En el laboratorio del covid

El fútbol hace años que se ha convertido en un producto de laboratorio. Todo se mide, todo se cuantifica y son pocos ya los entrenadores que atienden exclusivamente a las sensaciones. En el fútbol actual influyen mucho más los ordenadores y los datos que ofrecen esos gps en forma de chaleco que acompañan a los futbolistas a todas partes, que el olfato innato de unos entrenadores, en ocasiones, excesivamente monitorizados por la tecnología.

La dictadura de la informática alcanza su máxima expresión durante la pretemporada, lo que ha terminado por desnaturalizar los partidos. Es difícil dar con el razonamiento que lleva a un equipo como la Real, que en algo más de dos semanas ha jugado dos amistosos, a jugar ahora tres en cuatro días. Dos el mismo sábado, rizando el rizo de la extravagancia.

El Villarreal-Real de ayer en El Madrigal enfrentaba al quinto y sexto clasificado de la temporada pasada en la liga española, pero lo desarrollado sobre el terreno de juego no pertenece a esa categoría. Lejos de poder radiografiar a dos equipos llamados a pelear por los puestos europeos, una vez más, el choque se desarrolló condicionado por todos esos factores externos que acompañan a un partido de verano. Poco tuvo de real.

Señas de identidad conocidas

Cualquier juicio sobre un partido en el que un solo txuri urdin entre los futbolistas de campo jugó 60 minutos, en el que la alineación con la que concluyó la segunda parte apenas incluyó cuatro futbolistas del primer equipo o en el que la Real encaja un tanto el minuto 1 que condiciona por completo el duelo, carece de valor. Es evidente que hay que afear la falta de atención de Le
Normand en el 1-0, consecuencia directa asimismo del riesgo innato con el que Imanol quiere que juegue su equipo, pero la acción no pasa del capítulo de accidente. Los trazos más gruesos expuestos por la Real en el partido, precisamente, tuvieron que ver con esa voluntad de elaborar muy desde atrás y con llevar a cabo una presión muy agresiva y adelantada. Señas de identidad ya conocidas. El menor de los problemas es que ayer no sirvieran para ganar, el mayor quebradero de cabeza es si algún equipo está pudiendo llevar a cabo una preparación adecuada en este laboratorio del covid-19 en el que se ha convertido esta pretemporada.

El inicio de Liga se les echa encima a todos los equipos cuando apenas llevan 20 días entrenando en una situación de total incertidumbre. Hoy toca PCR, mañana que cuatro compañeros se confinen, pasado otro se rompe muscularmente, como ayer Monreal. Los entrenamientos individuales se entrometen con los grupales. Hace poco más de un mes despedían el anterior campeonato.

La primera derrota del verano de 2020 llegó ayer en Villarreal pero ni Imanol, ni Unai
Emery, que salió ganador, conservarán los apuntes de este partido cuando les toque volver a enfrentarse en Liga. Sólo fue un día más en el peculiar laboratorio en el que todos los equipos están inmersos, en el verano más raro de nuestras vidas.


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