El Supremo y el Congreso de Brasil entierran la maniobra de Bolsonaro para facilitar la desinformación

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, en el Palacio de Planalto, el 14 de septiembre.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, en el Palacio de Planalto, el 14 de septiembre.EVARISTO SA / AFP

Los Poderes Judicial y Legislativo de Brasil infligieron este martes una previsible derrota al presidente Jair Bolsonaro. La ministra del Supremo Tribunal Federal, Rosa Weber, suspendió la tramitación de la medida provisional que modificaba una ley con el objetivo de dificultar la eliminación de contenidos que difunden desinformación en las redes sociales. El objetivo del mandatario era proteger a las redes bolsonaristas que viralizan noticias falsas a su favor. En el mismo momento en que se registraba la decisión de Weber, el presidente del Congreso Nacional, el senador Rodrigo Pacheco, oficializó la devolución de esta misma medida cautelar al Ejecutivo. En la práctica, los cambios determinados por el presidente dejan de existir.

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Bolsonaro firmó la medida —que estaba previsto que entrara en vigor en octubre— un día antes de la fiesta de la Independencia de Brasil, el día 6 de septiembre, una jornada marcada por manifestaciones callejeras de sus seguidores. La nueva disposición prohibía, bajo pena de multa, a empresas como Facebook, Twitter y YouTube retirar contenidos y perfiles que violaran sus términos de servicio, salvo por “justa causa”, es decir, que requiriera la mediación de la Justicia brasileña.

Los criterios para eliminar contenidos podían estar relacionados con la pedofilia, la pornografía, el fomento del terrorismo y el tráfico de drogas, entre otros. Sin embargo, la norma no preveía la eliminación de contenidos falsos, incitaciones al odio, a la violencia o al acoso virtual. En la práctica, sería una especie de blindaje al propio Bolsonaro, al que ya se le han retirado vídeos por difundir el uso de fármacos de probada ineficacia contra la covid-19. La medida evitaría, por ejemplo, un castigo como el que recibió su aliado Donald Trump, vetado de Facebook y Twitter en enero de este año por incitar a la invasión del Capitolio.

Devolver una medida provisional al presidente no es un acto político trivial. Al contrario, es algo fuerte y excepcional. Ocurre cuando los legisladores notan que no hay urgencia ni relevancia para debatir un tema propuesto por el Ejecutivo, pero sobre todo cuando el presidente pasa por un momento de fragilidad. Bolsonaro se encuentra en uno de los peores períodos de su Gobierno, con su popularidad en declive y aún bajo el efecto negativo de sus discursos durante las manifestaciones de sus electores el pasado 7 de septiembre. Delante de miles de sus seguidores, dijo que dejaría de cumplir las decisiones firmadas por el ministro de la Suprema Corte, Alexandre de Moraes, que investiga al presidente y a una red de bolsonaristas por diseminar bulos.

La Corte reaccionó a los ataques al día siguiente de los actos. El presidente de la Suprema Corte, Luiz Fux, sugirió que Bolsonaro había cometido un delito de responsabilidad, lo que representa un motivo para iniciar un proceso de destitución. Esto obligó a Bolsonaro a retractarse para mantenerse en el cargo. El freno al presidente se produjo el mismo día en que el mandatario volvió a defender la desinformación, esta vez en un discurso oficial en el Palacio de Planalto. “Las noticias falsas forman parte de nuestra vida. ¿Quién no ha dicho nunca una mentira a su novia?”, dijo bromeando en una ceremonia.

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El presidente también suavizó los ataques que ha hecho a los otros poderes. “¿Qué sería del Ejecutivo sin el Senado? ¿Sin la Cámara? ¿Y también, por qué no decirlo, en muchos momentos, sin nuestro Supremo Tribunal Federal? Somos un solo cuerpo. Nuestro buen entendimiento es la alegría de nuestro pueblo”, declaró.

Bolsonaro también dijo el martes que su tono antidemocrático, con el que amenazó con no cumplir las sentencias judiciales y llamó sinvergüenza al magistrado Alexandre de Moraes, fue un error. “¿Quién no se ha equivocado alguna vez al decir algo? A veces nos cuesta caro, pero es mejor vivir. Igual que la prensa, ¿no? Es mejor vivir así, en libertad, que no tener libertad. Es imposible que no creamos en el futuro de esta nación, teniendo el Legislativo, el Judicial, entendiéndonos cada vez más por el bien común de todos nosotros”.

La aparente moderación de Bolsonaro tiene razón de ser. Después del 7 de septiembre, sintió que el Congreso y el Poder Judicial levantaban una barrera a sus acciones. En última instancia, esto puede dar lugar a su destitución, aunque todavía es una posibilidad remota. Pero eso no significa que los otros poderes del Estado estén dispuestos a colaborar con la agenda del presidente, como quedó claro el martes.

La magistrada que suspendió la medida de Bolsonaro no vio urgencia ni relevancia en la medida. El presidente del Senado utilizó el mismo argumento al rechazar la propuesta. El abogado Omar Kaminski, especialista en derecho digital y gestor del Observatorio del Marco Civil de Internet, afirma que la medida provisional parece más bien un salvoconducto para una libertad de expresión desmedida, sin frenos y sin límites, “incluso para transmitir noticias falsas o crear realidades paralelas o burbujas de nuevas corrientes, de entendimientos legales diferentes a los actuales, con el objetivo de al menos desestructurar o deconstruir las normas”.

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