Furor del ladrillo en los asentamientos israelíes en el ocaso de la era Trump


En una gira marcada por el sello de la despedida, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha defendido este jueves en Jerusalén la “legalidad de los asentamientos construidos de forma apropiada” por Israel. Después de reivindicar su legado diplomático en una comparecencia conjunta con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha mostrado la fe en su política con una visita —sin precedentes para uno de los más altos cargos de Washington— a una colonia de Cisjordania y los Altos del Golán, territorios ocupados desde 1967.

“Hemos hecho cosas increíbles (durante el mandato de Donald Trump)”, se ufanó el jefe de la diplomacia estadounidense ante un complacido Netanyahu. “El simple hecho de reconocer la realidad”, al trasladar la Embajada desde Tel Aviv a Jerusalén, fue ensalzado por Pompeo como el faro que ha iluminado una cooperación entre EE UU e Israel “como nunca se había producido” a lo largo de los últimos cuatro años. “Jerusalén es la legítima, verdadera capital de Israel. Es una locura que no se admitiera esto durante décadas. Ha sido lo correcto, lo justo”, remachó el secretario de Estado, de profundas convicciones cristianas y quien ha visitado repetidas veces la Ciudad Santa en el ejercicio de su cargo. En diciembre de 2017, Trump dio un vuelco al consenso internacional sobre Jerusalén durante siete décadas al reconocerla como capital exclusiva del Estado judío, y excluir en consecuencia que la parte oriental pueda ser la capital de un futuro Estado palestino.

Pompeo visitó más tarde el asentamiento de Psagot, donde se ubican los viñedos y la bodega del mismo nombre. ONG israelíes pacifistas y grupos palestinos han denunciado que los terrenos fueron usurpados a sus legítimos propietarios palestinos tras la ocupación de Cisjordania. Con su polémica presencia en las proximidades de Ramala —capital administrativa de la Autoridad Palestina— el secretario de Estado pretende agradecer a los propietarios israelíes que hayan bautizado con su apellido uno de sus vinos, al que han llamado Pompeo.

“Desafortunadamente, Psagot y otras empresas se han visto afectadas por la perniciosa política de etiquetado (de origen) de la Unión Europea que facilita el boicot a las compañías israelíes”, afirmó el secretario de Estado en su cuenta oficial en Twitter. “EE UU respalda a Israel y no va a tolerar ninguna forma de deslegitimación”.

Las bodegas de Psagot cobraron notoriedad entre el nacionalismo judío por su larga pugna con la justicia europea para dejar de incluir en sus etiquetas su procedencia del territorio ocupado de Cisjordania, y ofrecerse en su lugar como producto de Israel. El Tribunal de Luxemburgo falló en su contra el año pasado, y ratificó la obligación vigente desde 2015 de etiquetar el origen de importaciones procedentes de asentamientos en Cisjordania.

Poco después, el Departamento de Estado tachó la resolución judicial de sesgada en contra de Israel y dejó de considerar como “ilegales per se” los asentamientos israelíes en un vuelco a la doctrina diplomática mantenida por EE UU durante décadas. En un último regalo de despedida, Pompeo anunció en Psagot que todos los productos procedentes de la zona de Cisjordania bajo administración exclusiva israelí podrán ser etiquetados para su exportación a EE UU como “Producto de Israel” o “Hecho en Israel”. “Pompeo se ha intoxicado con el vino del apartheid de tierras palestinas robadas”, le replicó a través de la agencia Reuters la dirigente palestina Hanan Ashrawi. “Es un oportunista al que no le importa arruinar las perspectivas para la paz con tal de sacar ventaja para su propio futuro político”

Tras desplazarse hasta una zona donde la tradición cristiana sitúa el lugar del bautismo de Jesucristo en el río Jordán, efectuó una visita a los Altos del Golán en compañía del ministro de Exteriores israelí, Gabi Ashkenazi. Previamente, Pompeo había asegurado en Jerusalén que el reconocimiento de que [la meseta siria anexionada en 1980] forma parte de Israel “ha sido una importante decisión histórica del presidente Trump”. El Ejército israelí ocupó el Golán en la Guerra de los Seis Días y los conservó tras intensos combates con Siria en la Guerra de Yom Kipur (1973). En agradecimiento por la declaración de Washington en favor de la soberanía de Israel sobre este territorio, el Gobierno de Netanyahu bautizó con el nombre de Altos de Trump uno de los nuevos asentamientos previstos en los cerros que dominan la triple frontera entre Siria, Líbano y el Estado hebreo.

“No es posible negar aquí, frente a lo que ocurre al otro lado de la frontera (con el territorio sirio), lo que ha reconocido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump: esto es parte de Israel”, proclamó Pompeo en una intervención en la cima del monte Bental del Golán, punto de observación del Ejército sobre la llanura siria de Quneitra. “Solo hay que imaginar el peligro que supondría para Israel y Occidente que (el presidente sirio Bachar) El Asad tuviese el control sobre este lugar”, agregó. “Israel tiene derecho a defender su soberanía”.

Israel bombardeó en la madrugada del miércoles objetivos iraníes y sirios en los alrededores de Damasco, en ataques en los que perecieron una decena de combatientes en represalia por la colocación de trampas explosivas en la frontera de los Altos del Golán. El lanzamiento de misiles se produjo horas antes de la llegada a Jerusalén del secretario de Estado en su gira de despedida por Oriente Próximo.

Medidas urgentes contra el BDS

Washington, según anunció también Pompeo ante Netanyahu, va a pasar a considerar “inmediatamente” como antisemita al movimiento propalestino de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). “Adoptaremos medidas urgentes para identificar a las organizaciones implicadas en la campaña de odio anti israelí y retiraremos el apoyo (económico) a esos grupos”, apostilló. Frente a la definición de Israel, compartida ahora por el actual titular del Departamento de Estado, el movimiento de BDS reivindica el carácter antirracista de sus campañas, dirigidas a presionar al Israel para que ponga fin a la ocupación, en la línea del movimiento internacional surgido contra la Sudáfrica del apartheid en las últimas décadas del siglo XX.

Netanyahu se limitó a agradecer los logros obtenidos por Israel con un encendido elogio al “notable equipo” de la Administración de Trump. Citó el reconocimiento de Jerusalén como capital y el traslado desde Tel Aviv de la Embajada de EE UU, la soberanía sobre los Altos del Golán, el plan de paz de la Casa Blanca (que autorizaba la anexión parcial de Cisjordania), la ruptura del acuerdo nuclear y las sanciones a Irán, la normalización de relaciones con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Sudán… Pero en ningún momento mencionó abiertamente un eventual mandato republicano en la Casa Blanca.




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