El Sevilla rebaja al Valencia

Mir hace una vaselina para lograr el tercer gol del Sevilla ante el Valencia.
Mir hace una vaselina para lograr el tercer gol del Sevilla ante el Valencia.AFP7 vía Europa Press / Europa Press

El Sevilla puso fin a su racha de tres empates seguidos entre la Liga y la Champions con un merecido triunfo ante el Valencia. Una victoria labrada en un arranque desatado, donde en prácticamente 20 minutos le había hecho tres goles a un equipo que había mostrado muy buenas hechuras hasta el momento. Un renacido Valencia en el que se notaron mucho las ausencias de futbolistas como Gayà o Soler, que fue borrado del campo por el Sevilla gracias también a sus graves errores defensivos. El Sevilla, refrescado por Julen Lopetegui, aumentó mucho la intensidad y el ritmo en los primeros minutos. A esa intensidad unió una eficacia que prácticamente convertía en gol cada llegada. Mamardashvili, el portero del Valencia, tampoco tuvo su mejor día.

Tras colocarse 3-0, el Sevilla levantó el pie del acelerador. Dejó pasar los minutos con oficio, también recurriendo a numerosas faltas para cortarle el ritmo al Valencia. El partido fue intenso y brusco, lleno de interrupciones y de tarjetas amarillas. A un técnico como José Bordalás debieron de dolerle las facilidades defensivas mostradas por su Valencia en esos primeros minutos. Ahí firmó su condena.

El Sevilla y el Valencia jugaron un partido hiperbólico. De un plumazo, el conjunto andaluz disipó buena parte de sus dudas con una puesta en escena que no se había visto plasmada en el presente curso. El Sevilla aumentó en muchos niveles su intensidad precisamente ante el rival que hace de ese factor su principal virtud. Realmente, a este Valencia revitalizado por Bordalás no le dio tiempo a calibrar lo que tenía encima.

A los tres minutos un gran pase de Lamela al Papu acabó con el 1-0 para el Sevilla. El argentino parece mucho más determinante por el medio que pegado a la banda. A los 15, el Valencia se inmoló al encajar un gol de esos que ya no se ven en la élite. Un centro de Montiel tocó en la espalda de Lato y el balón se coló en la portería de Mamardashvili después de una parábola y un bote que se tragó el portero. Bordalás no se lo podía creer en la banda. Su equipo había sido ejemplo de competitividad, ritmo y oficio en lo que va de Liga. A los 22 minutos, el sistema defensivo del Valencia quedó destrozado en un balón en largo de Fernando que Mir alojó en la portería del Valencia con una vaselina y con aparente facilidad. Los errores en defensa de los de Bordalás fueron muy llamativos, en especial los de su portero.

El Sevilla se había convertido en un prodigio de eficacia en 22 minutos donde pasó por encima de su rival. El partido, no obstante, deparó a partir de ese momento un carrusel de faltas, con los jugadores demasiado revolucionados mientras el colegiado, Sánchez Martínez, resolvía los pleitos con una tarjeta tras otra. En el barullo, el Valencia encontró algo de vida en un remate de Hugo Duro que se coló en la portería de Bono.

Superado por el medio

Era un equipo superado en el centro del campo, donde el eje Guillamón-Wass fue constantemente superado por la superioridad del Sevilla en esa zona, donde el Papu encontró huecos secundado por Fernando y Jordán, con Lamela actuando también de interior para dejar la banda a Montiel. Al descanso, las 24 faltas que se habían señalado mostraron la intensidad del duelo.

El Valencia llevó el dominio en la segunda mitad, aunque se trató de un mando ficticio. El Sevilla se metió atrás, contento con su ventaja, sabiendo administrar los minutos para que nada, o casi nada, ocurriera en el irregular césped de Nervión. Solo Foulquier inquietó en una ocasión a Bono. Lopetegui decidió entonces tirar de chequera. Navas, Rakitic, Delaney y En-Nesyri entraron en el campo para hacer que el Sevilla mandara en el encuentro sin sobresaltos. Navas se permitió hasta dos internadas con gran peligro que no encontraron el acierto rematador necesario para hacer el cuarto. La más clara fue para el Papu, que jugó un gran primer tiempo para luego sestear, como este Sevilla que rebajó al Valencia y al propio efecto Bordalás.

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