El río Manzanares es el más contaminado por fármacos de Europa


Un soleado día de primavera anterior a la pandemia, el ambientólogo Andreu Rico y su colega Raquel Dafouz se pasaron la jornada recorriendo el río que cruza Madrid, el Manzanares, lanzando un cubo atado a una cuerda para recoger agua en diferentes tramos. Lo mismo hicieron otros científicos en 258 ríos en un centenar de países, como el Amazonas (Perú, Colombia y Brasil), el Misisipi (EE UU) y el Mekong (Sudeste asiático). El resultado de aquel esfuerzo internacional es el mayor estudio realizado hasta la fecha sobre los residuos de medicamentos en las aguas fluviales. Según estos datos, el Manzanares es el río más contaminado por fármacos entre los analizados en Europa, que incluyen gigantes como el Támesis (Reino Unido), el Sena (Francia) y el Danubio, que atraviesa una decena de países.

El caudal del río madrileño ha sido objeto de mofa durante siglos. “Manzanares, Manzanares, arroyo aprendiz de río”, bromeó ya el escritor Francisco de Quevedo, fallecido en 1645. Andreu Rico señala precisamente a esa escasez de agua como culpable de las altas concentraciones de fármacos. “El sistema de depuración de las aguas de Madrid es similar a cualquier otro de Europa. Y en la ciudad no se ha demostrado que se consuman más medicamentos. Lo que hace que tengamos tanta contaminación en comparación con otros ríos europeos es que el Manzanares es un hilito de agua”, explica Rico, investigador de la fundación pública madrileña IMDEA Agua y de la Universidad de Valencia. “De manera natural, no es un río caudaloso. Es un río de una zona semiárida donde la capacidad de dilución de la contaminación es baja”, recalca.

El ambientólogo recuerda que, en determinadas épocas del año, la mayor parte del caudal del Manzanares son aguas residuales de Madrid procesadas en varias depuradoras. El poeta Luis de Góngora también bromeaba en el siglo XVII con la posibilidad de “que los orines den salud al río”. El nuevo estudio ha constatado que la contaminación va creciendo aguas abajo, a medida que se vierten al río estas aguas tratadas. En el Manzanares se ha detectado un promedio de 17 microgramos de fármacos por litro, con picos de casi 60 microgramos cuando se va acercando al municipio de Rivas Vaciamadrid.

Los ambientólogos Raquel Dafouz y Andreu Rico, tomando muestras en el Manzanares.Andreu Rico

Cinco de los fármacos encontrados en el Manzanares aparecen en unas concentraciones que suponen “un riesgo potencial para el medio ambiente”, según Rico. Dos sustancias contra la hipertensión —el propranolol y el verapamilo— y el antidepresivo citalopram son una amenaza para los organismos acuáticos, mientras que los antibióticos metronidazol y sulfametoxazol pueden favorecer la aparición de superbacterias resistentes a estos medicamentos. Estos niveles peligrosos aparecen en la mitad de los lugares muestreados en el Manzanares, justo los que están aguas abajo, tras los vertidos de las depuradoras.

La empresa pública que gestiona el agua en la Comunidad de Madrid, Canal de Isabel II, afirma que sus depuradoras cumplen “holgadamente” la normativa, aunque reconoce que las autorizaciones de vertido “no marcan límites en este tipo de compuestos”, según explica un portavoz. “En todo caso, es el organismo regulador de la cuenca, en este caso la Confederación Hidrográfica del Tajo, quien marca los parámetros de calidad que debe cumplir el agua depurada”, añaden las mismas fuentes.

Los 258 ríos analizados se encuentran en 137 regiones geográficas. El río madrileño, el único estudiado en España, ocupa el puesto 14 de 137 en la lista internacional, muy lejos del río más contaminado, el Ravi, en Lahore (Pakistán), con un promedio de 71 microgramos por litro y picos de casi 190 microgramos. El río Seke, en La Paz (Bolivia), tiene una media de 69 microgramos, pero ostenta el récord en una sola muestra: casi 300 microgramos por litro. El diario boliviano La Razón le dedicó un reportaje al río Seke hace una década, calificándolo de basurero y cementerio de perros.

Las muestras obtenidas en los 258 ríos llegaron al laboratorio del químico John Wilkinson, en la Universidad de York (Reino Unido), para ser analizadas en una misma máquina y evitar diferencias metodológicas. “Antes de nuestro estudio, no se conocía mucho sobre los fármacos en aguas sudamericanas”, explica Wilkinson. El investigador británico destaca que entre los 15 ríos más contaminados, además del Seke y el Manzanares, figuran el Arroyo Miguelete, en Montevideo (Uruguay), y el Matanza-Riachuelo, en Buenos Aires (Argentina).

El estudio de Wilkinson, publicado este lunes en la revista científica PNAS, subraya que las mayores concentraciones de fármacos se han encontrado en ríos del sur de Asia, de Sudamérica y del África subsahariana, sobre todo en países pobres, con una deficiente depuración de las aguas residuales o con fábricas de medicamentos. Los fármacos más habituales son el antiepiléptico carbamazepina y el antidiabético metformina. Las sustancias más frecuentes no son necesariamente las más utilizadas, también pueden ser las que se orinan sin transformarse por el metabolismo del cuerpo humano. El equipo de Wilkinson ha hallado, en el 25% de las muestras analizadas en el mundo, niveles por encima de los umbrales de seguridad en al menos uno de los 61 fármacos buscados. “La contaminación por fármacos constituye una amenaza global para el medio ambiente y para la salud humana”, advierten los autores del trabajo.

Wilkinson subraya que la mayoría de las ciudades en Europa y EE UU cuentan con los mejores sistemas de tratamiento de aguas residuales del mundo. “Sin embargo, todavía detectamos fármacos en los ríos norteamericanos y europeos, a veces por encima de las concentraciones que consideramos seguras para los organismos acuáticos”, advierte el investigador. Esos niveles peligrosos aparecen especialmente en ciudades en regiones secas, como Madrid y Las Vegas (EE UU), donde los escasos caudales de agua no diluyen los contaminantes. “Los efectos del cambio climático pueden aumentar este efecto todavía más en los próximos años”, señala Wilkinson.

El investigador de la Universidad de York insta a mejorar el tratamiento de las aguas residuales, por ejemplo, con filtros de carbón activado, sobre todo en las regiones áridas. En muchos lugares del mundo, las aguas residuales se vierten a los ríos con escasa o nula depuración previa. “Sospecho que la gran concentración de fármacos en el río Seke es fruto del vertido directo de aguas residuales. Nuestros colegas en el terreno han observado basura a lo largo del río y descargas de camiones con tanques sépticos”, explica Wilkinson. “Los fármacos pueden cambiar el comportamiento de los peces y de los animales invertebrados, por ejemplo los antidepresivos, y también pueden provocar cambios fisiológicos tan importantes como el cambio de sexo de los peces expuestos a anticonceptivos orales”, resume el químico británico.

El 24% del agua que Canal de Isabel II vertió a los ríos madrileños en 2021 desde sus 157 depuradoras contaba con un “tratamiento terciario adicional que contribuye a mejorar la calidad de los ríos”, según el portavoz de la empresa pública. El ambientólogo Andreu Rico opina que no hay que culpar a las depuradoras. “Es un problema de la sociedad y la solución pasa por reducir las emisiones, siempre que se pueda, en origen, evitando tirar medicamentos por el váter, por ejemplo. Y hay que mejorar la inversión en ciencia y tecnología para desarrollar métodos de depuración más sostenibles. Hay que implementar estas tecnologías en las depuradoras, para pasar de ese 24% al 100%, y en la restauración de ríos que sufren altas presiones, como el Manzanares y el alto Tajo en general”, sentencia.

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