España pierde al año 700 vidas y 900 millones de euros por los eventos meteorológicos extremos

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Entre 2000 y 2019, los eventos meteorológicos extremos —como temporales u olas de calor o de frío― le han costado a España cada año de media 696 vidas humanas y 1.091 millones de dólares (cerca de 900 millones de euros), según los datos recabados por la organización Germanwatch para elaborar su Índice de Riesgo Climático, que se presenta este lunes. Esta es la decimosexta edición de este estudio en el que se analizan los costes humanos y económicos directos de los fenómenos extremos en 180 países del mundo.

En la edición de este año, Germanwatch realiza un compendio de los daños de las últimas dos décadas en el mundo y concluye que entre 2000 y 2019 murieron 475.000 personas como consecuencia directa de más de 11.000 fenómenos meteorológicos extremos. Además, según sus cálculos, las pérdidas económicas llegaron hasta los 2,56 billones de dólares estadounidenses calculados en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA), lo que supone unos 2,1 billones de euros.

La clasificación de los países más golpeados en las dos últimas décadas la encabezan Puerto Rico, Myanmar y Haití, que han sufrido las consecuencias de 161 eventos meteorológicos extremos en ese periodo de tiempo. Pero estos tres Estados ocupan los tres primeros puestos por fenómenos extremos concretos que fueron muy devastadores, como explica el informe. En el caso de Puerto Rico, el huracán María en 2017; en Haití, los huracanes Jeanne (2004) y Sandy (2012); y el ciclón Nargis en Myanmar en 2008.

Los autores del informe resaltan que estos resultados muestran “la particular vulnerabilidad de los países más pobres a los riesgos climáticos” y se ven “mucho más afectados por las condiciones meteorológicas extremas que los países industrializados”. Así, las pérdidas económicas absolutas son mucho más significativas en los países ricos, pero en los países con bajos ingresos, “las muertes, la miseria y las amenazas existenciales por el clima extremo son mucho más probables”, señala el equipo liderado por el economista David Eckstein.

Según los datos facilitados por Eckstein a EL PAÍS, España ocupa el puesto 29 en esa clasificación, que analiza de 2000 a 2019, con esos 900 millones de euros de pérdidas anuales de media. Sin embargo, eso apenas supone un 0,073% respecto a su PIB. Mientras que a zonas como Puerto Rico o Haití los daños por estos fenómenos les suponen un 3,3% y un 2,3%, respectivamente.

Los ciclones y huracanes están detrás de las mayores pérdidas directas de vidas y económicas. Y así volvió a ocurrir en 2019, cuando las tormentas y sus consecuencias directas —precipitaciones, inundaciones y deslizamientos de tierras— causaron importantes estragos. “De los 10 países más afectados en 2019, seis fueron golpeados por ciclones tropicales”, señala el informe.

La relación entre este tipo de fenómenos y el cambio climático es una importante línea de investigación en estos momentos; muchos estudios apuntan a una relación entre el calentamiento y el aumento de la intensidad de los huracanes debido al incremento de la temperatura del agua de mar. “La ciencia reciente sugiere que el número de ciclones tropicales graves aumentará con cada décima de grado de aumento de la temperatura media mundial”, señala Germanwatch. “El cambio climático es un factor de influencia cada vez más importante en la probabilidad de ocurrencia de estos eventos y su intensidad”, añaden los autores que, sin embargo, admiten la dificultad de atribuir al cambio climático uno de estos fenómenos extremos concreto.

Mozambique, Zimbabue y las Bahamas fueron los países más afectados en 2019, seguidos por Japón, Malawi y Afganistán, según el Índice de Riesgo Climático.

En el índice de 2019, España ocupa el puesto 32, lo que significa un avance considerable en esta escala respecto a 2018 (cuando ocupaba el puesto 38) y respecto a 2017 (47). En el último cuatrimestre de 2019 España sufrió una serie de temporales muy intensos, lo que ocasionó importantes inundaciones y daños. Germanwatch tiene registradas 24 muertes y daños directos por valor de 4.390 millones de dólares (3.610 millones de euros).

Germanwatch admite que sus cálculos son a la baja, ya que, por ejemplo, “no toma en cuenta aspectos importantes tales como el aumento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares o los mares más ácidos y cálidos”. Además, “los datos solo reflejan los impactos directos (pérdidas directas y muertos) de fenómenos meteorológicos extremos, mientras que, por ejemplo, las olas de calor, que son frecuentes en los países africanos, a menudo producen impactos indirectos mucho más fuertes (por ejemplo, como resultado de sequías y escasez de alimentos)”.

Pese a esas limitaciones, este índice es uno de los más utilizados cuando se aborda la adaptación al cambio climático. El Acuerdo de París, el pacto internacional de lucha contra el cambio climático, no solo se ocupa de las reducciones de gases de efecto invernadero (mitigación), sino también de la adaptación a las consecuencias de un calentamiento que en estos momentos es irreversible. El objetivo al que se comprometieron a que en 2020 se llegaría a una financiación climática para los países en desarrollo de 100.000 millones de dólares anuales. En 2018, el último año del que se tiene un registro fiable, esa financiación estaba en los 78.900 millones de dólares en 2018 (unos 66.000 millones de euros), según el último balance de la OCDE. Son los países desarrollados los que deben movilizar esos fondos.

Eckstein, de Germanwatch, explica que los países en desarrollo necesitan de forma urgente ayuda financiera y técnica. Y que resulta “preocupante” que los estudios recientes apunten a que “los 100.000 millones de dólares al año prometidos por las naciones industrializadas no se alcanzarán”. Además, Eckstein también alerta de que el reparto de fondos movilizados no está equilibrado entre adaptación y mitigación. De los 78.900 millones de dólares movilizados en 2018, solo el 30% se destina a medidas para que los países en desarrollo se adapten al cambio climático; el 70% restante es para mitigación (como la financiación de implantación de renovables). “La cumbre de adaptación al clima que comienza este lunes debe abordar estos problemas”, explica Eckstein sobre una cita organizada por el Gobierno de Países Bajos en la que participarán varios jefes de Estado y en la que se compartirán experiencias de proyectos de adaptación.

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