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Para las personas mayores de 60 años, un animal en casa les puede resultar un compañero de convivencia que activa sus relaciones sociales, les ofrece cariño incondicional y aplaca la sensación de soledad. Cristina de la Rosa Tineo, psicóloga psicoterapeuta y miembro del centro Nudos, explica que tener un animal en casa es “una elección, algo que se hace por gusto y su beneficio estará ligado a la motivación que tenga la persona por cuidar y hacerse cargo de él”.

“Un perro o un gato en casa ayudan a dar una estructura al día; a facilitar ciertas rutinas. Es frecuente que las personas al dejar de trabajar tengan unos meses de adaptación a la nueva situación. Después de haber estado en activo durante muchos años, se sienten algo desorientados y deben ir encontrando la mejor manera de organizarse. El hecho de tener que bajar al perro de paseo tres o cuatro veces al día les ayuda a establecer una rutina. Durante el paseo, es fácil interaccionar con personas en la calle, lo cual disminuye el posible asilamiento que sufren algunos de nuestros mayores”, detalla la experta. 

Si la persona no tiene dificultades de movilidad, el hecho de convivir con un perro y sacarlo a pasear favorece la actividad física, con los beneficios para la salud que ello conlleva. Además, “el hecho de cuidar de un animal; de tenerse que hacer cargo de alguien que depende de uno, puede ser positivo por la sensación de utilidad que crea, lo que puede favorecer una mejor autoestima, estado de ánimo y reducción de síntomas de ansiedad”, añade De la Rosa.

Reducir la sensación de soledad

Cuando una persona vive sola, “la situación de llegar [a casa] y de que esté el animal; se produzcan momentos de pequeños juegos, encuentros e interacciones a lo largo del día resulta muy positivo, aunque no sustituye a las pérdidas que haya podido tener en su vida personal”, apunta Cristina de la Rosa. “Un perro o un gato pueden ayudar a superar ciertas situaciones y aliviar malestar, pero el hecho de tener mascota no soluciona ciertas dificultades personales, familiares o emocionales”, aclara.

Ciertas situaciones personales de las personas mayores derivan en el hecho de tener que ingresar en una residencia y cuando tienen animales se producen separaciones dolorosas. “Una mascota pasa a ser, en muchas ocasiones, un miembro más de la familia y si llega el momento en que una persona necesita o decide ir a vivir a una residencia puede suponer un duelo importante, ya que si alguien está habituado a estar con su gato o perro y debe despedirse de él, puede generarle síntomas depresivos y de ansiedad”, concluye la psicóloga.

La presencia de animales en residencias de la tercera edad es escasa en España, pero, cree la experta, “habría que potenciar un espacio en ellas para las personas a quienes les gustan los animales”.

“El problema es que solo se puede hacer en los centros privados, porque en los públicos, donde están las personas sin recursos, es inviable, porque los medios disponibles son escasos y se prioriza cubrir la atención básica de las personas”, explica Inmaculada Ruiz, trabajadora social sanitaria en el Hospital de Villajoyosa, en Alicante.

Saber qué animal escoger

Alrededor de un tercio de las personas mayores en España convive con un animal, según los datos de la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) y la Real Sociedad Canina de España (RSCE). Pero, no todos los animales son recomendables para las personas mayores, depende de su estado físico y grado de movilidad. “No es lo mismo una persona con artrosis que con trastornos emocionales. Por ello es recomendable seguir los consejos de los veterinarios que saben cuáles son los compañeros adecuados para cada tipo de persona.

Además de los perros y los gatos, hay otras especies aconsejables para convivir con nuestros mayores, como los canarios o los periquitos. Estas aves, con su canto, puede alegrar el día a cualquier persona y la obligan a ponerles de comer o limpiar la jaula, lo que hace que no nos olvidemos de las obligaciones que adquirimos con ellos y mejoran la coordinación motora o movilidad de las personas mayores”, explica Antonio Reinoso, veterinario y vicepresidente de la Asociación Española de Veterinarios Clínicos (AEVET).

Características de un perro o gato adecuado

El tamaño y carácter de un animal que va a convivir con una persona mayor es determinante para que la experiencia resulte satisfactoria. De forma que “para una persona con problemas de coordinación de movimientos, un perro de raza mediana o grande, que es más visible, evitará tropezones o caídas. Asimismo, son recomendables los perros tranquilos, que no sean dominantes o peleones y que permitan una convivencia pacífica. En cuanto a los gatos, son una buena opción para las personas que no pueden salir de casa y conviene que sean dóciles y cariñosos”, asegura el veterinario Antonio Reinoso.


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