El PP conservará el poder en Murcia con los restos de Ciudadanos y Vox

El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, en el pleno de censura en la Asamblea.
El presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, en el pleno de censura en la Asamblea.Europa Press / Europa Press

El PP conservará el poder en Murcia a base de recoger restos de naufragios diversos. El de Ciudadanos, provocado por los propios populares, cuando lograron que tres diputados de esa formación retirasen, la pasada semana, a cambio de puestos en el Gobierno, sus firmas de la moción de censura que su partido había pactado con el PSOE. El otro naufragio fue anterior y partió a Vox, cuya marca en la Asamblea regional la mantienen tres parlamentarios expulsados de la organización. Estos tres diputados tenían en sus manos el desenlace del vodevil político que ha sacudido la región y, tras varios días de ambigüedad, este jueves han anunciado que votarán en contra y de ese modo apuntalarán al Ejecutivo de populares y tránsfugas. El precio de ese apoyo aún está por definir.

La mariposa que la pasada semana aleteó en Murcia y descolocó al completo la política nacional volvió este miércoles a su lugar de origen: el debate de la moción de censura que lo desencadenó todo. Durante tres horas, en la Asamblea regional la palabra “corrupto” restalló casi en cada frase de cada intervención. Y también “mafioso”, “Corleone”, “chorizos”, “indignos”, “cloacas”, “pocilga”, “trapicheos”, “infamias”… Unos y otros se acusaban de tener como único horizonte político “los sillones”. La portavoz de Unidas Podemos, María Marín, desgranó un inventario interminable de insultos que, según ella, se han dedicado estos días a los tres tránsfugas de Ciudadanos. “Pútridos” y “sanguijuelas” cerraban la lista. El socialista Diego Conesa llegó a afear al presidente, el popular Fernando López Miras: “Usted no sabe hacer la o con un canuto”. Fue de lo más suave que le dijo.

Los tres tránsfugas de Ciudadanos ocuparon sus asientos en el área de Gobierno, solo unos centímetros por delante de sus ya excompañeros fieles a la moción, entre ellos la candidata a presidenta, Ana Martínez Vidal. Se ausentaron, eso sí, al iniciarse la intervención del portavoz del grupo, Juanjo Molina, y se ahorraron así escuchar cómo su hasta hace unos días correligionario les llamaba “sinvergüenzas”. Cuando López Miras entró en la sala, los tránsfugas se pusieron en pie junto a todo el PP para aplaudir al presidente en una especie de paseíllo.

Martínez Vidal y el socialista Conesa habían firmado poco antes frente a las cámaras, en una sala de la Asamblea, el documento de su programa de Gobierno. Ni ellos mismos transmitían demasiada fe en poder darle la vuelta a la maniobra del PP para neutralizar la moción. Pero quedaba la incógnita de Vox. Y el propio López Miras había empezado su discurso de réplica a la censura con estas palabras un tanto misteriosas: “A nadie se le escapa que la vida puede cambiar en segundos”.

Diputados expulsados

La situación de los tres diputados elegidos por Vox resume bien los enredos políticos murcianos. No solo han sido expulsados del partido, sino que ellos mismos lo han denunciado en la Fiscalía por un caso de presunta afiliación fraudulenta. Aun así, mantienen el nombre en el grupo parlamentario. Su líder, Juan José Liarte, es un especialista en artes marciales que arrancó su discurso explicando cuál es el equivalente chino de la palabra “crisis”. Aunque López Miras lo había instado a sumarse a su “proyecto de libertad”, Liarte no dio pistas sobre la orientación de su voto. Más que al resto de portavoces, se dedicó a replicar al locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos que, según él, esta mañana les había llamado “golfos”. Luego compareció ante la prensa y, tras explicarse, preguntó: “¿Queda claro, no?”. Tan claro como el alfabeto chino. Por un lado admitía su mayor proximidad ideológica al PP y por otro aseguraba que los “intereses generales están por encima de las simpatías”. A la pregunta de si estaba negociando con PSOE y Ciudadanos, nuevo requiebro: “Si ellos lo niegan, yo no lo voy a desmentir”.

Pero ya había avisado el presidente López Miras que la vida puede cambiar en cuestión de segundos. Fueron más bien minutos, los que tardó Liarte en salir por la puerta de la Asamblea y confirmar allí lo que habían comenzado a difundir momentos antes fuentes de su grupo: que este jueves votarán en contra. Liarte incidió en una idea que había esbozado antes, su “ilusión” con los planes del secretario general del PP, el murciano Teodoro García Egea, para “reunificar el centroderecha en toda España”. Falta por ver qué dará de sí tal ilusión. Las dos partes niegan que los diputados vayan a integrarse en el PP. TEn cambio, no descartan que puedan entrar más adelante en el Gobierno con algunos de esos sillones que todos denuestan y pocos rechazan. Liarte se refirió más bien a cuestiones programáticas, como recuperar la idea del veto parental en las escuelas.

En un debate muy tenso, con un presidente de la Asamblea que a duras penas lograba contener las protestas, los promotores de la moción defendieron que la “compra” de los tres diputados de Ciudadanos es la culminación a “26 años de gobiernos corruptos” del PP. “Corrupción en crudo y retransmitida en directo a toda España”, clamó el socialista Conesa. La frustrada candidata a presidenta se extendió además en denunciar que el número de personas que se han saltado la lista de vacunación en la comunidad ya llega a 600. Martínez Vidal acusó a los populares de querer encubrir el caso porque, según ella, entre los favorecidos hay muchos afines suyos.

En su réplica, López Miras apuntó a Madrid. La moción, dijo, se ha gestado en “las cloacas de la izquierda”, que para más señas situó en “los sótanos de La Moncloa”. El PP señaló a Conesa como el “único corrupto” al haber sido denunciado por supuestamente no tramitar la multa de un edil de IU cuando el actual líder socialista era alcalde de Alhama. Conesa anunció que si prosperase la moción, renunciaría a la vicepresidencia pactada con Ciudadanos en tanto no se resuelva el caso. Desde la tribuna exhibió un fajo de multas para demostrar que él sí las pagaba cuando era alcalde. Entre esos ataques cruzados se consumió la mañana, con la palabra “corrupción” martilleando sin descanso sobre los escaños de la Asamblea.


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