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Entre los más grandes

Stephen Curry es uno de los más grandes. No es fácil saber en qué puesto está en el ránking de las estrellas históricas de la NBA, pero está en ese olimpo. De momento es el sexto en ganar cuatro anillos, dos MVP de la Liga regular y uno en alguna final. En esa reducida lista de prodigios están: Kareem, Duncan, Magic, Jordan, LeBron y Curry. El extraordinario jugador de 34 años de los Warriors posiblemente no es el mejor de todos, pero sí tan estratosférico como muchos de ellos.

Es muy difícil de encontrar un jugador como Curry: puede anotar desde cualquier distancia. No solo es un triplista, es un anotador espectacular jugando de base. Es el máximo exponente del jugador que ha condicionado el juego de la NBA en los últimos tiempos. Los impresionantes pívots han perdido el protagonismo, postergados por los jugadores exteriores. El basket interior ha dejado paso a los ‘Curry’, que han impuesto un nuevo rol en la mejor liga de baloncesto del mundo y el ganador ayer del cuarto anillo es el que ha obligado a ese cambio. Un anotador brutal desde cualquier zona implica un nivel de defensa distinto al de uno o dos pívots armarios en la botella.

Nadie daba a los Warriors como candidato a ganar la NBA cuando comenzó el campeonato, con jugadores largamente lesionados o con el peso de los años, pero Curry lo consiguió. No lo ha hecho solo. Es imposible explicar la gloria de los Warriors sin la figura omnipresente del técnico Steve Kerr, el compañero de Jordan en Chicago que logró cinco anillos como jugador y que ha ganado cuatro como entrenador. Junto a Curry ha conseguido que los Warriors sean ya un equipo histórico. La NBA tiene la capacidad de generar figuras impresionantes en cadena. Cuando parece que la mejor época de un excelente gigante tiende a decaer, aparece otro de parecida categoría. Curry es uno de los más grandes, no hay duda, y hay que colocarlo en esa lista de gloriosos tipos que han hecho, y siguen haciendo, que la NBA siga siendo lo mejor del basket.




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