Estados Unidos aumenta la presión para desestabilizar a la cúpula chavista


El relato que los altos cargos de la Administración de Donald Trump han hecho de lo ocurrido en las últimas 48 horas en Venezuela describe un escenario vertiginoso, con giros del guión inesperados para la oposición al chavismo y su principal aliado internacional, Estados Unidos. La madrugada del martes el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, reconocido por Washington y medio centenar de países -incluído España-, como presidente interino de Venezuela, lanzó un desafío de alto voltaje al liberar al político opositor Leopoldo López de su arresto domiciliario con ayuda de miembros de las Fuerzas Armadas y marchar con él por la ciudad. La operación exhibía la fractura más evidente hasta ahora en el apoyo del Ejército a Maduro, principal motivo por el cual el líder se mantiene en el poder efectivo del país pese a haber perdido el reconocimiento de grandes potencias europeas y americanas. El consejero de Seguridad Nacional de EE UU, John Bolton, llamó al Ejército a sumarse, pero, conforme pasaban las horas, el abandono militar al sucesor de Hugo Chávez no crecía.

Bolton, un veterano halcón de Washington, se dirigió a la prensa desde los jardines de la Casa Blanca para señalar con nombres y apellidos a los dirigentes que habían empezado a desertar de Maduro, en lo que no quedaba claro si suponía la revelación de unas conversaciones secretas para acabar de desestabilizar al régimen o parte de la guerra psicológica de este conflicto. Aseguró que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino; el presidente del Supremo, Mikael Moreno, y el general de la Guardia Presidencial Rafael Hernández Dala, habían asumido, en conversaciones con la oposición previas, en que Maduro debía marcharse y permitir una transición pacífica del país. “Esperemos que los cubanos les dejen hacer lo que deben”, dijo, en referencia a la presencia de los servicios de inteligencia castristas en el Ejército venezolano, que EE UU considera clave en el control de Maduro sobre los militares.
Esos movimientos no llegaron. Este miércoles, en una entrevista con la agencia Efe, el enviado especial de Trump para Venezuela abundó en ello de forma muy llana. “Hablaron, hablaron y hablaron y cuando llegó el momento de la acción no estuvieron dispuestos a hacerlo”, dijo Abrams en referencia a Padrino, Moreno y Hernández Dala. “Me he encontrado con que muchos de ellos [altos cargos del Gobierno de Maduro con los que negociaban la caída del líder] han apagado sus celulares”, reconoció.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, aseguró incluso que Maduro tenía preparada su huida para ese martes, pero Moscú le disuadió. “Hace tiempo que nadie ha visto a Maduro, él tenía un avión listo para marcharse esta mañana y los rusos le indicaron que se quedase”, dijo el jefe de la diplomacia en la CNN, algo que el Kremlin niega.
Pompeo: “La acción militar es posible”
El conflicto venezolano se ha convertido en un tablero en el que grandes potencias rivales libran también su particular pulso, ya que Rusia y Cuba son los grandes aliados del régimen chavista. El Gobierno de Vladímir Putin reconoció a finales de marzo que había enviado soldados a Venezuela en el marco de un acuerdo “técnico-militar”, mientras que los servicios de inteligencia cubanos operan en el país caribeño y, según Washington, suponen la pieza clave por la que Maduro mantiene el control de las tropas. En este contexto, Trump advirtió el martes a La Habana de que si “las tropas y milicias” no cesaban sus operaciones, aplicarían un “embargo completo” sobre la isla. Las sanciones económicas de EE UU contra Cuba y Venezuela se han multiplicado en la era de Trump, al ritmo del deterioro del país y también por la llegada de halcones a la Administración mucho más proclives a la política de mano dura.
Y esta semana, con la tensión in crescendo en Caracas, las preguntas sobre la posible intervención militar por parte de Estados Unidos se repiten sin cesar, habida cuenta de que la Administración del republicano siempre ha recalcado que esa es una opción “sobre la mesa”, pero sin aclarar nunca cuál es la línea roja por la cual se utilizaría. Pompeo cargó las tintas este miércoles por la mañana en una entrevista en la cadena Fox. “La acción militar es posible. Si es necesario, es lo que Estados Unidos hará. Estamos haciendo todo lo posible para evitar la violencia, hemos pedido a todas las partes que no incurran en ella, preferiríamos una transición pacífica”. Pero si llega el momento, “y todos deberemos decidir cuál es ese momento”, apostilló, “él [Trump] está dispuesto a hacer lo necesario”. El jefe interino del Pentágono, Patrick Shanahan, canceló su viaje previsto a Europa para poder coordinar el seguimiento de la crisis en el Consejo de Seguridad Nacional.
El uso de la fuerza militar supondría la ruptura del bloque internacional que hasta ahora ha apoyado a Juan Guaidó y reclamado la marcha de Nicolás Maduro. Washington reconoció al presidente del Parlamento venezolano como mandatario encargado para la convocatoria de elecciones el mismo día en que este se juramentó como tal, el pasado 23 de enero, en base a un artículo de la Constitución venezolana. Pronto países como Canadá, Alemania, España y otras potencias americanas le siguieron. Pero Ottawa y la Unión Europea, además de otros países, han dejado muy claro que no quieren oír hablar de una acción militar.
Para la Administración estadounidense, sin embargo, esta postura cambiaría si Maduro lleva a cabo una represión sangrienta enviando a grupos armados contra la población civil o detiene a Guaidó. El líder chavista ha asegurado que la operación del martes, que califica de golpe de estado fracasado, no quedará impune. Este miércoles, coincidiendo con el Día del Trabajador, tanto el jefe del Parlamento como Maduro llamaron a sus respectivos seguidores a manifestarse en las calles, convertidas en un polvorín. Bolton alertó contra el uso de la fuerza contra la población civil. “Sería un gran error”, resaltó, para añadir el mensaje: “Todas las opciones están sobre la mesa”.


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