El oro que nunca salió de Madrid

El saqueo arqueológico del área del Moncayo (Zaragoza y Soria) puede estar “mucho más presente y ser más destructivo y grave de lo pensado hasta ahora, con una actividad mantenida durante las últimas cuatro décadas que ha alimentado múltiples canales del mercado negro internacional”. Así finaliza el estudio La destrucción del patrimonio celtibérico. El caso del valle del río Huecha y de la Sierra del Moncayo, firmado por expertos de la Universidad de Alicante, del alemán Museo Central Romano-Germánico de Maguncia (RGZM) y del Gobierno de Aragón.

Un panorama que, según el informe, muestra “la intensidad, continuidad y complejidad” del expolio, provocado tanto por saqueadores profesionales como ocasionales, así como el deterioro en el patrimonio por la ejecución de obras públicas y repoblaciones forestales llevadas a cabo sin los preceptivos informes arqueológicos.


Necrópolis celtíberas

expoliadas o destruidas

Solo de Aratis, la Guardia Civil recuperó más de 10.000 piezas celtíberas expoliadas.

Fuente: Universidad de Barcelona /

Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica.

N. C. / EL PAÍS

Necrópolis celtíberas

expoliadas o destruidas

Solo de Aratis, la Guardia Civil recuperó más de 10.000 piezas celtíberas expoliadas.

Fuente: Universidad de Barcelona /

Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica.

N. C. / EL PAÍS

Necrópolis celtíberas expoliadas o destruidas

Solo de Aratis, la Guardia Civil recuperó más de 10.000 piezas celtíberas expoliadas.

Fuente: Universidad de Barcelona / Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica.

N. C. / EL PAÍS

Estas acciones han dañado y arrasado tanto oppida [ciudades fortificadas en lugares elevados] como necrópolis o santuarios celtibéricos, erigidos desde el siglo XII a. C. hasta el I d. C. por este pueblo que ocupaba aproximadamente las áreas de las actuales Aragón, La Rioja, Soria y Navarra. Una práctica que no solo aqueja a esta zona, sino “a todas las regiones de la península Ibérica”. El estudio denuncia también que han sido los españoles los promotores principales del saqueo: “El expolio del patrimonio celtibérico ha tenido un limitado apoyo extrapeninsular”. Las colecciones celtíberas que han salido ilegalmente son espectaculares. Destacan la de RGZM, en Maguncia, la colección A. Gutttmann de Berlín y la T. Dermirjian de Nueva York.

El estudio detalla una docena de yacimientos destrozados, entre los que sobresale Aratis (Aranda de Moncayo), la ciudad que fue saqueada durante más de 30 años sin cesar y donde los expoliadores hallaron una veintena de cascos y miles de objetos de la vida cotidiana y militar de los celtíberos. Los expertos recuerdan que las más de 10.000 piezas recuperadas por la Guardia Civil en las operaciones Helmet I y Helmet II en 2013 corresponden solo a fragmentos y elementos mal conservados que “no pudieron vender los expoliadores”, por lo que concluyen que el saqueo tuvo que ser “sin echarle demasiada imaginación mucho mayor”.

Este caso, que acabó con la condena de los saqueadores, tuvo un amplio seguimiento en los medios de comunicación, y hasta un final feliz porque el coleccionista británico Christian Levett, al conocer la procedencia ilícita de lo que había adquirido, restituyó siete cascos celtíberos a España a finales del año pasado.

Pero Aratis no ha sido, ni mucho menos, un caso único, tal y como detalla el artículo científico de Alberto J. Lorrio, Raimon Graells, Michael Müller-Karpe, Francisco Romeo y J. Ignacio Royo. Los arqueólogos e historiadores mencionan, entre otros, la necrópolis de La Atalaya (Cortes de Navarra, Navarra), la necrópolis de Burrén y Burrena (Fréscano, Zaragoza), la de Carraveruela (Magallón, Zaragoza), la de El Quez (Alberite de San Juan, Zaragoza) y la de La Oruña (Vera de Moncayo, Zaragoza). “El saqueo del patrimonio es una realidad e implica la pérdida del conocimiento histórico de una cultura que actuó como bisagra entre poblaciones mediterráneas, íberas, aquitanas, vacceas y vetonas, entre otras, con un arte y una tecnología del metal recordado por las fuentes antiguas como excelente”, señala Raimon Graells i Fabregat, profesor de Prehistoria de la Universidad de Alicante.

Los daños patrimoniales, sin contar los científicos, son espectaculares. En la necrópolis de Burrén y Burrena se arrasaron más de cinco hectáreas tanto por la acción de los saqueadores como por una repoblación forestal entre 2004 y 2005. Lo destruido correspondía a un “cementerio tumular de incineración fechable en las fases intermedias de la Edad del Hierro”.

Los expertos ofrecen más ejemplos. A mediados de los noventa, se tuvo la noticia de que “personas residentes en la cercana Tarazona llevaban varios años expoliando con detectores de metales” el oppidum y la necrópolis de La Oruña. La inspección que se realizó determinó que “resultaba imposible calcular el número de piezas sustraídas, pero a juzgar por la densidad de las estructuras saqueadas —varias decenas— estamos ante la pérdida irreparable de una parte muy importante del yacimiento”. Los arqueólogos dieron parte a la Guardia Civil, que no pudo demostrar la culpabilidad del “principal sospechoso”.

Un centenar de armas

El estudio analiza también qué materiales han salido de España y se exponen públicamente a pesar de su procedencia ilegal. En el caso del Museo Central Romano-Germánico (RGZM), se contabilizan 165 objetos celtibéricos en sus vitrinas, de los cuales 105 son armas y 53 de ornamentación, que han sido estudiadas recientemente.

Por su parte, la colección A. Guttmann “se especializó en la adquisición de armas”, entre las que destaca un conjunto de casos hispano-calcídicos saqueados en Aratis; la colección T. Demirjian cuenta “con piezas singulares del arte autóctono”, fundamentalmente broches de cinturón damasquinados en oro y plata que eran únicos en el mundo hasta que la Guardia Civil en 2013 encontró entre las 10.000 piezas incautadas de Aratis 10 broches similares.

La recapitulación de las piezas objeto del contrabando impresiona. Las dividen en cinco grupos: armas ofensivas, ornamentos de vestuario, joyas, escultura celtibérica y cerámica. Y así van detallando espadas y puñales, cascos, armas defensivas, puntas de lanza, fíbulas, pectorales, placas, broches, cinturones, cabezas esculpidas, ornamentos… Un saqueo que los expertos tildan directamente de “escandaloso” y que todavía no tiene fin.


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