El viaje comenzó hace seis años, con aquel triunfo de la sub-19 frente a Rusia en Katerini; continuó hace dos, en Údine, donde la sub-21 batió a Alemania y subrayó su dominio del fútbol base; y prosigue ahora en Tokio, donde la misma hornada de jugadores tiene a tiro el título olímpico que, de conseguirlo, supondría el broche perfecto al trazado emprendido en 2015. Para ello, la España de Luis de la Fuente tendrá que imponerse este sábado (13.30, La y Eurosport) al semillero de los semilleros, la inagotable factoría de Brasil, que asistirá al duelo de Yokohama apoyada en las dianas de Richarlison y la genética competitiva del exazulgrana Dani Alves.
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Llega España a la cita después de un recorrido completado a trompicones, con varios sustos en el cuerpo y habiendo escapado a varias situaciones límite, pero llega. El triunfo en la semifinal contra Japón produjo cierta liberación en el vestuario, en tanto que garantizaba la medalla, y ahora el seleccionador plantea un preámbulo hedonístico. “Es el momento de disfrutar de esta oportunidad que nos da el fútbol y de vivir un acontecimiento único”, remarca el preparador, que en las dos últimas semanas ha incidido una y otra vez en la defensa del estilo. El toque, dice De la Fuente, es innegociable. Sin embargo, las trabas hacia el gol han sido múltiples.
El equipo español encalló en el debut, se salvó frente a Australia con un chispazo a última hora y después vinieron los sudores fríos en el tramo final contra Argentina; sorteó el apuro, pero en los cuartos el escalofrío fue superior y podía haber sido definitivo, de no ser por Rafa Mir. El triplete del ariete contra Costa de Marfil replanteó la fórmula de cara a la semifinal contra la anfitriona Japón, pero ni por esas tuvo España algo de sosiego. Asensio, apartado ante los africanos del once del técnico, fue redentor. Su zurda resolvió el jeroglífico en la prórroga.
“Toca disfrutarlo después de haberlo sufrido mucho”, insiste De la Fuente. “No debemos dejarnos llevar por la presión”, le sigue el capitán Mikel Merino, uno de los baluartes de la selección que ha hecho la apuesta más fuerte por el oro olímpico. Ninguna otra citó una nómina de jugadores de tanto vuelo como España, articulada en torno al navarro y otros miembros de peso específico, seis futbolistas que desfilaron previamente por la Eurocopa. Ninguna clásica lanzó un órdago tan rotundo, ya fuera Brasil, Argentina, Francia o Alemania. Todas ellas viajaron a Tokio con lo puesto, poco más.
España presume de cimientos y no le faltan razones. En su vitrina lucen cinco Europeos sub-21, un Mundial sub-20 y dos subcampeonatos, en el 85 y 2003, acompañados estos trofeos de once premios continentales con los sub-19. Tiene ahora a un paso el segundo oro olímpico y recoger el testigo de la Quinta del Cobi y ese 2-3 ante Polonia en el Camp Nou. Son 29 años desde entonces, y 21 de la plata de Sidney 2000 por el camino.
Seis piezas intocables
“Siento un orgullo difícil de explicar por haber formado a esta generación irrepetible de futbolistas. Estoy encantando de cerrar el círculo”, expresa el seleccionador. “Es una sensación extraña, parecía ayer cuando empezamos juntos y llevamos un mundo viviendo experiencias únicas. Ojalá podamos terminarlo de la mejor manera posible, del mismo modo que empezamos”, prorrogaba este viernes Merino, faro de una camada que tras el choque de hoy en Yokohama se desmembrará; decidida, sea como sea, a poner la rúbrica ante Brasil tal y como empezó todo en aquella noche triunfal en Grecia.
“Se acaba esta etapa por edad, pero seguro que en un futuro nos volveremos a encontrar. El mundo del fútbol da muchas vueltas”, concedía el navarro, pieza esencial en el engranaje por su capacidad para abarcar pizarra, aportar criterio y llegar. Formará en la media junto a Zubimendi, por delante de la defensa, y el canario Pedri. “A mí me gusta jugar contra los mejores y Brasil lo es”, comentaba esta semana el interior, al que le escasea la gasolina después de haber jugado esta temporada 73 partidos entre el Barça, la selección y los Juegos; “es normal que piensen que estoy cansado, pero descanso día a día y hago lo que se me pide. Siempre intento aportar”.
Pese al desgaste acumulado, De la Fuente ha recurrido a él sistemáticamente. También a Unai Simón bajo los palos, y a Eric García y Pau Torres atrás, intocables los dos zagueros; y adelante, Dani Olmo en un costado y Oyarzabal por todo el frente, ya haya sido de falsa referencia o escorado para dejar paso a Mir. La falta de frescura ha sido palpable, pero el entrenador no ha renunciado a la camarilla que alistó antes Luis Enrique. Si alguien ha hecho una apuesta en firme en Tokio ha sido España, todo sobre la mesa. Cara a cara con La Canarinha. Y el vestuario se apiña: por el cierre de un periplo dorado.
SIMÓN, EL AMULETO DE LAS PRÓRROGAS
Finalmente y pese a apurar todos los plazos, Dani Ceballos no podrá jugar la final. El andaluz no se ha recuperado del esguince que sufrió en el estreno contra Egipto (grado 2) y será baja. En el debut, el jugador del Madrid fue el más destacado.
Quien sí estará será Unai Simón, el amuleto del equipo en caso de que se alarguen los partidos. Hasta esta temporada, el portero del Athletic no había disputado ninguna prórroga; en 2020 jugó la primera y en esta ya suma siete. Como garantía, en ninguna encajó.
“Somos unos privilegiados de tenerle. Además de ser un gran portero es una gran persona y nos aporta total garantía”, le elogió De la Fuente, que observa en su juego de pies una herramienta esencial para el punto de partida en la construcción de la jugada.
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