En busca de la curación. Cómo y quiénes luchan hoy contra el VIH

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Cuarenta años de intensa investigación pueden dar para mucho. En el caso del sida-VIH, estas últimas cuatro décadas han servido para convertirlo en una enfermedad crónica: hoy, una pastilla al día puede bastar para controlar el virus y mantenerlo indetectable y, por tanto, intransmisible. Pero ni los éxitos en el tratamiento antirretroviral, ni la comodidad de su pauta, han hecho que se haya relajado la investigación.

En la actualidad se están abriendo nuevas y rompedoras líneas de trabajo, y todo esto coincide con un relevo generacional: al laboratorio y a la clínica han llegado nuevos investigadores que no vivieron los años más duros de la pandemia y que consideran el VIH como un reto fascinante: “Yo nací cerca del año del bum, pero no lo recuerdo; he recibido la visión de otros”, confiesa la doctora Sara Morón-López, investigadora en IrsiCaixa (Institut de Recerca de la Sida, ubicado en el Hospital Germans Trias y Pujol de Badalona, Barcelona). “En los ochenta, los médicos y enfermeras se toparon bruscamente con la enfermedad; no había tratamientos, todo era desconocido y el estigma era total. Nosotros ya hemos elegido estudiar este virus, que es perfecto por su complejidad” añade esta doctora, cuyo trabajo ha sido premiado con la beca international Research Scholars Program in HIV, una de las dos únicas que Gilead ha otorgado en todo el mundo para la investigación en este campo.

Otra doctora, Rocío Montejano, investigadora en el Área de Enfermedades Infecciosas-Medicina Interna en IdiPaz (Instituto de Investigación del hospital madrileño de La Paz), lo corrobora: “El VIH siempre es un reto, no deja de sorprendernos. Necesitamos el recambio generacional porque, en cinco o diez años, los grandes expertos del VIH tendrán que jubilarse y, aunque siempre vamos a tener su soporte, deberemos tomar el relevo. Siempre hay ángulos desde los que estudiarlo, y va a seguir habiéndolos”.

¿Es posible la curación?

Inevitablemente, al hablar de VIH todos pensamos en la curación. Por mucho que el tratamiento sea cómodo, eficaz y seguro, el sueño es vencer definitivamente al virus. En esa línea trabaja la doctora Beatriz Mothe, investigadora asociada en IrsiCaixa, quien explica: “Hay un pequeño porcentaje de personas que vive con VIH que no necesita tratamiento; son capaces de controlarlo de forma espontánea. Nosotros les estudiamos para ver qué les caracteriza inmunológicamente, con la idea de desarrollar estrategias de cura y vacunas terapéuticas para así intentar controlar la infección sin medicación”.

El reto inicial es, como mínimo, igualar con ellas los resultados que en estos momentos ofrece el tratamiento antirretroviral. “Con estos fármacos, el paciente está indetectable y, por tanto, [el virus es] intransmisible. Debemos conseguir lo mismo y, hasta ahora, hemos logrado bajar los niveles de carga viral, pero no a niveles indetectables”. La importancia de esta línea de trabajo, más allá de conseguir que las personas con VIH no tengan que estar permanentemente con la guardia en alto, es poder llegar “a ese enorme porcentaje de personas que, en otros países, no acceden a estos tratamientos, y más teniendo en cuenta que necesitan mucha monitorización. Por eso buscamos una cura funcional”.

Sacar al virus de su escondite

Sara Morón-López, que lleva años investigando el ciclo de replicación del virus, añade: “No se ha conseguido curar el VIH porque el virus se esconde dentro de las células. Se queda ahí, latente, en cualquier parte de nuestro cuerpo”. Y recuerda: “El virus entra en la célula, la infecta, la integra y hay un punto en el que necesita ser expresado para producir nuevos virus. Yo me he centrado en intentar descubrir los factores celulares que regulan el proceso de expresión del VIH”.

Con ello busca conseguir un tratamiento específico que pueda conseguir, o bien regular este paso, o bien reactivar el virus. “La idea es activar las células que están escondiendo el virus para que así nuestro sistema inmunológico pueda reconocerlas y eliminarlas, o bien silenciarlas completamente”. Sería equivalente a todos esos virus arcaicos, endógenos, que tenemos en nuestro ADN y que se quedaron ahí, dormidos para siempre.

“El virus se ha quedado escondido en zonas del genoma. Eso hace que esté silenciado”, explica la doctora Morón-López

En esta estrategia, Morón-Lopez también estudia a las personas que viven con VIH sin necesidad de tratamiento: “Un descubrimiento de este último año es que, en estos pacientes, el virus se ha quedado escondido en zonas del genoma en las que no se expresa. Y eso hace que esté silenciado”, puntualiza.

La calidad de vida, siempre presente

Más allá de las líneas de investigación que permitan vencer al VIH, tampoco se está descuidando el día a día de los pacientes, y muy especialmente de los conocidos como Long Time Survivors (LTS). Se trata de esa primera generación que hoy ha superado la cincuentena y en los que se está viendo cómo el virus, en muchos casos, le provoca un envejecimiento acelerado. “Desarrollan comorbilidades diez años antes, y en mayor número”, explica Rocío Montejano desde el Área de Enfermedades Infecciosas del IdiPaz. “Vemos que puede deberse a los tratamientos que tomaron y, también, a que no ha habido recuperación secundaria del sistema inmune a la infección. Esto lleva a una inmunosenescencia [cambios que se producen en el sistema inmunitario a causa del envejecimiento y que afectan la inmunidad] que se asocia a una mayor inflamación”.

En su línea de investigación, Montejano está comparando la edad cronológica (la del DNI) con la edad biológica (la edad que tiene nuestro organismo), para ver el impacto de los tratamientos. Como explica la doctora, estudiando las resistencias “intentamos detectar mutaciones archivadas, ver si persisten o no a lo largo del tiempo, determinar el impacto de esas mutaciones que un día estuvieron y ahora no, para buscar otras opciones de tratamiento”.


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