonarias del pintor impresionista, no es una de esas mansiones construidas hace tiempo sobre las rocas. Sino un chalé bonito, pero inacabado (y ya castigado por la intemperie), engarzado en una pequeña parcela sin ajardinar, en la parte alta del llamado SAU-1 (Suelo Apto para Urbanizar), una polémica actuación desarrollada en la primera década por el Ayuntamiento de Nigrán, donde varias viviendas tuvieron que demoler altura y anchura después de pasarse de la raya. La casa de los degas se encuentra dentro de ese desangelado planeamiento municipal y muy cerca del monte de la asociación de comuneros: un paraje solitario de impresionantes puestas de sol sobre islas e islotes, surcado de pistas forestales que llevan hasta los cañones de una batería militar de los años treinta o al gran monumento levantado en tiempos de Miguel Primo de Rivera en homenaje a los náufragos del Atlántico.

Atardecer en Monteferro, cerca del faro de Punta Lameda, en Nigrán (sur de Vigo, Pontevedra).francisco crusat (getty images)

Sin duda, aquel extremo apartado no es un buen lugar para custodiar objetos de valor. No solo por la cantidad de vías de escape, sino por la escasez de residentes fijos que ocupan los chalés en invierno. La sección de Patrimonio de la Unidad Orgánica de Policía Judicial en Pontevedra mantiene el hermetismo acerca de la investigación que asumió hace un par de semanas. En el disparatado Monteferro, un paisaje de alto valor medioambiental que tuvieron que salir a defender ecologistas y vecinos de la amenaza especuladora, ha habido siempre buenas colecciones de arte gallego en manos de empresarios vigueses y hasta en las de un narco cuyo chalé fue decomisado, pero la ignorada pinacoteca internacional de la víctima de este robo descolocó a los agentes desde la primera inspección del domicilio. Los investigadores sospechan que el robo en esta vivienda en particular no fue aleatorio, sino que lo perpetró alguien que conocía bien lo que allí se guardaba.

Según publicó el periódico que pudo hablar con el propietario de estas joyas artísticas, La Voz de Galicia, el vecino de Monteferro cuenta que los degas eran sus dos obras favoritas y que recientemente se los mostró a algunas personas que no eran de su total confianza. I. G. L. asegura que, además, les enseñó los certificados de autenticidad que guardaba en unos maletines, y que cuando desaparecieron los cuadros también se esfumaron de su vivienda estos documentos expedidos por el museo Pompidou en 1968. Los ladrones habrían ido a tiro fijo. Porque aprovecharon que el dueño estaba de viaje en Rusia. Y porque no se llevaron ningún tesoro más de la casa de este hombre que asegura que es coleccionista desde los noventa (con firmas como Picasso, Dalí, Mariano Benlliure o Luca Giordano).

El interesado ha aportado a la investigación dos reproducciones de los pasteles que poseía y que se atribuyen al artista parisino de las bailarinas y los jinetes. I. G. L. asegura que son “muy conocidos” en los foros especializados y los valora en cuatro millones. Apunta que los compró a “una familia” en 1991 y avisa de que están tan “catalogados” que quien encargó el robo no puede tener la intención de venderlos. Según su versión, los intrusos pudieron acceder a la casa desmontando las ventanas del garaje, porque la alarma (de una conocida empresa de seguridad) estaba momentáneamente desconectada por las obras. La Guardia Civil no ha encontrado señales de forzamiento en un inmueble en el que los mejores cuadros parecen, sin duda, las vistas panorámicas a ambos lados del istmo que forma Monteferro: al sur, playa América, y al norte, el arenal de Patos, donde cualquier día del año hay surfistas en neopreno braceando animosos sobre el oleaje.

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SuscríbeteVista aérea de las Cíes desde Monteferro (Nigrán), con el monumento a los náufragos de la Marina Mercante en la cima.XURXO LOBATO

EL PAÍS intentó conocer esta semana por boca del perjudicado el relato de los hechos. En el portalón de su chalé, una persona allegada (que explicó que le “lleva varias cosas”) aclaró que el titular estaba otra vez “de viaje” y recogió el recado. Pero en los siguientes días I. G. L. no se puso en contacto con la redacción.

“Aquí aún no nos podemos creer que hubiese tales obras de arte en Monteferro”, comenta un grupo de vecinos. “A él lo conocemos, claro. Es un hombre hablador, campechano, que cuenta que va mucho de viaje y que trae por aquí a gente de fuera”. A nombre del denunciante del que, si se confirma, será el robo del año en Galicia (una tierra en la que no había trascendido la existencia de ningún degas) aparece la constitución de una empresa dedicada a las inversiones inmobiliarias y su registro en 1994 como único cargo directivo. Mucha más información y fotos de la juventud de este ourensano brindan algunas páginas de ciclismo en Internet, ya que, como confirma el interlocutor que atiende en la acera, I. G. L. ganó algunas pruebas en los setenta. En los últimos años también participó en algún encuentro con otros veteranos del pedal en España. A partir de ahí, la historia de los degas de este coleccionista desconocido y su rocambolesco robo es todavía un misterio para la Guardia Civil.

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