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Fue uno de esos encuentros en los que uno sale henchido del estadio, en los que se siente pleno con su equipo y partícipe de lo que sucede en el terreno de juego. Así es el nuevo Anoeta. No juegan 11, sino más de 30.000, que vivieron su particular carnaval futbolístico en el templo de Amara. El que tuvo que elegir entre las carrozas o la Real y se dejó llevar por su pasión futbolística, seguro que acabó con la sensación de haber acertado. Fueron 90 minutos de disfrute y de records. La Real certificó dos, muchos para una tarde de febrero.
Con la de ayer son ya seis las victorias consecutivas en partidos oficiales en Anoeta. Tras perder ante el Villarreal, la Real ha ganado sucesivamente al Espanyol, al Mallorca, a Osasuna, al Athletic, al Mirandés y al Valencia. No van a pasar buenas noches los jugadores del Valladolid, próximo rival dentro de cinco días, durante la próxima semana.
Además, con el de ayer son ya 17 los encuentros consecutivos en los que la Real ha hecho gol en su propio feudo, los 15 oficiales de esta temporada, 12 de Liga más tres de Copa, y los dos últimos de la pasada. Récord absoluto en Anoeta. Los aficionados realistas han bailado el ‘Dale Cavese’ por lo menos una vez en todos los encuentros de esta campaña.
La última vez que la Real se quedó a cero delante de su gente fue el 25 de abril de 2019, en el antepenúltimo encuentro en el hogar del pasado curso, ante el Villarreal (0-1). Luego llegaron las victorias contra el Getafe (2-1) y el Real Madrid (3-1).
El ambiente que se generó en el estadio fue, una vez más, espectacular. Contribuyeron, cómo no, los casi 600 becerrileños invitados por la Real, que se lo pasaron en grande desde el sector del anillo superior donde fueron ubicados. Hubo un momento, en que la Grada Zabaleta se acordó de ellos y comenzó a corear: “¡Becerril!”.
Markel y los hits
El que también puso su granito de arena para el disfrute de una tarde de vino y rosas fue Markel
Bergara, homenajeado en el césped. Antes del partido, Aperribay le entregó la insignia de oro y brillantes del club ante la ovación de una grada que le transmitió todo su cariño y coreó su nombre. Al final, fue la Grada Zabaleta la que le agasajó entregándole una txapela y regalándole abrazos.
Una vez mas, no cesó de cantar la grada sur, que pidió la participación de todos los sectores en algunos de sus hits más clásicos. Ha conseguido que todo el campo se ponga de espaldas cada vez que hay un gol. Incluso desempolvó cánticos incunables como “el día que me muera, yo quiero mi cajón, pintado de azul y blanco, como mi corazón” y terminó haciendo la ola, que hacía tiempo que no se veía.
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