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Estados Unidos corteja a África ante los avances de China en el continente

EL PAÍS

Estados Unidos quiere seducir a Africa tras años―décadas― de abandono. Con una cumbre de tres días en Washington en la que participarán 49 países, y donde promete anuncios sustanciales de ayuda e inversión, la Casa Blanca busca relanzar su relación con un continente en el que China sobre todo, pero también Rusia, han afianzado y ampliado su presencia a lo largo de la última década.

África es fundamental para Estados Unidos como fuente de materias primas, incluidos el cobalto o el litio, imprescindibles en el sector de los vehículos eléctricos. Los responsables de la seguridad nacional estadounidense vigilan también de cerca las actividades en el continente de grupos extremistas islámicos como Boko Haram en el oeste o Al Shabab en Somalia. Su medio centenar de naciones representa también un jugoso bloque de votos en las instituciones internacionales. Y muchos de estos votos han apoyado a Pekín, y no a Washington, en convocatorias clave.

La cumbre, inaugurada este martes y en la que Biden intervendrá con un discurso este miércoles, representa, en palabras de un alto funcionario que habló a la prensa bajo la condición del anonimato, un “reconocimiento de que África es un actor geopolítico clave que está dando forma a nuestro presente y dará forma al futuro”. Tendrá como asuntos principales, sostiene, los temas que los propios interlocutores africanos han indicado que más les preocupan: la economía, el cambio climático y el medioambiente, la seguridad, la salud y la educación.

Es un discurso completamente diferente del que los países del continente tuvieron que escuchar durante la era de Donald Trump, cuando el magnate inmobiliario devenido presidente calificaba a esas naciones y Haití de “agujeros de mierda”. La región se sintió decepcionada incluso en épocas en las que se anticipaban buenas relaciones. El presidente Barack Obama, el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca y de padre keniano, convocó la primera cumbre EEUU-África hace ocho años, pero recortó los fondos de asistencia para la lucha contra el sida en el continente.

En contraste, China cultiva cuidadosamente los lazos con la región desde hace años. Mantiene excelentes relaciones con todos los países africanos, sin hacer distinciones entre los tipos de regímenes o sus valores. Ha multiplicado sus inversiones, ha construido puertos, vías férreas ―incluso la propia sede de la Unión Africana en Addis Abeba― y ha adjudicado créditos para la construcción de infraestructuras por valor de más de 700.000 millones de dólares. La región ha sido uno de los principales receptores de las vacunas chinas contra la covid. África acoge la primera base militar china en el extranjero, en Yibuti, y representantes militares estadounidenses han apuntado que Pekín se plantea una segunda en Guinea Ecuatorial.

Las autoridades chinas han visitado la región con asiduidad; África ha acogido el primer viaje al exterior de cada ministro de Exteriores de la potencia asiática en la era posterior a la matanza de Tiananmen. Pekín se ha convertido en el primer socio comercial de la región, a la que adquiere todo tipo de materias primas y le vende una amplísima gama de mercancías a precios moderados. El año pasado, su intercambio comercial llegó a los 254.000 millones de dólares, un 35% más que en 2020; en comparación, aunque creció un 40% con respecto al año previo, el de Estados Unidos y África fue de 64.000 millones de dólares. La cumbre china con los países africanos se celebra cada tres años desde comienzos de este siglo; en la última edición, celebrada en Senegal en noviembre, el presidente Xi Jinping prometió aumentar las importaciones de productos africanos a 300.000 millones de dólares para 2025.

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El nombre de China se evita en esta cumbre en Washington con el cuidado con el que en Hogwarts se esquiva el de Voldemort. Pero en agosto, la Administración Biden publicó su estrategia para África y allí mencionaba que el gigante asiático percibe el continente como “un terreno importante para desafiar el orden internacional basado en el Derecho, para promocionar sus propios y focalizados intereses geopolíticos y comerciales, socavar la transparencia y la apertura, y debilitar las relaciones de Estados Unidos con los pueblos y gobiernos africanos”.

Pese al auge de Pekín, o de una Rusia que ofrece su músculo militar a los gobiernos interesados de la región, Estados Unidos mantiene prestigio en el continente. Es un donante notable en algunos de los países más pobres, participa en maniobras militares con países africanos, es una figura clave en la lucha contra Al Shabab y -aunque voces en el Cuerno de África se lamentan de que Washington se ha desentendido de esta zona y ha dejado un hueco que está llenando Emiratos Árabes Unidos- sus diplomáticos desempeñaron un papel clave en la firma de un acuerdo el mes pasado en la guerra civil en Etiopía.

La Casa Blanca asegura que en la cumbre se anunciarán medidas concretas para relanzar la relación con África. “Va a haber resultados tangibles y se van a dar a conocer iniciativas a lo largo de la reunión que abordarán una amplia gama de temas que nos preocupan”, ha asegurado el alto funcionario.

Biden ya ha dado a conocer su apoyo a que la Unión Africana se convierta en miembro permanente del G20. “Es hora de que África cuente con asientos permanentes en la mesa en las iniciativas y en las organizaciones internacionales”, declaraba el coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, el pasado viernes.

En estos días se anunciarán asimismo inversiones estadounidenses económicas, de seguridad y sanitarias por valor de 55.000 millones de dólares. También se confirmará la prórroga de la Ley de Crecimiento y Oportunidad Estados Unidos-África, que impulsa las importaciones desde el continente al eliminar aranceles para ciertos productos pero que expira en 2025. Y se espera el nombramiento de un enviado especial estadounidense para el continente, con toda probabilidad el veterano diplomático Johnny Carson.

El propio Biden prepara, según el digital Axios, una gira por África para 2023. Su secretario de Estado, Antony Blinken, ha visitado el continente en tres ocasiones en el último año.

“Para sacar el máximo rendimiento a la inversión en la cumbre será necesario un seguimiento sostenido, basándose en los progresos que se logren en la reunión de Washington, y que incluya una implicación diplomática más enérgica”, escribe Thomas Sheehy, del Instituto Estadounidense para la Paz.

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