Fue bonito mientras duró


La Real tendrá que empezar a construir un nuevo sueño a partir de que la Liga se reanude dentro de dos semanas ante el Betis en Anoeta. Su punto de partida es inmejorable, no en vano atravesará el parón liguero con la tranquilidad que le dan sus 13 puntos, desde los que divisa la tabla en quinta posición. También lo hará, sin embargo, con el amargor de que el Getafe aniquiló la enorme ilusión que se palpaba en el descanso cuando la Real era segunda, a dos puntos del líder. Fue bonito mientras duró.



El Getafe ahondó, de otra manera, en la sensación experimentada hace siete días en Sevilla. A la Real le metió mano por segunda semana consecutiva un equipo robusto, rudo, de los que no hace prisioneros. Es evidente que en este caso el partido quedó mediatizado por la expulsión de Llorente, nada más comenzar la segunda parte, pero lo que finalmente quedará es que tras montarse en la cresta de la ola con la exhibición ante el Alavés, la Real se desmoronó desde esas alturas encajando dos derrotas consecutivas que, se mire por donde se mire, suponen un bocado de realidad.

Al fin y al cabo, cuando Llorente vio la roja no se trataba de escalar ninguna montaña en busca de la victoria, la Real iba ganando. No sería el primer equipo que sujetara su ventaja durante 40 minutos. Pero al equipo le faltaron recursos para defender esa renta que, en este caso, suponía el monumental tesoro de marcharse a la ducha en segunda posición. Sí, once contra once, en la primera parte, la Real no sólo demostró ser capaz de emparejarse a su rival en la partitura de la agresividad y la dureza, sino que le superó futbolísticamente al punto de que el 1-0 fue escaso ya que hubo dos ocasiones claras de Oyarzabal y otra de Willian
José que pudieron doblar la renta. La historia se escribió de una forma bien diferente cuando González
Fuertes expulsó a Llorente.

Demasiado expuestos

Afrontar la segunda mitad con un futbolista menos generó una especie de confusión existencial en la Real que, de alguna manera, trató de no perder su personalidad. Aunque Imanol prescindió de Willian
José -recuperó el punta con Isak en cuanto el Getafe empató- no varió el libreto. Fue un equipo muy generoso, abierto, con Odegaard y Merino demasiado sólos en el centro y además jugando a lo mismo. Un equipo demasiado expuesto. No optó por juntarse un poco más ante el evidente paso al frente que dio el Getafe. Los de Bordalás abrieron mucho el campo con dos extremos casi puros y, siempre con dos puntas, abrieron vías de agua a la Real en muchos sectores del campo. En especial por la banda derecha, donde Zaldua sufría lo indecible para contener a Kenedy. La Real siguió jugando a lo mismo y terminó por morir en el intento de una forma algo cruel, pero no inesperada, ya que su adversario le había castigado lo suficiente como para que estuviera advertida.


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