Forjando un equipo campeón


Es en los peores momentos cuando un equipo campeón tiene que sacar todas sus armas para demostrar que merece alcanzar grandes metas. El orgullo, la casta y el corazón, se tienen o no se tienen. Es algo que no se puede entrenar o mejorar. Aquella Real de Martín
Lasarte demostró signos de flaqueza a finales de febrero, pero se recompuso para poner rumbo a Primera, lugar que nunca tuvo que abandonar.



El camino no sería de rosas. En la tacada de cuatro partidos que toca analizar hoy, la Real obtuvo cinco puntos de 12 (hizo 10 de 27 posibles), una de las peores rachas del año. Para el primer partido nos desplazamos hasta Montilivi, donde un polémico arbitraje dejó a la Real sin premio. Un penalti por mano de Ansotegi y otro claro no señalado a favor de los txuri urdin, dejaron la cuarta derrota de la temporada (tres de ellas con gol de penalti). La ventaja conseguida en el primer tramo de la temporada dejaba todavía ocho puntos de distancia sobre el cuarto clasificado.

La mala racha se agravaría a la semana siguiente y eso que los de Lasarte consiguieron salvar un punto con un postrero gol de Labaka ante el Huesca. El partido, soporífero hasta más no poder, solo fue mejorado por la vuelta del ‘10’. La primera llegada de peligro txuri urdin no llegó hasta el 70’, cuando una doblada de Carlos
Martínez a pase de cola de vaca de Xabi
Prieto, acabó en centro y remate con peligro. El segundo capitán por aquel entonces fue golpeado por los defensores azulgranas, que en algún tramo rozaron lo antideportivo. En una de esas acciones llegó el tanto de la igualada. Prieto recibió una patada, Johnatan
Estrada botó la falta en una de sus únicas buenas acciones del año y Labaka metió la testa para seguir manteniendo la distancia de seguridad una jornada más con respecto al cuarto clasificado. Forjando un equipo campeón a fuego lento.

Otro paso sólido

Con la llegada de marzo y la primavera, la Real se vio más cerca de Primera gracias a partidos como el del Numancia, en el que endosó un duro golpe a un rival directo por el ascenso, se colocó colíder empatando a puntos con el Hércules y amplió a nueve puntos la distancia con el cuarto clasificado. Griemann y De
la
Bella decantaron un encuentro igualado ante el Numancia en un Anoeta entregado con 23.000 almas. Una asistencia de Primera. Los errores sorianos pusieron en bandeja un triunfo que, pese a que todavía restaban 15 partidos, dejaban el objetivo al alcance de la mano.

La tacada de cuatro partidos acaba en El Helmántico, donde la Real volvió a verse en lo más alto de la tabla en una nueva demostración de que el aficionado txuri urdin es el principal activo del club. El encuentro no fue vistoso, no hubo goles, pero los de Lasarte arrebataron la primera posición al Hércules, que perdió ante Las Palmas en el Rico Pérez. Un chut alto de Bueno en el 90’ pudo redondear la tarde.

La Real nunca juega sola. Durante sus más de 110 años de historia ha quedado demostrado que la afición de la Real nunca falla. El año del ascenso, tras otorgarle el propio equipo el empuje necesario tras los primeros buenos resultados, no iba a ser menos. Las “cercanas” salidas a Huesca y Salamanca dejaron claro que la afición de la Real es una de las más respetuosas del territorio nacional. Sólo se dedica a animar a su gente hasta la victoria. Con más de ocho puntos sobre el cuarto clasificado, El Alcoraz y El Helmántico se tiñeron de txuri urdin pese al frío. Si bien en Huesca se juntaron 1.200 realistas en un buen desplazamiento, Salamanca tuvo más de 3.000 incondicionales aficionados de la Real que se dejaron la garganta por y para su equipo. En ninguno de los dos partidos el equipo pudo ganar.



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