No sabemos dónde nació, ni cuándo, la abrupta ausencia de referencias documentales surca su biografía de extrañas lagunas y, para confundir aún más a quienes se empeñen en seguirle la pista, su nombre lo encontramos escrito de maneras y en lenguas muy diversas: Josse, Gosse, Gossequin, Juschino, Jossequin, Josquinus, Josquin, Josquini, Joskin, Jodocus o Judocus su nombre de pila, completado no con su verdadero apellido, sino con el sobrenombre familiar de Desprez, des Prez, des Près, des Prés, de Prés, a Prato, de Prato o Pratensis. Pero, aparte de incertidumbres, contamos también con algunas certezas: sus composiciones se difundieron vertiginosamente en copias manuscritas por Europa y América, su nombre figura de manera preponderante en los primeros libros de música impresos en Venecia con tipos móviles por Ottaviano Petrucci en los albores mismos del siglo XVI, sus obras fueron escrutadas y elegidas como ejemplo de perfección por los teóricos musicales renacentistas y su música logró traspasar fronteras religiosas, utilizándose incluso regularmente en contextos luteranos (como la Missa Pange lingua). Más de tres décadas después de su muerte, tras calificarlo de “músico eminentísimo” en la cubierta de un volumen con quince de sus motetes publicado en París en 1555, sus editores decían en el prólogo poder “nombrarlo con pleno derecho padre de la música, como Homero lo es de la poesía”. Uno de sus mayores estudiosos actuales, el británico David Fallows, ha escrito que “puede que Josquin sea el primer compositor que no fue nunca olvidado”, mientras que Robert Craft lo bautizó en 1978, más ostentosamente, pero no sin fundamento, como “el primer compositor universal”.
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‘Missae “L’homme armé”’. The Tallis Scholars
Aunque la relación entre los ‘tempi’ elegidos por Peter Phillips es a veces cuestionable y hay que acostumbrarse al transporte ascendente a la cuarta en la ‘Missa sexti toni’ (de escritura muy grave para tiple y contralto), este disco –la segunda entrega de su grabación completa de las misas de Josquin, que el grupo británico acaba de coronar con la ‘Missa “Hercules Dux Ferrariae”’– es un clásico de la moderna interpretación josquiniana. Texturas diáfanas, fluidez constante y emoción a raudales, sobre todo en la tercera sección de los ‘Agnus Dei’, iluminan estas dos obras compuestas a partir de una melodía omnipresente en las misas renacentistas.
‘Miserere mei, Deus’. Cinquecento
Con voces solo masculinas, Cinquecento es el gran tapado de los mejores intérpretes actuales de la polifonía renacentista. Este motete a cinco voces sobre el texto del Salmo 51, uno de los más extensos de Josquin, es una de las obras nacidas durante la breve estancia del músico en Ferrara. Las dos notas contiguas, repetidas en todas las voces al comienzo (y que el tenor repetirá hasta 21 veces, en sentido ascendente o descendente y reduciendo las duraciones a la mitad en la ‘secunda pars’) transmiten una falsa sensación de sencillez. Es música austera y despojada, propia de la Semana Santa, pero abrasadoramente intensa.
‘Stabat Mater’. Cantica Symphonia
Frente a las interpretaciones tradicionales a capela, Giuseppe Maletto propone la introducción de instrumentos (órgano, fídulas, trompeta, sacabuche) doblando las voces. El tenor, en cuádruple aumentación, procede de una ‘chanson’ de Binchois, ‘Comme femme desconfortee’, y Maletto confía el ‘cantus firmus’ a la trompeta en solitario en el centro de una textura densísima, con ocasionales pasajes homofónicos para reforzar la claridad del texto. El hecho de que nos haya llegado en 35 fuentes (9 manuscritas y 26 impresas) da fe de la difusión que alcanzó en su día este motete mariano.
‘Nymphes des bois’. Vox Luminis
Josquin hace sonar simultáneamente en esta ‘chanson’ un poema en francés de Jean Molinet, cronista de la familia real borgoñona, y, en el tenor, el texto latino y la melodía de ‘Requiem aeternam’, el introito de la misa de difuntos, transportado un semitono descendente “pour euiter noyse et debas” y acomodarlo al quinto modo. El poema en memoria de Johannes Ockeghem cita, en este orden, al propio Josquin y a sus colegas Pierson, Brumel y Compère, todos tratados musicalmente por medio de una segunda ascendente, que derraman “grandes lágrimas” por haber perdido a su “buen padre”. Encuentro en la cumbre entre dos genios del Renacimiento que Vox Luminis llena de duelo y poesía genuinos.
‘Pater noster/Ave Maria’. The Hilliard Ensemble
Esta es la obra a seis voces que Josquin dejó estipulado en su testamento que se cantara en una procesión anual el día del aniversario de su muerte, con los cantores de pie delante de su casa, frente a una estatua de la Virgen. Las melodías originales en canto llano de la oración y la antífona se confían a los dos tenores en sendos cánones a la quinta en la ‘prima pars’ y al unísono en la ‘secunda pars’. Aunque adscrita tradicionalmente a su etapa en Ferrara, debió de nacer en los años de retiro del compositor en Condé-sur-l’Escaut y constituye, dados sus propios deseos, una primerísima opción para recordar el 27 de agosto a este músico inigualable.
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