Fabricantes y distribuidores alertan de que la escasez de leche infantil en EE UU puede agravarse en verano

Fabricantes y distribuidores alertan de que la escasez de leche infantil en EE UU puede agravarse en verano

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Rebecca Heinrich, directora de un banco de leche, trasvasa leche materna congelada procedente de donaciones a botellas de plástico, este viernes en Arvada (Colorado).David Zalubowski (AP)

La crisis de suministro de leches infantiles en EE UU engorda a medida que pasan los días, alimentando a la vez la polémica sobre cómo ha podido llegarse a esta situación y la inquietud de cientos de miles de padres y madres en todo el país, obligados a peregrinar de tienda en tienda, o web, para conseguir el principal sustento de sus bebés. Mientras la FDA (siglas en inglés de la agencia federal de Alimentos y Medicamentos) ha asegurado este viernes que la escasez se solucionará en cuestión de semanas, uno de los fabricantes más importantes de leches maternizadas sostiene que el déficit se prolongará durante meses. Laboratorios y fábricas apuntan que la escasez —el porcentaje del producto sin existencias ha alcanzado el 43% esta semana— puede empeorar más si cabe durante el verano. La crisis golpea sobremanera a la población con menos recursos, dependiente de ayudas que constriñen el acceso al producto.

Mientras la Administración de Joe Biden ha tomado cartas en el asunto, mediante una reunión del presidente con responsables de fabricantes y distribuidores este jueves, el Ejecutivo ha hecho una prioridad máxima del suministro de leche infantil a las familias con menos recursos, al facilitarles la compra de cualquier leche disponible en el mercado. Muchas familias de rentas bajas dependen de cupones de ayuda del Gobierno (el programa materno-infantil conocido como WIC) para adquirir alimentos, por lo que tienen un acceso más limitado al producto, ya que esos programas de ayuda se contratan entre Estados y productores específicos.

La Administración está aligerando los trámites burocráticos para ello, ya que el acceso al mercado libre —incluidas las ofertas en Internet, que han multiplicado su precio en las últimas semanas— resulta prohibitivo para la población beneficiaria de los cupones. La Casa Blanca también ha ordenado a la Comisión Federal de Comercio, la agencia que vela por la libre competencia, y a los fiscales generales de los distintos Estados del país que investiguen informaciones relativas al aumento desorbitado de precios aprovechando la coyuntura.

Los laboratorios Abbott, en el origen directo de la crisis tras verse obligados a suspender la fabricación de leches infantiles en febrero por sospechas de contaminación, han señalado este viernes que la planta de Míchigan cerrada podría empezar a bombear envases a los estantes de farmacias y supermercados en dos meses, pero para eso debe obtener primero la aprobación de la FDA. La paralización de la actividad siguió a cuatro casos de intoxicación de bebés que habían consumido leches de la marca, dos de ellos con resultado de muerte, entre finales del año pasado y comienzos de este.

Pero otros fabricantes no son tan optimistas sobre la resolución de la crisis, que en los últimos días acapara los titulares de los medios en EE UU. El director ejecutivo de Perrigo, una de las cuatro compañías que producen el 90% de la leche infantil del mercado estadounidense, ha apuntado este viernes que la crisis de desabastecimiento puede prolongarse lo que queda de año.

Según el director de la FDA, Robert Califf, la agencia anunciará planes específicos la semana próxima para agilizar la importación del producto, como por ejemplo aligerar temporalmente los aranceles vigentes, también nuevas alternativas de envasado para los fabricantes estadounidenses, como reducir la oferta de tamaños existente a uno solo, más funcional. Las acciones de la FDA persiguen rellenar los estantes vacíos sin olvidar los estándares de seguridad, calidad y etiquetado, subrayó Califf.

El mercado estadounidense de fórmulas para bebés, valorado en 4.000 millones de dólares, está dominado por los productores locales, con un volumen de importaciones residual —apenas el 10% del total— y sujeto a altos aranceles.

Las familias estadounidenses con bebés lactantes dependen casi enteramente de las fórmulas maternizadas (entre otros factores, por la temprana incorporación de las madres al trabajo tras el parto, en un país en el que no existe la baja de maternidad como tal). Menos de la mitad de los bebés del país fueron sólo amamantados en sus primeros tres meses de vida, según un informe sobre lactancia publicado en 2020 por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en sus siglas inglesas, la agencia federal de salud).


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