“España siempre saca el pescuezo en arenas movedizas”

Ángel Fernández, en una acción del partido contra Hungría en el Mundial.
Ángel Fernández, en una acción del partido contra Hungría en el Mundial.KHALED ELFIQI / Reuters

La biografía de Ángel Fernández, el máximo goleador de España en este Mundial de Egipto con 28 tantos, guarda detalles poco habituales en comparación con el resto del vestuario. Este cántabro de 32 años al que su hermana mayor obligó con 11 en su pueblo natal, Astillero, a diez kilómetros de Santander, a dejar el fútbol para dedicarse al balonmano fue antes internacional en la minoritaria modalidad de playa que en pista y tampoco hubo rastro de él en las categorías inferiores de la selección. Mientras otros compañeros fueron asomando la cabeza poco a poco, él lo hizo de golpe con los adultos. “No me llegó pronto ni tarde, sino en el momento adecuado. Con esfuerzo he ido cumpliendo etapas”, zanja este extremo izquierdo al otro lado del teléfono.

Hasta los 28 no disputó su primer gran campeonato, el Mundial de Francia, pero desde entonces ya nadie lo ha podido borrar de la lista y en jugadores como él se fijarán todas las miradas en la espinosa transición que le espera a los Hispanos cuando la vieja guardia deje el equipo tras los Juegos. “La responsabilidad me atrae. Si vienes a la selección y no te gusta la responsabilidad, algo estás haciendo mal. Los que nos quedemos tendremos que recoger el testigo de una generación irrepetible”, advierte.

“Los rivales saben que tenemos una fuerza de grupo que nos diferencia”

Eso vendrá dentro de unos meses. Ahora, lo inmediato es Noruega en cuartos de final (20.30, Teledeporte), el paso del Estrecho del torneo. “Llegamos con buenas sensaciones. Como buenos españoles, nos gusta manejarnos en estos escenarios un poco atípicos e incluso difíciles. Sabemos sacar el pescuezo en arenas movedizas. Tenemos una fuerza de grupo que nos hace diferentes, y eso los demás lo conocen. Lo hablo con los extranjeros de mi equipo [el Kielce polaco] y me lo dicen”, asegura Ángel Fernández.

Después de un arranque con el pie cambiado (empate con Brasil) y sin apenas preparación en todo 2020, la selección ha progresado adecuadamente y ahora tendrá enfrente a la última plata mundial dirigida por una de las grandes referencias de este deporte, Sander Sagosen, campeón de la Champions hace un mes con el Kiel frente al Barça y segundo máximo anotador de la cita egipcia, con 50 dianas. Y si salta esta valla, lo más probable es que le aguarde el vigente oro, Dinamarca, que antes debería derrotar a la anfitriona.

“La responsabilidad me atrae, cogeremos el testigo”, dice sobre el futuro del equipo a partir de los Juegos

El Mundial llegó en un momento complicado, con un calendario abrasivo, los preolímpicos a dos meses vista (España ya tiene el billete), a seis meses de los Juegos, sin público a última hora por la presión de los jugadores, con tres equipos retirados por los casos de covid y una tercera ola que tiene a medio planeta angustiado. Algunos, sobre todo alemanes, renunciaron y otros se lo pensaron seriamente. “Yo nunca me lo planteé. Esto es un sueño y me permite salir de todo este año en Polonia, donde me muevo en polaco, con polacos y en un círculo muy cerrado. Venir me da aire fresco”.

La soledad de la esquina

Gol a gol, está siendo su mejor torneo con la selección. Le clavó diez a Túnez, seis a Alemania, cinco a Polonia, cuatro a Brasil y tres a Hungría, con una efectividad del 78%. En un conjunto tan coral, nadie ha marcado más que él, siempre atento a los contragolpes. En los ataques estáticos, sin embargo, la vida de los extremos en sus esquinas puede ser frustrante esperando el balón. “Somos diferentes. Te puedes sentir un poco solitario porque no participas tanto en las jugadas colectivas. El resto de puestos están en continuo contacto con la pelota y nosotros nos llegamos a pasar 15 minutos sin tocarla. A veces tenemos dos o tres por partido y sabes que hay que meterlas”, explica Ángel Fernández que, como una mayoría de su edad y posición, tuvo como referente a Juanín García, el máximo anotador en la historia de los Hispanos (822). A él, con 223 tantos, todavía le quedan lejos esas cifras. En la arena de la playa, su hecho diferencial, sumó otros 66.

Este cántabro se define como un inconformista por sus aspiraciones en el deporte, y a la vez un tipo disciplinado. “Creo que esta es mi mayor virtud. El entrenador siempre está por encima de los jugadores. Cuando era joven me lo tomaba más a pecho, pero ahora es oír, ver y callar”.

En esos inicios, fue de los últimos jugadores que formó parte en la Asobal del histórico Teka de Santander antes de su desaparición, cierre que le obligó a dar un paso atrás y empezar en el Torrelavega, tres categorías más abajo. Allí salía a 100 tantos por temporada hasta que lo captó el Logroño, su salto definitivo a la élite. En 2018, seis meses después de una de sus peores experiencias, lesionarse en el estreno del Europeo que encumbró a España, Talant Dujshebaev lo reclutó para el Kielce. Él era uno de los pocos jugadores de la selección que todavía pertenecía a la Liga española. Pero esa etapa en Polonia terminará este verano. “Es tiempo de mover ficha”, concluye sin dar más explicaciones. Antes, eso sí, Noruega.


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