Feijóo cambia el discurso: de Sánchez a señor presidente



El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, en La Moncloa, a 7 de abril de 2022, en Madrid (España). Alberto Ortega – Europa PressAlberto Ortega – Europa Press (Europa Press)

Casi tres horas de conversación dieron lo suficiente como para constatar que los dos interlocutores se respetan, se pueden mirar francamente a los ojos e incluso hacerse confidencias. Esa impresión tuvieron el presidente Pedro Sánchez, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo tras la reunión que mantuvieron el jueves en el Palacio de la Moncloa. Otra cosa es la política. Los intereses respectivos, los condicionamientos de cada uno y el convencimiento profundo de que son adversarios políticos, sin paliativos, les obligarán a mantener las espadas en alto. Se juegan lo más: ser Gobierno o estar en la oposición.

La reunión del pasado 7 de abril entre el líder socialista y el del PP se saldó sin acuerdos concretos, pero no fue inútil. Toda la etapa de Pablo Casado se caracterizó por la descalificación absoluta de la acción del Gobierno. Nada extraordinario. Sí chirriaron las formas por los insultos personales y, acaso lo más peligroso, la siembra constante de dudas sobre la legitimidad del Gobierno de coalición.

Esas dudas sobre la legitimidad de ejercicio de Pedro Sánchez no las esparcirá Alberto Núñez Feijóo, presidente del Gobierno de Galicia desde hace 13 años. Él es presidente autonómico, y representante del Estado en la comunidad de Galicia, hasta dentro de unas semanas, y Sánchez es el legítimo presidente del Gobierno votado por el Congreso de los Diputados. “No es un tal Sánchez, es el presidente del Gobierno”. Esta sentencia de fuentes populares diferencia el trienio casadista del comienzo de la etapa de Núñez Feijóo. No es poco, pero no hay mucho más.

Salvadas las formas, es el momento de que Sánchez y Feijóo entren en materia. Sí hay posibilidades de reiniciar la negociación del CGPJ, pero no es un asunto que apasione a Feijóo. Tampoco lo que les espera a partir de este lunes. No será una jornada cómoda para el dirigente conservador al inaugurarse en Castilla y León la entrada de Vox en un Gobierno autonómico presidido por el PP. Es el principio probable de una tanda de coaliciones de ese color tras las elecciones autonómicas y municipales de mayo del próximo año. El PSOE pondrá esta realidad al frente de su discurso político como llamada de atención a los ciudadanos contrarios a tener a Vox en la toma de decisiones de una comunidad, en un ayuntamiento y, después, en el Gobierno de la Nación. El resultado en primera vuelta de las elecciones francesas de este domingo, con pase a la segunda del centrista Emmanuel Macron y la ultraderechista Marine Le Pen, dan soporte argumental al discurso de la izquierda española. Si la socialdemocracia y los liberales europeos contienen la respiración ante el fantasma de la ultraderecha, no iba a ser menos en España. Feijóo siempre se enorgulleció del nulo calado del mensaje, las proclamas y los líderes de Vox en Galicia. Ahora, tiene que digerir y asumir que el partido de la ultraderecha española sí tiene predicamento en la mayor parte de España. Sin ellos, puede que el PP no pueda gobernar. Por convicción, no abunda en el PP quien desee esa alianza, recalcan fuentes populares. El reto del PP es no necesitar a Vox en ayuntamientos y comunidades autónomas; el de Abascal es que los necesiten, sin apartarse del objetivo de superar a los populares.

La alianza en ciernes de la derecha y la ultraderecha, que el PSOE invocará, tendrá respuesta inmediata de Núñez Feijóo. Nunca tuvo mucha necesidad de ir a rebufo del discurso nacional de su partido sobre “el Gobierno de comunistas, independentistas y bilduetarras”, como ha quedado acuñado en todos los argumentarios del PP. Sí la tiene ahora. El dirigente gallego responderá a los socialistas por su atrevimiento al criticar lo del PP con Vox cuando ellos gobiernan gracias a los comunistas y a los que no creen en España, según adelantan en las filas populares.

No puede haber tregua entre Sánchez y Feijóo. Sí algunos acuerdos porque el nuevo líder quiere demostrar que su partido es de Estado y de Gobierno y, por tanto, en una situación de extrema gravedad en la que está inmersa España, no puede negarse a todo. Si le parece que es insuficiente la propuesta económica del decreto de medidas sobre las consecuencias de la guerra, resultará extraño que el PP pase a los anales del Congreso con un no en la votación. Acaso, se abstendrá, calibran en el PP, donde se prepara un documento con propuestas económicas para esta situación. Entonces no hubo tal propuesta en la reunión de Feijóo con Sánchez, según recalcan en La Moncloa. El discurso de bajada de impuestos, en general, y del IRPF en particular, es rechazado de plano por el Gobierno aunque esperan ese documento y esa propuesta para analizarla con la predisposición de echarla por tierra.

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Más allá de la ilusión que Feijóo ha despertado en las filas de la derecha, que no es poco, no vislumbra un sendero de rosas. Vox no se lo permitirá y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha reavivado el discurso de que con el Gobierno de Sánchez no se pacta.

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