‘Feminista’, ‘Nigeriano’; va por ustedes

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Una protesta antitaurina en Madrid en 2019.
Una protesta antitaurina en Madrid en 2019.EFE

Para aclarar el disparate de Gijón, La hora de La 1, esa 1 que volverá a promocionar el maltrato animal, mostró a los legos en crueldad cómo se eligen los nombres de los toros y sus matarifes. Lo primero llega por herencia, lo segundo lo deciden unas bolas como esas que siempre adjudicaban al Madrid el Grasshopper de turno.

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Puede que todo haya sido una infeliz serendipia, incluso que el ganadero baptizador sea un devoto de Mary Wollstonecraft. Aunque resulta difícil no imaginar la risa, guiño, codazo que seguro provocó en la turba descubrir los nombres de esos a los que el torero favorito de los menos afines a feministas o nigerianos iba a asesinar artísticamente.

Es incuestionable que hay quien disfruta contemplando agonizar a un ser vivo, como hay quien se enamoraba de Manson o veranea en Columbine, lo ridículo es que busquen una coartada cultural cuando, como escribió Manuel Vicent, solo es “una mezcla sustancial de mugre, sangre, muerte, señoritismo y caspa.”

Que en 2021 convivan vuelos espaciales, vacunas de ARNm y maltrato subvencionado es incomprensible, que su final en Gijón no haya sido provocado por el rechazo a la crueldad, sino por la amenaza indisimulada a las mujeres que luchan por la igualdad, otra serendipia. Porque la multitud que se manifestaba —qué placer el pretérito imperfecto— anualmente pidiendo el fin de la feria era abrumadoramente femenina. Y feminista.

La presidenta madrileña ha vinculado tauromaquia con libertad; la alcaldesa de Gijón le ha dado a los hijos de Feminista la libertad verdadera: la de no asistir a su propio asesinato. Pero que no sufran los fans del dolor ajeno, si algún día la sensatez de Gijón se extendiese siempre podrán ir a divertirse a un matadero. O a Vivotecnia. Seguro que les parece cultura. Y a TVE también.

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